9- Problema

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Al pasar aquel fin de semana, se encontraron en la entrada de la escuela.
Bokuto sonreía ante la corta falda sobre los muslos de la otra, pero no sólo por eso, sino por el nuevo y pequeño cabello de Akaashi.

Si ella ya lucía pequeña y adorable, el nuevo look que había conseguido la hacía verse hermosa.
Aquel comentario de la albina, que no pasó desapercibido para la morena, había rondado por su cabeza toda la noche posterior a su encuentro.
Habló con su madre del tema, y el sábado por la tarde, ambas estaban yendo al peluquero para la transformación.

Ver las largas hebras disminuidas era algo extraño todavía, pero le gustaba, y por la expresión de su amiga, a ella también.
No pudieron verse sino hasta el entrenamiento. Pues la mayor había dejado la tarea de su clase siguiente en casa y tendría que repetirla, por lo que usaría el tiempo del almuerzo para ello.

La práctica no fue la gran cosa, en sí, no era muy diferente a los días anteriores, pues aún faltaban bastante para los partidos oficiales y no había equipos para practicar. Todo hubiera marchado con tranquilidad, de no ser por la chica de los orbes color oro.

Una corta rabieta por parte de la futura estrella del equipo, la hizo la protagonista una vez más, cuando uno de los chicos del equipo de Baloncesto —Que había aprovechado un llamado que se le hizo al entrenador— comenzó a coquetearle a su joven armadora, con la falsa excusa de haberse equivocado de gimnasio.

La albina, con quién ya una vez había usado aquella mentira el mismo chico, se vio en la necesidad de proteger a su kohai.
—Oye, tú.
El chico se giró hacia la voz, el ceño fruncido con irritación al verse interrumpido en su táctica con la chica de primero.
Un seco y certero golpe entre el pecho y el hombro fue lo que recibió.
-Regresa a tu gimnasio y dejanos entrenar.
El chico aprovechó el momento para hacerse la víctima con la joven jugadora, pero la atención era unilateral. Akaashi se mantenía seria como siempre, limitándose a responder educadamente a los cuestionamientos.
Fuko miraba con irritación también, pero no iba a meterse en aquella discusión, porque sólo la haría más grande. Todas habían sido víctimas de aquella mala escena en algún momento, para su mala suerte, ese año tenían una jugadora bastante fuerte que no iba a permitir que su kohai fuera molestada. Si él quería intentar meterse con Bokuto, que lo intentara.
—Yuki...
La castaña miró a su capitana, ya había notado su molestia en la vena marcándose en su frente. Era cuestión de segundos para que detonara una bomba dentro del gimnasio.
Yuki era el símbolo de la paz y la tranquilidad en persona, pero cuando se molestaba podía volver a hacer estallar Chernóbil. No quería estar en los zapatos de cualquiera de ese grupo si lograban sacarla de sus casillas.

Más gritos en el gimnasio. Zapatillas siendo arrojadas.
Akaashi siendo tironeada de un lado a otro sin entender que estaba ocurriendo.
Discusiones por ver quien se quedaba el balón tricolor.
La paz y tranquilidad de la que había gozado el segundo gimnasio se rompió.

Un segundo ataque por parte de la chica albina fue lo último que Yuki toleró.

La capitana regañó a ambas, a Bokuto y a Akaashi, aunque era injusto para la segunda, que en realidad sólo estaba en medio de aquella tonta discusión entre una irritada albina y el gran chico pelirrojo.
Los tres fueron amenazados con ser expulsados del lugar sin miramientos. Sin embargo, no se detuvieron.
—Eres pequeña y molesta.
Le decía el chico, motivándole a seguir peleando.
—¡Tu eres grande y tonto! ¡Y eres muy feo para Akaashi!
Se abrazó cual sanguijuela a la chica que sostenía un balón, sin tomarles interés.
—¡Ah! ¿No será que estas celosa? Pequeña enana gruñona.
—¿De ti? ¿Te has visto en un espejo?
—¿Así que te has dado cuenta de mi potencial como novio eh?— Le sonrió pícaro, agachándose a su altura —Es una lástima que no hayas aprovechado la oportunidad antes de que me convirtiera en la estrella del equipo. Muy tarde Bo, ya no me interesas... Tanto...

Hizo el amago de tocarle la punta de la nariz, pero la albina apartó bruscamente la mano lejos de su cara.
—¿Es broma? Ni siquiera eres bueno en el baloncesto ¡Calienta bancas!
La nariz del chico se arrugó en un gesto molesto, iba a responder, pero Yuki se interpuso entre ambos.
—Furita-san— Llamó al chico de tercero- Será mejor que regreses con tu club y nos dejes entrenar.

El chico se enderezó, juzgando con la mirada al resto del equipo.
—¡Da igual! Sigues siendo linda— Le dijo a Akaashi, quién ni siquiera lo miró —Aunque tus amigas estén locamente enamoradas de mi.

Bokuto apretó los puños, haciendo un berrinche.
Ese petulante y narcisista chico, siempre usaba lo mismo con las de primer año, Fuko se lo había advertido a ella un año antes:
"Dice ser nuevo en la escuela y te pide llevarlo hasta el gimnasio de baloncesto. Intenta besarte en el camino, así que mejor alejate de él. Lo hace con todas y se pone muy pesado cuando no lo consigue"

El chico salió del gimnasio con las manos sobre la cabeza. Probablemente a intentar en otros clubes. La palabra "dignidad" no existía en su vocabulario.

—Ese... ¡Tonto!— Recogió un balón, pegándole tan fuerte que casi golpea a una de sus compañeras —¡Viene aquí cada año a molestar a alguien!
Bufó antes de ser enviada al banquillo para tranquilizarse, seguido de ella, la nueva armadora.

Akaashi no estaba enojada, solo un poco confundida. Como fuera, no entendía porque debía estar en medio de aquella discusión. O, en realidad, porque Bokuto estaba siendo parte de aquello. Si la hubiera dejado resolver la situación por ella misma, el chico se habría aburrido de ser ignorado en dos minutos, no había necesidad de todo aquel espectáculo delante del club.
¿Realmente le gustaba a Bokuto? Imposible, no la había visto tan molesta contra alguien en el tiempo que llevaban de conocerse, sería muy extraño que fuera de aquella manera.

Cuando pudo verse a sí misma junto a la rematadora, solo pudo hacer el intento de disculparse, aunque ni siquiera ella comprendía el por qué.

—Siento que te haya molestado Bokuto-san. No le des importancia.
El tono calmo y monótono de siempre, esa chica era un ángel.
—¡Akaaaaaashi! Ese bobo de Furita siempre viene a acosar a las nuevas chicas ¡lo hizo conmigo hace un año también!
Sus puños elevados al aire delataban que no estaba ni cerca de dejar ir el asunto.
—Está bien Bokuto-san
La albina infló las mejillas, comprobando la teoría de la otra.
—Eres demasiado buena Akaashi ¡Demasiado para ese tonto!

La mirada seria no abandonó la cara de la morena, pero ahora hablaba de una forman que hizo dudar a Bokuto de si lo que decía era enserio o no.
—No me gustan los chicos... como él... De todos modos.

La mayor suspiró, dejando ir su ira. Sus hombros también yendo en picada.

Miró a la chica, apenas un metro de distancia las separaba. En comparación, estaba bastante tranquila, para nada tan alterada como su acelerado corazón.
Hubo silencio entre ambas, mientras observaban al resto del equipo hacer jugadas. No eran del todo malas, pero Bokuto sabía que de ser ella y Akaashi las protagonistas de los saques, los bloqueadores no podrían pararlas.
—Akaashi, tú puedes volver.
Le indicó la subcapitana con un movimiento de mano, quién esta vez parecía ser la más razonable de las líderes.

La chica de primero tomó un balón del suelo y regresó con las demás, dejando a la mayor con algunas dudas acerca de lo que había dicho, o a qué se refería con eso.
En buen momento se había quedado con todo el lío para ella sola.

Hug me [BokuAka] Genderbender TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora