Rastreando a Miriam y a Valentina

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Marc partió de Bern montado en un veloz caballo marrón.

Para poder enfocarse en su misión sin ser afectado por la guerra contra el Imperio Varione tomó la desición de ir hacia Balurk, la ciudad enana.

Al estar medianamente cerca de Bern seguramente podría oír algún rumor acerca del paradero de ambas. Al fin y al cabo tomaron parte en la batalla contra Gil-Garald y se habían vuelto famosas.

Pasó un día para que Marc lograra llegar a Balurk. La ciudad enana estaba fuertemente vigilada y se registraba a todo el que entraba o salía.

—Hey alto —Dijo un guardia enano al ver a Marc —No te queremos a tí. Con esa armadura o eres emisario del Imperio Varione o un miembro de alguna Familia Real. Balurk se mantiene neutral.

—En realidad estoy buscando a dos personas.

—¿A quienes?

—Seguro las conoces, son Miriam y Valentina.

—¡Ja! ¡Ya creo que las conozco!

—¿Puedes ayudarme?

—No puedes entrar a Balurk. De todos modos ellas no están aquí, aunque hay rumores de que Miriam se dirigía hacia las montañas hace dos meses.

—Bueno, gracias.

Marc se dirigió hacia las Montañas Azules. Al hacer uno de los múltiples caminos para ir de Viento Cortante a Páramo Congelado tenía miedo de encontrarse con algunos soldados imperiales, luego recordó que el paso entre las montañas es muy peligroso y nadie lo custodiaba. Ni idea de porque Alerión y Galaiz habían optado por esa vía.

Obviamente Miriam no seguía en las Montañas Azules, sin embargo, es probable que allí Marc lograse encontrar a alguna pista acerca del paralelo de la misma.

Mientras más se acercaba Marc a las Montañas Azules el ambiente se empezaba a volver más siniestro. El camino de piedra se terminó, los árboles empezaban a ser más lejanos y los animales no mostraban señales de vida.

Ya anochecía y Marc decidió dormir sobre un montón de nieve.

Durante la madrugada Marc se despertó inquietado por unos ruidos extraños.

—¿Quién anda ahí? —Dijo incorporándose y sacando su arma.

—¡Invades tierras del Concilio Oscuro rama del Grupo Xiin! ¡MUERE!

—Pues que bien.

Las voces entonaron unos cánticos y varios esqueletos salieron de entre la nieve.

—¡Nigromantes! —Exclamó Marc antes de destrozar un cráneo con la empuñadura de su arma.

Los nigromantes se quedaron tranquilos viendo como se desempeñaba Marc contra los esqueletos.

Marc los liquidó con facilidad, al fin y al cabo eran esqueletos. La única dificultad radicaba en los números.

—¡Bien! —Dijo una de las voces —¡Sobreviviste! ¡Serás un excelente sujeto experimental!

Un haz de luz rosada verdosa salió desde la oscuridad y golpeó a Marc por la espalda haciendo que se desmayara.

Marc despertó en una jaula oxidada en una cueva. No tenía idea de cuanto tiempo habría pasado ni de donde estaba.

—¡Bienvenida mi señora Miriam! —Se escuchó una voz a lo lejos para sorpresa de Marc.

—¡Nada de amabilidades ni recibimientos Jhalo! ¡Traje tus cadáveres dame mi dinero!

—¡Muy bien señorita Miriam! ¡Venga por aquí!

La mujer que pasó frente a Marc era igual a como Sesmar le había descrito que era Miriam y el llamado Jhalo estaba cubierto por una túnica negra.

—Espera... —Solicitó Miriam al ver a Marc —Este de aquí me lo llevo.

—¿Con qué razón? Ahora es nuestra propiedad —Se negó Jhalo.

—Viene de Bern y se vé importante. Lo compró.

—Te costará un cuarto de lo que te he dado.

—¡Qué! ¡Imposible!

—¿Lo quieres o no?

—Te daré un sexto.

—Un quinto.

—Trato.

Marc fue esposado y se le colocó una máscara que le impedía ver y le dificultaba escuchar.

A lo que el sintió como dos horas Miriam lo liberó. Estaban cerca de donde lo habían apresado.

—¿Quién eres? —Preguntó Miriam.

—Soy Marc, heredero al trono de Bern.

—¡Mentiroso! ¡Eres muy mayor para ser hijo de Sesmar!

—Soy adoptado... ¿Qué han sido todos esos tratos con los nigromantes?

—Estoy al mando de la Guardia del Viento. Les vendo los cadáveres de los enemigos para poder financiar mi ejército.

—¡Pero esos nigromantes son asesinos!

—Mientras tengan cuerpos no necesitarán más.

—¿Dices que tienes un ejército?

—Correcto. Sesmar debería estar ayudando en el.

—El me envió a buscarte, quiere comunicarse contigo.

—Ya era hora. Pensé que estaba preso en manos del Imperio Varione.

—Actualmente creo que está organizando un ataque a Hámzterdan.

—Sesmar no pierde el tiempo ¿Eh?

—¿La Guardia del Viento? ¿Qué no son ellos los que enviaron las cartas en contra del Imperio?

—En efecto. Dentro de pocos días iré a Bern para hablar con el.

—¿Y si no? ¿Dónde te encuentro?

—Notarás que no sería prudente decirte donde está la base de operaciones de la Guardia.

—Bueno, eso es algo obvio tienes razón.

—De cualquier forma estoy segura que pronto escucharás noticias de la Guardia y sabrás ubicar a personas de menor rango que yo.

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