Memorias del Pasado

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Todos estaban cenando en el Puesto de Centinelas más del pan que habían encontrado. Ni idea de que era pero sabía bien.

Diego llamó a Galaiz y salieron afuera. Allí estaba Alerión.

—¿Crees qué si volvieramos al pozo podríamos comunicarnos con Ramen? Basicamente es un puente entre este mundo y el Más Allá —Dudó Diego.

—No. Ramen no está en el Más Allá, el está en Lexodia y dudo que aún con la magia más avanzada los dioses nos dejen perturbar su descanso —Respondió Alerión.

—Recuerdo que Galelor y Agarer les gustaba presumir sus hazañas de cuando les habían teleportado. Salvé Miátril yo solo solía decir Galelor —Comentó Galaiz —Luché contra hordas de no muertos se jactaba Agarer.

—Habla más fuerte, estoy medio sordo —Le pidió Diego.

—¡Recuerdo que Galelor y Agarer les gustaba presumir sus hazañas de cuando les habían teleportado. Salvé Miátril yo solo solía decir Galelor! ¡Luché contra hordas de no muertos se jactaba Agarer!

—Ellos fueron los dos primeros que Ramen recogió —Añadió Diego —Miátril está en Isla Lukai. Tal vez el Ojo esté allí. Tampoco me grites, que no estoy sordo.

—Es una posibilidad — Comentó Alerión —Hemos de partir inmediatamente.

—¿Y cómo vamos a ir si el Imperio Varione nos está buscando? — Preguntó Diego.

—También es cuestión de ética —Añadió Galaiz —No podemos irnos sin saber que fue de Sesmar.

—Entonces vamos todos a Bern —Finalizó Alerión.

Adentro del puesto también estaban conversando.

—¿De qué estaran hablando? —Preguntó Nicole.

—Seguramente están diciendo oh vayamos a buscar al dragón— Respondió Ludwig.

—¡No te burles! ¡Su amigo Ramen murió hace poco por culpa de Gil-Garald! —Regañó María.

—¿Qué fue lo que pasó con el?—Preguntó Luis a Nicole.

—Khabalhea lo obligó a matar a varios monjes y a suicidarse para producir energía oscura y liberarse. Fue horrible

—El maestro no merecía eso— Comentó Luis con pesar.

Arriba, Pixie revoloteaba alrededor de Ambarea, que intentaba leer un libro que había encontrado. Este trataba sobre banderas.

—Tu luz me molesta para leer —Se quejó Ambarea.

—No es culpa mía. Es que estoy nerviosa —Se excusó Pixie.

—¿Ah sí? ¿Por qué? —Preguntó Ambarea cerrando el libro.

—Siento perturbaciones. Son como ondas... Malas... Que me abruman... Cada vez que suceden me da jaqueca.

—¿Dragón?

—No lo sé, tal vez si. Empezaron cuando Gil-Garald resucitó.

—¿Cuándo fue la última?

—Hace dos días.

—Tal vez sean Murtis

—¿Qué?

—Monstruos perdón. De la muerte.

Andrew y Marc salían de la torre con las armaduras puestas.

—¿Qué van a hacer? —Preguntó Diego.

—Vamos a practicar combate—Respondió Marc.

— Bueno. Apuesto diez monedas a que ganas tú.

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