58- Basta

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Hayate acomodó las gafas sobre el puente de su nariz.
Realmente, el aspecto del hombre serio que en verdad era, cambió radicalmente a uno que lucía aterrador.
-Sigues insistiendo con eso ¿Eh?
Retiró con una mano la rebanada intacta sobre la mesa, apoyando los codos sobre la misma.
Pero contrario a la exagerada letanía que por lo general recibía de su padre por esa razón, él simplemente suspiró.

-He reflexionado estos últimos años- Intentó nuevamente -Yo... No quiero perder a mi hija por algo tan burdo como eso.
Akaashi se cruzó de brazos, completamente incómoda.

-Aún amo a tu madre. Las amo a ambas- La miró por un segundo y apartó la vista -He cometido errores, lo sé. No espero que Hatsu me perdone, pero tú... Tú sigues siendo mi hija. Con todo y las cosas extrañas que hay en tu cabeza...
Keiji rodó los ojos, mirando nuevamente hacia el plato frente a ella.
-Lo siento- Se disculpó él, al notar su error. Dando un segundo suspiro -Aún es difícil pensar en que nunca vas a darme nietos, pero creo que si Hatsu está bien con ello... Creo... Creo que no puede ser tan malo...

Akaashi miró con discreción hacía el gesto firme en sus labios. No había una curvatura enfermiza o de desagrado.
¿Lo estaba diciendo en serio?

-¿No te molesta que salga con una chica?
Lo probó. Mirando con detenimiento sus reacciones.
-Definitivamente preferiría que fuera de otra manera- Habló sincero -Pero si tú elección es esa chica de tu club o cualquier otra mujer... No voy a entrometerme en tu decisión.

Un vuelco extraño en ella le hacía estar al borde de las lágrimas. Lo esperaba de su madre, pero Hayate era tan fiel a sus creencias que siempre había pasado de discutir esos temas con él.
Pero ahora estaba siendo tan comprensivo que algo aún no terminaba de convencerle.

-¿Aún conservas el bolso de tu abuela?
Preguntó mientras daba un sorbo a la delicada taza de té, escondiendo una sonrisa triste tras la porcelana.
Akaashi asintió con remordimiento, recordando el desdichado trozo de tela que ahora yacía al fondo de su armario.

-Tu abuela... murió hace unas semanas...
Dijo con una apagada sonrisa y los ojos tan cristalinos que a Akaashi le sorprendía que no estuviese llorando.
¿Su abuela... Había muerto?

Sentía como su pecho se volvía pesado y los recuerdos fugaces de las tardes separando granos de arroz nublaban sus pensamientos.
-La abuela...
Su padre se aclaró la garganta, intentando mantener el control de la conversación ahora que Akaashi había guardado silencio de manera sepulcral.
-Han sido semanas difíciles...- Miró a la nada, pinchando por fin la rebanada de pastel en su plato y llevándose un poco de merengue a la boca -He tenido tanto papeleo y problemas con la casa que estoy volviéndome loco.

El actuar mucho más tranquilo de lo que esperaba de su padre la sorprendia. ¿Cómo era que se mantenía así de calmado desviando la conversación hacia los negocios?

-Tú... No estás aquí por mi... ¿Cierto?
Se atrevió a preguntar, sintiendo el escozor en la garganta quemándole con cada palabra que intentaba articular.
El hombre negó.

-No tenía planeado venir, pero cuando tú madre llamó...
-¿Ella te llamó?- Dijo, intentando comprender de qué se trataba el asunto -Quedaba de paso y no tenías nada mejor que hacer...
Intentó bromear, tratando de aligerar el ambiente de tensión que comenzaba a sentir.
-Estoy tratando de ser un buen padre...

Por mucho que Akaashi se hubiera mantenido distanciada con él, y lo muy desepcionada que hubiese llegado a sentirse, debía admitir que extrañaba a su padre, al que la enseñó a andar en bicicleta, al que siempre le llevaba a la escuela antes del trabajo. Extrañaba al hombre que tomaba la mano de su madre cuando creía que nadie más los observaba y le daba un corto beso en la frente que hacía los ojos de Hatsu brillar...

Hug me [BokuAka] Genderbender TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora