51- Cancelación

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Segundos enteros de total tensión entre ellas hasta que la pelirroja tomó aire, dejando salir la idea de golpe.
-No habrá campamento este año- Una seria expresión de cejas gachas en su rostro -No para Fukurodani.

La palpable rabia en los ojos de las de tercero le decía que aquello no era una simple coincidencia.
Los ojos claros de Fuko tenían una expresión cristalina, como si estuviera a nada de llorar.

-¿Qué?
Logró reaccionar la albina, tambaleándose hacía las mayores en busca de una mejor explicación.

-No hay campamento, Bo- Dijo con saña la de cabello marrón -El director acaba de suspenderlo.

Las menores parpadearon, mirándose entre ellas antes de decir nada.
-Pero... ¿Con qué motivo?- Preguntó Akaashi -¿Pasó algo en la academia?

La capitana tomó la palabra entonces, dando un suspiro de resignación.
-Dijo que después de todos los problemas que había causado el equipo de volley ball, la escuela no financiaría ningún viaje.
Fuko bufó a su lado, cruzándose de brazos mientras refunfuñaba.
-¿Problemas?- Preguntó con ironía la castaña -Problemas los que debería tener el idiota de Furita. Simplemente lo transfirieron a otra prefectura...

-¿Problemas?
Cuestionó está vez la más pequeña, sabiendo —pero temiendo— la respuesta que iba a recibir.
-Primero por lo que pasó con Bokuto- Admitió sin muchas ganas Yuki -Por la demanda... Takafumi-san hablando en televisión nacional... La pelea del equipo masculino frente a la escuela...
-¡Pero la gota que derramó el vaso fue esa chica!- Interrumpió Fuko con notable molestia -Si pudiera...
Fingió estrangular a una persona imaginaria.
-¿Chica?
Preguntó nuevamente la de primero, temiendo por lo sucedido hacía unas horas. ¿Era posible que fuera por aquello que habían cancelado el campamento para todo el equipo? Imposible...

-Al parecer- Suspiró la pelirroja -Una chica ha llevado algunas fotografías con el director. Le ha mostrado algunas conversaciones en donde Furita parece haber sido atacado...
-¡Unos cuantos dientes sangrantes después de lo que hizo no es nada!
Gritó la castaña moviendo sus brazos en todas direcciones.

-Piensa que has sido tu, Akaashi- Dijo finalmente Yuki -¡Pero estamos seguras de que no has sido tu!
Aclaró rápidamente la capitana, estirando sus manos hacía Akaashi, pero no tocándola.
-Hasta el lo duda, pero está convencido de que debe haber sido una jugadora del equipo.

Un nudo en el estómago subiendo por la garganta de la morena. ¿Qué había hecho?

-¡Akaashi no podría haber hecho eso! ¡Akaashi no le haría daño a nadie!
Saltó en su defensa la albina, inmediatamente después de que Yuki hubiera terminado, ignorando completamente el temblor en sus piernas.

-Eso ya lo sabemos, cabeza hueca- Le regañó Fuko -Pero los fondos para el equipo han sido cortados definitivamente.
Bokuto infló las mejillas mientras las demás permanecía en silencio, alzando la voz ruidosamente.
-¡No necesitamos sus fondos! Solo necesitamos poner dos comidas para todos los equipos como requisito.
-Bo-chan, no se trata simplemente de eso...
Le habló quedamente la capitana, pero la albina no desistió.
-Podemos ir en tren, Nekoma no está demasiado lejos de todas formas.
-Bo...
-Podemos beber agua simple, así no gastamos la proteína para las bebidas.
-Bokuto, no es así de simple...
-¡Claro que lo es! Podríamos reunir algo de dinero en el club, quizá con un puesto de algo en algún festival, ¡No necesitamos el dinero de la academia!

Una vena saltando en la sien de Fuko indicaba que estaba a punto de explotar. Tomó a la albina por la camisa, dejándola a unos centímetros de su altura y gritándole con toda su frustración acumulada.
-¡¿No lo entiendes cabeza de chorlito!? El director y la academia nos dejaron de lado, no financiarán el campamento porque aunque lleguemos al nacional no van a dejarnos participar con el nombre de la escuela. ¡Esto es así de grave!
-Fu-chan...- Le llamó con asombro Yuki -Esto no es culpa de Bokuto
Tiró de su brazo para que la chica soltase a la albina, dejándola ir entre bufidos.

-Aunque tus padres se ofrecieran en pagar los costos para todo el equipo, no podemos jugar sin una escuela que nos respalde.

Akaashi miró de Fuko a ella, buscando algún indicio de broma, de que ellas tenían un plan, de que sabrían que hacer. Pero ninguna señal de control aparecía en sus caras.
Bokuto parecía no entender la situación, en realidad lucía muy molesta por el aparente pesimismo que sus senpais estaban teniendo.

La cabeza de la menor había comprendido, si no había apoyo, no había equipo.
Si no podían ir en nombre de Fukurodani, solo eran un grupo de chicas en el nacional. No podrían participar aunque quisieran.
Podía sentir la angustia en su estómago por la decepción mientras tenía la pelea entre Bokuto y Fuko de fondo a sus turbulentos pensamientos.

Debía calmarse, debía volver a casa a acariciar a Kimchi hasta que su blanco pelaje se llevara las tensiones.
Tenía que salir de ahí antes de tener un ataque de pánico.
-Bokuto-san- Interrumpió los argumentos de queja -¿Puedes volver por ti misma a casa?
Las tres mayores la miraron, Fuko dando un pequeño vistazo a las tambaleantes piernas.
-Ve a casa- dijo hacía la morena -Tú- se dirigió a la albina -Llama a tu mamá ¿Aún está en la ciudad, no? Esperaré contigo hasta que venga a recogerte.
Akaashi hizo una reverencia antes de salir cargando muy cerca de sí el bolso.

¿Qué había hecho? Ahora todo el equipo estaba siendo perjudicado. No había duda, la chica de las fotografías debía ser su compañera de clase vengandose.
Nunca debió hacerse de palabras con ella, ni casi zafarle el brazo.

Debía llegar a casa, debía contarle a su mamá, tenía que conseguí un consejo.
Si el equipo se enteraba de que sus arrebatadas acciones eran las que habían sido los desbordantes de los acontecimientos, quizá la echarían para siempre.
"Vetada de por vida" no era una buena referencia si en el futuro decidiera aplicar para otro equipo.
Nada estaba bien, sus pulmones comenzaban a exigirle más aire del que podía llevar hasta ellos. Estaba caminando tan rápido como podía pero era concientes de los muchos peligros a los que se exponía caminando sola en aquellas condiciones.
Respiró tan lentamente como pudo antes de lograr salir de la academia, deteniendose en el cruce del semáforo antes de que ocurriera algún accidente.

Tenía el pecho encogido, golpeando fuertemente contra el bolso. La sensación era justo como cuando tenía un ataque de pánico, hacía muchísimo tiempo que no tenía uno, pero podía recordar perfectamente como se sentía el pulso golpeando bajo sus sienes, su mandíbula temblando y las piernas débiles cuál gelatina.

El semáforo cambió, no debía estar muy lejos. Avanzó las calles, sintiendo como los ojos de los transeúntes se posaban en ella juzgando cada parte de su aspecto. Sabía, por toda la terapia que había llevado, que aquello era su imaginación, que las personas podrían ni siquiera estarle prestando atención. Era su mente jugándole sucio en un momento como aquel.

La ansiedad menguaba el dolor en las pantorrillas que la apresurada caminata comenzaba a darle. Los libros en sus manos parecían más pesados, las figuras difuminadas de las calles en el fondo tomando forma y desenfocandose constantemente.

Apenas alcanzaba a distinguir la entrada de su casa, buscando con desesperación su llavero.
Tenía prisa por entrar, quería cerrar la puerta tras de sí y acallar las voces que comenzaban a resonar con más fuerza contra sus oidos. Se apresuró tanto en abrir la puerta del pequeño jardín que prácticamente se tropezó con sus propios pies, el bolso calló de sus  manos y al tratar de recoger sus cosas esparcidas por la entrada, golpeó la puerta con la cabeza.
Se quejó de dolor, pero su respiración consiguió normalizarse.

El pequeño llavero de búho se asomó entre la estuchera y el cuaderno de matemáticas. Abrió la puerta, haciendo tanto ruido que ni siquiera podía planear que hacer.

Levantó como pudo sus libros y cargó con todo hasta entrar y cerrar la puerta con la cadera.

Ya estaba en casa, ya estaba entre sus cuatro paredes.
Instintivamente aflojó los brazos, obviamente, la gravedad haciendo lo suyo al esparcir, nuevamente, todo por el piso.

—¿Keiji?
El sonido proviniente de las escaleras hizo que se paralizará un segundo.
La mujer de castaños cabellos se detuvo también, observando el desastre en la entrada.
—¿Estás... bien?

No, definitivamente, no lo estaba.

Hug me [BokuAka] Genderbender TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora