14- Sinceridad

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Tenía el corazón encogido para cuando la hora del entrenamiento llegó.
Había estado escondiéndose de Bokuto toda la mañana, incluso después de la hora del almuerzo en que había salido rápidamente del salón de clases y había pasado media hora en un cubículo para no toparse con la albina, quién se paseaba por los salones de primero buscándola.
¿Cuantos días había pasado evitándola? No lo recordaba.
¿Cómo se suponía que iba a invitarla a ir a su casa después de haberla rechazado en primer lugar? Eso podría mal interpretarse ¿no? Quizá podría pensar que no le gustaba ir a su casa, que no confiaba en ella o que le había caído mal su padre.

No había forma de que esa invitación saliera bien, no al menos en la forma de pensar de la pelinegra. Sin embargo, seguía reproduciendo la voz de su madre gritándole entre la llovizna.

Eran amigas. Eso hacían las amigas después de pelear ¿no?.
Miró la gran entrada del gimnasio frente a ella, ya había pasado un buen rato desde que llegó y no había podido abrir esa puerta.
Suspiró, aferrándose al bolso antes de decidirse a entrar. Tomó la palanca para empujar el metal y el chirrido se extendió por sus oídos mucho más fuerte de lo que había notado las últimas veces que estuvo ahí.
Nada nuevo, todo estaba como normalmente al inicio de las practicas.

Una vez dentro, buscó con la mirada entre las chicas, sin encontrar rastro de la cabellera albina.
No lo había notado en un inicio, pero realmente había poca gente, por lo que Akaashi tuvo curiosidad por preguntar.

—Yuki-san— Se dirigió a la capitana tocando su hombro —¿Hoy no había práctica?
La pelirroja volteo a verla, desorientada al principio, pero sonriendo apenas la vio.
—¿Ah? ¡Akaashi! Si, solo que algunas chicas se tomaron el día por los parciales de la siguiente semana— Pasó el balón que tenía en las manos —Las de segundo podrían perder varios, entonces han tenido la idea de ponerse al corriente con clases extra.
Otra de las chicas le llamó y la mayor tuvo que ir a atender.

Bueno, aquello era de sorprenderse, había algo que a Bokuto no se le daba increíblemente bien.
—Oye, Akaashi— Le llamó la subcapitana —No es por ser entrometida ni nada parecido pero... Escuchamos que Bo y tu han peleado.
La de ojos grises alzó los hombros.
—No realmente.
Fuko esperó para ver si agregaba algo más, pero aquella había sido toda la respuesta. Le ofreció una sonrisa algo forzada para compensar la tensión que comenzaba a sentir por haber hecho la pregunta que Bokuto le había rogado hacer.
Se rascó la mejilla, intentado decir algo más. Si Akaashi se molestaba con ella, iba a tener problemas por entrometida.
—Vaya. Me alegra oír eso— Una expresión aliviada se asomó en su cara apenas Akaashi comenzó a hacer los estiramientos con naturalidad, aunque aún parecía incómoda —Por un momento creí que habían dejado de hablar o algo parecido. No se que haríamos sin ti detrás de Bokuto.
La morena quería dejar la conversación. Si no hablaba con Bokuto primero, las demás leerían su expresión y la obligarían a hacerlo. De nada serviría hacer aquello más grande.

—¿Sabes? Nunca había visto a alguien tan feliz de conseguir un amigo como a Bokuto desde que te conoce.
Akaashi la miró, pero la castaña había comenzado a seguir las instrucciones del entrenador sin decir más, llendo al lado de la cancha donde se encontraba Yuki, posicionandose a su lado en cuanto las pusieron a correr al rededor de la cancha.

A veces le costaba comprender a las demás, pero Fuko era bastante clara cuando no estaba rabiando con alguien o quejándose por algo. Siempre terminaba pensando en algo cuando intercambiaba algunas palabras con ella.

A falta de chicas, Akaashi pudo practicar un poco más en la posición que normalmente ocupaban las mayores. Y al no estar Fuji como setter titular, ella había guiado la mayoría de las jugadas.

La capitana veía potencial en ella, así como el entrenador. Discutirían su titularidad para algunos juegos si seguía mostrando esas habilidades, pero todo a su debido tiempo.

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Al terminar, estaba bastante cansada. Tenía las piernas como gelatina y el clima de afuera prometía más lluvia.
Había llevado calcetas altas, pero habría sido de gran ayuda algún pantalón largo para contrarrestar las ventiscas de afuera.
Buscó en su casillero, sin encontrar gran cosa, salvo la chaqueta de deporte que apenas y había usado después de que la desempaquetaron.
De algo serviría haber traído su larga falda y no la pequeña, que sin duda hubiera dejado poco a la imaginación por la calle si el viento continuaba soplando de la misma forma. Al menos, el corte exagerado la salvaría de los fuertes vientos.

Mirar el cielo afuera le hacía preguntarse si podría llegar a casa sin empaparse en el intento.
Atravesó los edificios con paso apresurado, de verdad el nubarrón negro podría caer en cualquier momento.
Pocos estudiantes se encontraban por los pasillos. Alejarse de los gimnasios solo hacía la vista de Fukurodani más solitaria.

Se detuvo por un segundo en los edificios de tercero, mirando en dirección del salón de Bokuto. De verdad debía haber hablado con ella durante el almuerzo...
Suspiró, pensando en su madre decepcionada de lo cobarde que podía ser al no hablar con la chica y dejarla con los oniguiris de la cena.
Debía haberle mandado un mensaje en cuando vio que Bokuto faltaría al entrenamiento,  pero no lo había hecho.
No tenía problema en comerse ella sola todos los onigiris, es más, no le disgustaba la idea. Pero si se sentía decepcionada de no haber solucionado nada y seguir igual consu amiga.

Continuó su travesía por la escuela, regañandose a sí misma. Y como si de una segunda oportunidad se tratase,una vez cerca de la entrada de la escuela, pudo divisar el brillante color blanco de una abundante melena cruzar de lado a lado.
Sintió una punzada en su estomago.

Tomó la mochila y se dispuso a seguir el camino que había tomado su amiga, apresurando sus pasos hacia la entrada , pero una figura alta corriendo a unos metros de dónde acababa de ver pasar a la otra, la hizo parar en seco.

—¡No quiero! ¡Ya he estudiado mucho!
Escuchó la inconfundible voz de la chica quejándose desde fuera de la valla divisora de la escuela.

El sonido de los truenos en las alturas parecía extenderse cada vez más cerca.
—Sólo son matemáticas, te pondrás al corriente
—¡No quiero ir a tu casa! ¡No a ver aburridos números!

Akaashi escuchó la discusión desde el otro lado de la barda de concreto.
Su corazón sintiéndose pequeño luego de haber visto al chico de Nekoma.

—Si no apruebas, no hay club, genio. Sólo quiero lo mejor para...
Las gotas empezaron a caer sobre su nariz, por lo que la pelinegra dejó de escuchar y entre tropezones de sus dedos abrió la sombrilla para irse a casa.

No había tiempo que perder o se empaparía andando entre la tormenta.
Sin embargo, la curiosidad la carcomía.
Miró en la dirección en que había visto correr a Bokuto y se sintió nuevamente mal al ver a aquellos dos compartiendo una sombrilla entre la lluvia.
Las gotas comenzaban a mojarle los zapatos, así que se dio prisa en tomar el rumbo contrario a aquellos dos.

Claro que ahí había algo.
Iría a casa y esperaría para hablar con ella. Si las cosas en verdad eran así, quería saber.
Sobre todo, por ese sentimiento creciente en su pecho que ardía con más fuerza ahora que había visto tan cerca a esos dos.
Dolía, su pecho dolía y ya no tenía dudas. Una vez más, sin que fuera culpa de su amiga —otra vez— alguien estaba rompiendo su corazón.

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¡Hola a todos! Espero que les guste el capítulo 🥰
He tenido algo de tiempo, así que les dejo esta parte.
¿Alguien está siguiendo la #Bokutoweek2020 ? Hay fanarts bellísimos en Twitter (si les interesa, estoy posteando dibujitos y dando RT a la tendencia como @paofry), si alguien también lo hace, puede etiquetarme o escribir su user para pasar a ver sus contribuciones.
En fin, tengan un lindo día (espero tener alguna sorpresilla para el cumpleaños de Bokuto este domingo), ¡nos leemos pronto!

Hug me [BokuAka] Genderbender TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora