Tensiones con el Imperio Varione

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Galbam, Ludwig y Andrew, Camino hacia Kwell...

El trío salió de la ciudad con rumbo a Kwell, Andrew comentó que era necesario abandonar los caminos debido a que al parecer el Imperio Varione mandó una gran cantidad de soldados a Viento Cortante y que estaban reclutando a cualquiera que veían, hombre, mujer o niño.

—La semana pasada movieron al guardia Thomhas de la ciudad, dicen que lo enviaron a Viento Cortante a apaciguar los ánimos —Comentó Andrew.

—Yo escuché que se dió orden de derrocar a el Rey de Bern —Añadió Ludwig.

—¿¡QUÉ!? —Exclamó Galbam sorprendido —¡Eso no es posible!

—¿Tú lo conoces? —Preguntó Andrew —Parece que si.

—¡Crecimos juntos y fue parte de el grupo que mató a Gil-Garald! —Respondió Galbam furioso.

—Tal vez fue por eso —Opinó Ludwig —El Rey de Bern, Mersas, Frensas, Sesmar, algo así, tiene la reputación de ser un Rey noble y un ávido luchador. Alguién así es más popular entre la gente que el emperador.

—Ojalá caiga el Imperio Varione—Deseó Galbam.

El viaje siguió sin problema, cuando escuchaban pasos o trotes de caballos se escondían en los bosques que se alzaban a ambos lados del camino; cada día se veían más y más soldados, cada vez mejor armados; el punto de no retorno había sido alcanzado y la guerra entre el Imperio Varione y Viento Cortante no podía detenerse.

Un grupo de ocho soldados cruzó por el camino y al trío no le dio tiempo de ocultarse.

—¡Por órdenes del Imperio ustedes quedan reclutados! —Exclamó el capitán del grupo mientras todos los soldados desenvainaban sus armas —¡Les recomiendo que se unan a nuestras filas a menos que quieran probar el filo de nuestras armas!

—No lo creo —Respondió Galbam mientras Ludwig desenvainaba una daga y Andrew su espada.

—Descuida Galbam, nosotros podemos con ellos —Dijo Andrew confiado.

El capitán, cuyo nombre era Derek, se lanzó hacia Andrew armado con una maza, pero Ludwig lo apuñaló por la espalda en un rápido movimiento; un arquero disparó a Ludwig pero Andrew lo protegió con su escudo de madera y hierro. Ludwig apuñaló a otro un soldado en la axila y Andrew decapitó al arquero, posteriormente se vió enzarzado en un duelo de espadas con otros dos soldados y Ludwig luchaba arduamente con un lanzero. Entre tanto, Galbam estaba sentado sobre una roca analizando las habilidades de combate de sus compañeros y la nieve empezaba a caer. Ludwig esquivó un ataque de su enemigo, que terminó impactando en la espalda de uno de sus compañeros, el cual cayó muerto al instante; Andrew aprovechó la distracción para matar a su enemigo y enterrar su espada en el pecho del otro. Finalmente Ludwig degolló al último soldado y se puso a registrar los cadaveres.

—¿Qué haces? —Dudó Galbam al verlo rebuscar en las cosas de los soldados.

—Sacando nuestro botín de batalla —Respondió Ludwig mientras mostraba una bolsita con doce monedas de oro.

Luego continuaron el viaje.

María y Luis, Camino a Machina...

En dos días lograron llegar a Machina, la ciudad era en su mayoría construida de metal y parecía de otro planeta; la ciudad era gobernada por los seis científicos más destacados de la ciudad.

Machina era una ciudad muy amplia y con torres y edificios muy altos, había vapor de agua saliendo por todas partes.

Cuando María y Luis estaban entrando fueron detenidos por un guardia.

—¡Alto! —Ordenó el guardia, cuyo nombre era Drillian —¿Vienen de Viento Cortante?

—Si, ¿Por qué pregunta? —Respondió Luis extrañado.

—En ese caso no puedo dejarlos pasar —Respondió Drillian —El Imperio Varione realizó un bloqueo en las fronteras de Viento Cortante.

—¿Y eso que tiene que ver con nosotros? —Preguntó María.

—El Imperio Varione tiene espías en todos lados —Explicó Drillian—Y Machina no quiere problemas con el Imperio Varione.

—Está bien —Finalizaron ambos mientras se iban.

—¡Esperen! —Los llamó Drillian a la vez que ellos se volteaban —Pueden decir que vienen de Páramo Congelado.

—Muchas gracias por tu atención hacia nosotros —Agradeció María mientras le daba la mano.

—¿Seguro que no estarás en problemas? —Preguntó Luis.

—Ustedes me mintieron, yo no hice nada —Respondió Drillian con una mirada de complicidad.

Luis y María entraron en Machina y compraron provisiones y nuevas armas debido a que las que tenían comenzaron a desgastarse; María compró una daga de acero de luna, además de ingredientes para pociones, en cambio, Luis adquirió una espada doble. Pasaron un día ahí y después salieron con rumbo a Mawk, después de allí solo necesitarían ir a Kindom y cruzar el risco de Mujlki para llegar a Monte Rojo.

Ramen y Diego, Vitall...

Ramen se estaba recuperando de su herida y Diego intentaba con su bajo entendimiento del idioma élfico que alguien le dijera el mejor camino para llegar a la ciudad de Gulius, cruzar el Lago del Reflejo y salir de Bosque de Galen, para finalmente entrar en Eiortil.

—Deberías partir —Aconsejó Ramen, el cual se encontraba postrado en una cama de hojas.

—No sin ti, además no puedo irme si no conozco el camino —Respondió Diego, que estaba sentado en una silla a su lado.

—¿Nadie habla la lengua de los hombres aquí? —Dudó Ramen.

—Al parecer no —Contestó Diego—Pero estoy aprendiendo lo básico de la lengua élfica.

—A ver, dime algo —Pidió Ramen.

—Ie xui mandont —Dijo Diego.

—Dijistes yo tengo...—Respondió Ramen.

—Hambre, Yo tengo hambre —Completó Diego.

—Comimos hace una hora —Comentó Ramen entre carcajadas.

Tres días más tarde, Diego logró que le diesen las indicaciones. Todo gracias a un elfo muy paciente llamado Luraxis que se colocó a explicarle a Diego con dibujos y palabra por palabra.

Diego se encontraba muy agradecido y como regalo le trajo un monton de Dlezar, unas frutas élficas parecidas a los mangos pero más dulces y consistentes.

Ramen pronosticaba que en una semana podría seguir el viaje y exhortó a Diego para que le dejara una copia del mapa con el camino a seguir y que Diego adelantara el trayecto.

—¿Estás seguro de esto? —Preguntó Diego cuando se preparaba para salir.

—Si por supuesto —Respondió Ramen— En cualquier caso puedes dejar pistas de tu paso para que te sientas seguro, como una X en las rocas.

—Está bien amigo— Se despidió Diego con un abrazo antes de irse.

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