Maria, Marc y Luis, Camino entre Balurk y Montaña de Hierro...
Un grupo de ocho bandidos a caballo armados con nanginatas los tenía rodeados.
—¿La bolsa o la vida?—Preguntó el que parecía ser el jefe de ellos.
—La vida de ustedes—Contestó Luis mientras desenvainaba sus espadas gancho.
María lanzó un kunai al cuello de uno de ellos, matandolo a los pocos segundos.
Marc hizo que uno de los caballos cayera de un golpe de su hacha; el bandido cayó un par de metros más adelante, solo para ser pisado por otro caballo.
Luis tenía sus espadas enganchadas y con ellas realizaba círculos que cortaban lo que tocaran.
Uno de los bandidos lanzó su nanginata a la espalda de Luis, sin embargo, terminó clavandose en su cintura.
—¡Aargh!—Exclamó Luis mientras caía en el suelo.
Marc decapitó al bandido responsable de la herida de Luis y María se montó en el caballo de otro de un salto y apuñaló al jinete, el cual cayó en el suelo.
—¡Huyamos chicos!—Ordenó el que parecía ser el líder, cuyo nombre era Vag—¡Estamos en desventaja!
Despues de que los bandidos se retiraron, Marc y María atendieron a Luis.
—¿Te puedes mover?—Preguntó Marc mientras María recogía su kunai y se acercaba.
—No puedo mover la pierna izquierda—Le contestó Luis.
—Toma un cuarto de esto—Ordenó María mientras le mostraba una poción roja—El sabor es horrible.
—Tienes razón—Afirmó Luis después de tragarlo.
Posteriormente, María aplicó otra porción de la poción en la herida.
Pasado un rato Luis empieza a mover su pierna y se montan en los caballos de los bandidos, luego atan los caballos (incluyendo los de carga) en forma de caravana y siguen con su camimo.
Alerión, Galbam y Onmund, Montañas Azules...
El grupo se detuvo frente a la base de las montañas, era muy abrupta e inclinada para los caballos.
—Tendremos que dejar los caballos—Comentó Alerión con decepción.
—Conozco una manera de cruzar con los caballos—Explicó Onmund—Pero es compleja y más larga.
—No importa—Dijo Galbam—Guíanos.
Onmund los hizo rodear la base hasta llegar a una pequeña rampa de piedra que llevaba a un camino abrupto por la montaña.
El avance era lento y cansado y cada vez se hacía más difícil, pero el colmo llegó cuando unas negras nubes anunciaron una tormenta.
La nieve hacía el andar pesado, el frío insoportable y la nieve que caía disminuía la visibilidad en gran medida, ralentizando mucho la distancia que se movían en un día.
—¡Si la tormenta sigue así tendremos que volver sobre nuestros pasos!—Gritó Onmund haciendo un esfuerzo para que lo escucharan.
—¡Siento algo extraño en esta tormenta!—Exclamó Alerión —Mis conjuros son inútiles contra ella.
—¡Las Montañas Azules se caracterizan por su poderoso clima!—Explicó Galbam.
—¡Puedo hacer fuego para calentarnos!—Se le ocurrió a Alerión —Débil pero puedo.
—¡En ese caso podremos continuar la travesía!—Exclamó el misterioso Onmund con su característico lenguaje.
Aunque ninguno lo comentó para no preocupar a los otros, sentían que habían sombras acechandolos y que la tormenta olía a magía (Es una expresión de Viento Cortante, ya que obviamente la magia no tiene olor... ¿O si?)
Ramen y Diego, Río de las Luces Nocturnas...
Ambos habían caído en el río como consecuencia de la broma de unos pequeños duendes, claro que ellos no podía siquiera imaginar las consecuencias de sus acciones: hasta ahora Ramen y Diego habían tenido suerte de flotar boca arriba, pero eso podría cambiar en cualquier momento.
—Pobres seres, se van a ahogar Melinia—Se lamentó una dulce voz musical femenina—¿Los ayudamos?
—Si claro, Lumidia—Contestó otra voz igual de suave y hermosa—¡Será divertido escuchar las historias de los hombres!
Ambos seres sacaron a Diego y Alexey del agua y los dejaron en la orilla.
—Los duendes les han hecho una jugarreta Lumilia—Explicó la que parecía llamarse Melinia—¿Que hacemos para despertarlos?
—¡Ya sé!—Exclamó la otra mientras les lanzaba un chorro de agua fría a Ramen y Diego.
—¡¡¡AH!!! ¿¿¿¡¡¡DONDE ESTOY!!!???—Gritó Diego asustado y exaltado a la vez.
—¡Pues con nosotras tontito!—Le contestaron entre risas.
—¿Son ondinas?—Preguntó Ramen.
—¡Es correcto!—Lo felicitaron las ondinas—Tu amigo debería aprender de ti.
Las ondinas son una variedad de las ninfas que viven en los ríos y lagos.
Sus cuerpos femeninos eran azulados, sus orejas puntiagudas como la de los elfos, sus cabellos rizados amarillos y largos, sus voces alegres, dulces, melódicas y juguetonas, y sus cuerpos esculturales y hermosos.
—¿Qué aventura han tenido antes de caer con nosotras viajeros?—Preguntaron ambas al unísono.
Pasaron horas contando la historia de Gil-Garald, las batallas, las espadas, el Kraken y el Leviatán, los Elementales, la Lamia, entre otras cosas... Y tambien sobre su aventura actual.
Las ondinas eran de ese tipo de personas que cuando le cuentan una historia preguntan: "¡Oh! ¿Y que pasó después?" o "¿Por que hizo tal cosa?" y por lo tanto el relato se extendió mucho.
—¡Los caballos!—Exclamó Diego al darse cuenta de que ya no los tenían—¡Hael!
—¡Diablos!—Comentó Ramen.
Las ondinas preguntaron por los caballos y estos les contestaron que eran los caballos que tenían comida y agua.
Las ondinas se ofrecieron a llevarlos por el río y estos aceptaron; solo esperaban que los caballos no se hubieran movido.
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Lexodia
Fantasía¿Qué pasa cuando el destino del mundo descansa sobre los hombros de un grupo de amigos? ¿Qué sucede cuando un dragón oscuro vuelve a la vida? ¿Qué se puede hacer para hacerle frente? Lexodia es una novela en la que un grupo de amigos se embarca en...