Galaiz, Andrew, Ludwig, Alerión y Ambarea, Kwell...
Los soldados los rodeaban con las armas desenvainadas apuntandoles a los cuellos, otros más se acercaban y muchos curiosos veían lo que sucedía.
Ambarea sacó su lanza de cristal y hielo con una rapidez que escapaba de la vista y colocó la punta a escasos centímetros de la yugular de Vladimir.
—Nuo clirme ale zarero Ambarea—Susurró Galaiz a Ambarea.
—Está bien—Respondió ella mientras Andrew y Ludwig desenvainaban sus armas.
—¿¡Qué le dijo!?—Preguntó Vladimir asustado.
—¡Bueno!—Dijo Ludwig—¡Esta es la cosa! ¡Tienen dos opciones! ¡La primera es dejarnos ir como si nada de esto hubiera pasado y así se quedará! ¡La segunda es que intenten matarnos, entonces, nuestra amiga aquí asesinará a su... No conozco tu rango pero ha de ser alto, luego sucederá una batalla épica en la que posiblemente todos moriremos!
—Yo escojería la segunda—Añadió Andrew.
—Bajen las armas...—Ordenó Vladimir para el desconcierto de los soldados.
—Ambarea —Dijo Alerión.
Ambarea bajó levemente su lanza, dandole a Vladimir la oportunidad de alejarse lo suficiente.
—Suban las armas—Ordenó Vladimir con una sonrisa en el rostro—A mi parecer, esta es la tercera opción.
Ahora estaban rodeados de nuevo, y sin un rehén para protegerse. Varios arqueros y ballesteros se habían apostado sobre las murallas y techos de las casas.
—¡Disparen! —Ordenó Vladimir.
Los arqueros y ballesteros dispararon, sin embargo, la mayoría de sus flechas fueron detenidas por una pared de hielo que Alerión, Galaiz y Ambarea levantaron que los cubría en todas direcciones. Las pocas que entraron se clavaron en la nieve del suelo.
Los soldados atacaron la pared de hielo con sus armas; el hielo se comenzó a resquebrajar y Alerión, Ambarea y Galaiz no eran capaces de restaurar todos los daños a la vez.
Otra oleada de flechas se insertó en la pared de hielo, las hojas de las armas ya se veían atravesar la pared por completo.
Vladimir ordenó que le tiraran aceite a la pared, luego el mismo lo encendió en fuego con una antorcha.
Los mirones y curiosos habían huido a sus casas, previendo que Vladimir no se iba a preocupar del daño colateral.
—¡Matenlos a todos!—Ordenó Vladimir mientras aún más soldados llegaban.
Los soldados seguramente pensaron que tras derretirse el muro de hielo, el de y lo iba a ser presa fácil; así que grande fue su sorpresa que cuando el muro despareció y el fuego se apagó con el agua del hielo, una serie de estacas de hielo macizo de varios metros de largo salieron disparadas en varias direcciones, atravesando y matando soldados. Era obra de Galaiz.
Alerión utilizó su hechizo de látigos de fuego sulfúrico, desplegando una docena de látigos que ardían con un fuego tóxico. El hielo se deshacía solo con su presencia y las armaduras se derretían con el contacto de los látigos.
Andrew atacó a Vladimir con su espada, pero antes de llegar frente a el, un soldado le dio un codazo en la parte trasera de la cabeza por accidente y Andrew cayó al suelo sin que nadie lo notara.
Ludwig se escabulló del campo de batalla, luego entró en una casa y subió al tejado, un arquero se encontraba arriba apuntandole a Alerión. Ludwig lo asfixió hasta que lo dejó inconsciente.
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Lexodia
Fantasy¿Qué pasa cuando el destino del mundo descansa sobre los hombros de un grupo de amigos? ¿Qué sucede cuando un dragón oscuro vuelve a la vida? ¿Qué se puede hacer para hacerle frente? Lexodia es una novela en la que un grupo de amigos se embarca en...