Especial de Navidad

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La primera Navidad de los búhos.

Sus ojos estaban deslumbrados por las resplandecientes luces de aquel enorme pino que se erguía imponente frente a ella.
Hacía tanto tiempo que no sentía el calor de un hogar como en aquel justo momento. Y no era por la chispeante chimenea de fondo o aquel olor a bosque que salía del pino. Había tantos regalos, bolsas y envoltorios a los pies del árbol que Akaashi se sentía como una niña esperanzada de descubrir el contenido de todas aquellas cajas adornadas con listones y moños de brillante colorido.

Se aferró al reposabrazos del sofá, alegría desbordando en ella mientras más detalles encontraba entre las figurillas que adornaban las ramas.
Había esferas de nieve, copos, algunos ayudantes de santa y renos esparcidos por el follaje.
El nombre de Bokuto adornando las pequeñas botas sobre la chimenea, reposando junto a las de sus padres con sus respectivos nombres.
Aquello era... Como una película navideña.

No sabía por cuánto tiempo había pasado admirando la decoración, pero el paso apresurado de Takafumi hacía la cocina la hizo consciente de nuevo. El aspecto impecable de su muy elaborado vestido azul con detalles plateados la hacía lucir hermosa, el cabello recogido en un moño adornado con rizos despeinados casi parecía desentonar con su lata de spray con aromatizante de pino, el cuál cargaba en la mano mientras rociaba todo a su paso, regresándola de vuelta al plano real.
Eso, y el olor a quemado proviniente de la cocina.

-Oh no...
Expresó con tristeza la modista, poniendo sobre la barra una bandeja de muñecos de jengibre ahora completamente oscuros por el chamuscado.
-Eso debería considerarse un asesinato en el mundo de los hombres de jengibre.
Dijo su esposo, mirando con pena los pequeños trozos de la masacre.
-¡Dije treinta minutos Kenta!
El hombre de mechones blancos mostró la pantalla de su teléfono como defensa.
-Apenas han pasado 20 minutos- Indicó con su temporizador -¿Segura que no decía 15 minutos en la receta?
La mujer unió sus labios en una mueca disgustada mientras comenzaba a pasar las hojas del libro sobre la mesa mientras su cónyuge miraba distraídamente el libro junto a ella.

Aquel hombre lucía tan guapo como siempre en su traje negro a la medida. Pectorales perfectos y espalda amplia, la cintura más estrecha que había visto en su vida y la gomina manteniéndo cada una de las finas hebras plateadas de cabello en su lugar.
Era demasiado perfecto, y Akaashi lo notaba constantemente. Que suerte la de Takafumi para haber encontrado a un hombre así, podía reconocerselo.
Estaba absorta en la cara del albino, notando perfectamente el momento en el que la sonrisa surcó rápidamente su cara y una expresión triste en el rostro de Takafumi apareció también, al leer las instrucciones de su libro.

-A la próxima usa un tutorial de YouTube.
Habló la albina, bajando por fin de su recámara.
Un pomposo vestido negro brillante envolvía su figura, ciñendose en su cintura y cayendo con gracia sobre sus rodillas.
Llevaba la mitad del cabello recogido y un enorme moño dorado semi transparente tras su cabeza.

Era la primera vez que Akaashi le veía usando un poco más de maquillaje. Sus blancas y albinas pestañas habían sido recubiertas por la máscara de pestañas, haciendo resaltar sus orbes ambarinos, que tintaban al color oro justo como el dije que colgaba en su brazalete, una pequeña "K" entrelazandose sobre la misma.

-Pobres hombrecitos
Hizo un saludo militar rindiendo homenaje al postre ahora arruinado y salió huyendo cuando el guante de cocina fue lanzado por su madre tras un amenazante "fuera de aquí".

Ahora la morena no se cuestionaba para nada el que Bokuto le hubiera hablado acerca del servicio de banquetes que contrataban cada año. No sé imaginaba como irían las cosas com Takafumi encargandose de una cena completa, luego de que las galletas de 15 minutos salieran terriblemente mal.

Hug me [BokuAka] Genderbender TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora