Recepción Orca

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Sesmar y sus súbditos estaban llegando a la aldea orca. Desde donde estaban no se veía mucho además de una empalizada y el techo de una construcción alta.

—No provoquéis a los orcos—Advirtió Sesmar—

—¿Qué haremos si son hostiles?—Preguntó Yiovenni—

—Llevarnos a tantos como sea posible—Respondió Anaid—

Un cuerno se escuchó. Era profundo y de una tonalidad que erizaba los pelos.

Cientos de orcos aparecieron y rodearon a todos con rapidez.

Un orco inmenso, de dos metros y medio, musculoso y feo apareció cargando una maza de dos manos con un solo brazo.

—¿¡Pero qué significa esta muestra de agresión de los humanos!?—Reclamó el orco, llamdo Dârtgáshbûr—¿¡Es que acaso no hemos cumplido con lo que se nos dijo para que dejaran de matarnos!?—

—Los hombres y mujeres de Bern no vienen a Máshandrúk con la intención de hacer daño—Aclaró Sesmar lentamente pensando cada una de sus palabras. Una equivocación y serían presa de orcos sedientos de sangre—

—¿Y a qué vienen los humanos entonces?—Cuestionó el orco—

—Jefe Tribal Dârtgáshbûr. El pueblo de Bern viene en paz solicitando refugio y ha venido aquí sin nada más que lo que llevan en sus manos—Explicó Sesmar—

—¿Y por qué los habitantes de mi ciudad, Truzúlk, deberían de aceptar esta petición?—Inquirió el orco—

—¡Por respeto!—Dijo Anaid interrumpiendo a Sesmar—Obtendrían respeto y admiración de todos los aquí presentes e historias sobre sus actos serían contadas de padres a hijos durante generaciones—

—Eso es algo tentador...—Murmuró un orco—

—¿Y cuáles son las circunstancias que los llevó a salir de su bella ciudad?—Preguntó Dârtgáshbûr—

—El Imperio Varione ha destruido Bern—Respondió Sesmar—

—¡Fuera de aquí!—Ordenó Dârtgáshbûr con miedo—¡Sólo traerán desgracia a esta ciudad! ¡Vayánse lo más lejos que puedan!—

Sesmar jamás se esperó que los orcos sufrieran tal reacción a la simple mención del Imperio.

—¡Insensatos!—Exclamó Yiovenni a los orcos—¡En el momento en que el Imperio descubra su ciudad la arrasará y no quedará piedra sobre piedra!—

Los orcos sentían vergüenza. Luchar estaba en su naturaleza y huían de un enemigo que no sabía que ellos existían.

—Pueden comer y beber agua aquí—Permitió Dârtgáshbûr—Y luego se irán—

Sesmar estaba atónito. ¿Cómo es posible que un orco tenga tanto miedo y más una ciudad entera? No obstante si aceptó el ofrecimiento que les daba Truzúlk. También meditaba sobre que si la ciudad se llamaba Truzúlk en orco, de donde había salido Mashandrúk.

La ciudad era relativamente grande, más o menos de la mitad de Bern. Estaba rodeada de una empalizada y poseía varios casas grandes en las que vivían hasta diez familias orcas. Casi todo estaba construido con madera y lo que no, de metal. Nada era de piedra en Truzulk. La estructura que habían visto mientras llegaban era la casa del jefe, es decir, la casa de Dârtgáshbûr.
Los orcos los dejaron dormir una noche y Sesmar abandonó la ciudad al día siguiente junto a su pueblo.

—¿Y cómo procedemos ahora?—Preguntó Anaid—

—No lo sé. Por primera vez en mi reinado, no sé que hacer—Contestó Sesmar—Me entregaré ante el Imperio, para ver si consigo el perdón de el resto—

—¡No!—Exclamó Anaid—¿Si te entregas que te dice que respetaran al resto de habitantes de Bern?—

—No piensas bien—Añadió Yiovenni—

—¿Saben qué?—Dijo Sesmar deteniendo la marcha—Estamos a veinte kilómetros de Truzúlk y aún falta mucho bosque por recorrer. Hagamos un campamento aquí mientras decidimos que acciones tomar—

Se comenzaron a talar árboles a montones y en menos de cuatro horas ya se estaba comenzando a levantar una empalizada similar a la de los orcos. Muchos bautizaron el campamento como Nueva Bern en broma.

A kilómetros de donde estaban. En la Bern real se estaba desarrollando una encarnizada batalla.

En poco tiempo, la colina de Bern había visto mucha muerte y en este instante se desarollaba una hecatombe.

Elemor peleaba lleno de odio contra las tropas del Imperio. En cierto momento se encontró frente a Darius y el chocar de espadas de ambos era muy intenso.

Mierl atacaba los cuellos y axilas de sus víctimas con la daga que una vez Anglicabix utilizó para hacerse un corte en la palma de la mano.

Ingliane apuñaló a un soldado antes de recibir una cortada en el costado derecho, la cortada se la había hecho Anlia.

Ylireandul logró herir a Malia en el hombro antes de recibir un golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente.

Elemor logró hacer que Darius soltara el escudo, pero no pudo herirlo debido a que Lorkhan lanzó un rayo que incapacitó a Elemor.

—¡Ordene la retirada! ¡Estamos en desventaja!—Pidió el mago—

—¡Retirémonos!—Ordenó Dalius—¡Hemos perdido!—

Lorkhan generó una espesa bruma que les dió oportunidad de escapar.

—¡Elemor!—Exclamó Mierl al encontrarlo desmayado—

—Está herido—Señaló Niriliane—Hemos de llevarlo al Marlt—

El saldo de la batalla finalmente fue de seis mil soldados y dos mil elfos. Una victoria aplastante viérase desde donde se viera.

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