32- M de mamá

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Desde la entrada podía percibir un ambiente distinto.
Desde un reluciente BMW negro aparcado en la entrada, hasta las nuevas alfombras persas en el recibidor.

La casa de Bokuto lucía incluso más pulcra que siempre: las paredes relucían un color mucho más claro de lo que le habían parecido en un inicio, el aroma a incienso se esparcía por los amplios espacios, inundando cada rincón con un suave olor a lavanda que asemejaba la casa a un templo budista.
Hasta las luces más intensas de la cocina habían sido encendidas, fue de ahí de donde el sonido más familiar de todos llegó a las dos chicas luego de haber entrado a la casa.

—Kôtaro, has llegado
Se escuchó afirmar a una voz calma y dulce desde la cocina, a donde la mayor emprendió marcha y se apresuró a saludar a su progenitora.

Akaashi fue tras sus pasos, encontrando entre un montón de ollas y recipientes a una menuda mujer de cabellos oscuros en plena batalla contra una arrocera eléctrica.

—Me rindo con este cacharro.
Abandonó su tarea sin dejar de parecer tener todo bajo control.
Tenía la mirada más calma que había visto en su vida, acentuada con esos diminutos y alargados ojos rasgados.

Ojeó en su dirección, ampliándo su visión y luciendo un poco sorprendida de verla parada en medio de su sala.
—Ella es Akaashi ma— Dijo la mayor acercándose a ella —La invité hoy a cenar

Akaashi miró en su dirección, claramente confundida, pues no habían acordado quedarse hasta la cena, sin embargo, apenas la de mechones le dirigió una mirada de suplica, no pudo negarse.

—Disculpe las molestias
Hizo una pequeña reverencia, sorprendiendo a la madre de la mayor, quién sintió cierta ternura con la acción de la chiquilla.
Le ofreció una sonrisa, seguida de una reverencia también.

Aquella mujer era todo lo contrario a su esposo, pensaba la chica. Toda calma y buenos modales. Transmitiendo paz y una empatía total en cada fino movimiento de su cuerpo.
Entendía como funcionaba aquella relación sólo con observarlos, el yin y el yang, calma y tormenta. El padre de Bokuto era el cahos viniendo en un gran y atractivo empaque de cortesía infantil, diseñado especialmente para ella.

Había leído alguna vez del hilo rojo o los yuanfen, pero nunca había estado tan cerca de uno real.

No pudo evitar compararlo con el matrimonio de sus padres; Comprendía por qué no había funcionado para ellos aún siendo una familia de lo más tradicional.

Sus dos padres eran nativos japoneses, ambos habían nacido en el ajetreado Tokio dentro de familias de clase media y se casaron luego de unos años.
Ella vino después y su vida familiar monótona continuó por unos años.

Ambas eran hijas únicas, pero su vida no tenía nada que ver con la interacción de la familia de la otra.

La madre de Bokuto no era muy habladora, casi toda la conversación la hacía su hija, hablando de como se habían conocido y contando algunas aventuras por las que habían pasado.

Verla charlando amenamente mientras su madre asentía gentilmente y les ofrecía una taza de té, era como ver a la Bokuto de siempre. Sonriendo y siendo ruidosa, con un exceso de ánimo propio de ella.
Era un alivio saber que aún por cortos periodos, el carácter amigable seguía dentro suyo.

Akaashi se llevaba bien con su madre, aunque no siempre había sido así. Después del divorcio, se habían dado la oportunidad de conocerse nuevamente.

Su padre había hecho un papel común como progenitor, enorgulleciéndose de sus logros y exigiéndole dar lo mejor posible siempre. Ambos la amaban, lo sabía, pero eso no significaba que no hubiesen cometido errores mientras ella crecía.

Hug me [BokuAka] Genderbender TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora