Batalla en la falda de la Montaña de la Desesperación

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El sol estaba saliendo mientras tres mil hombres y mujeres se dirigían hacia la Montaña de la Desesperación, una montaña localizada entre Isla Lukai y Viento Cortante; el antro de Gil-Garald.

El sol se reflejaba en las armas y armaduras de ese pequeño ejército sin miedo a la muerte; desde donde se encontraban se veía el pico de la Montaña de la Desesperación.

Pasaron horas.

Pasaron días.

Pasaron semanas.

Hasta que llegaron a donde moraba el Dragón Oscuro Gil-Garald, encarnación de la oscuridad. La tierra estaba seca y negra, se hacia polvo cuando la tocabas; todos los árboles estaban muertos y sus troncos grises. No habían animales en la zona. Al otro lado se alzaba una playa, desde la montaña se podía ver la otra costa, que era parte de Viento Cortante.

Estaban parados justo en la base de la montaña cuando un ejército de más de cien mil elfos corrompidos los recibieron apuntándolos con lanzas hechas de acero lunar y armaduras de las escamas que se le caían diariamente a Gil-Garald.

—¿Habéis traído la espada?—La poderosa voz de Gil-Garald retumbó en toda la montaña—¿Se han acabado ya sus fútiles esperanzas y se han rendido ante mi? ¿O acaso han reconocido mi magnificencia y vienen a adorarme?

—¡Jamás te daríamos la espada!—Gritó Galbam con furia—¡Jamás conquistarás estas tierras!

—De todas maneras no vivirás para saberlo—Gil-Garald se mostró cuán grande era y se elevó sobre la montaña, tapando el sol—Tengo cosas más importantes que hacer.

—Si morimos vendrás con nosotros—Dijo Diego—Por Javier.

Los elfos corrompidos los arrinconaron contra la falda de la montaña; Galbam realizó un hechizo regenerador que quemaba a los elfos enemigos y sanaba a los vivos. Luego formaron dos círculos, el externo con escudos grandes que evitaba que los elfos los mataran y otro interno que asesinaba a los que lograban penetrar el circulo de escudos.

—¡Cobarde!—Acusó Diego—¡Mandas a tus elfos asquerosos a hacer tu trabajo! ¡Dices ser un dragón, pero solo eres un gusano!

—Ya no son elfos, ellos ahora son parte de mi, así que están peleando conmigo—Respondió Gil-Garald sin inmutarse—¿Por que no le preguntas a el arquero o a su hermano que le sucede a el que levanta su voz contra mí?

Diego no respondió, pero Galelor y Agarer se enfurecieron y entraron en frenesí.

—¡Pues te salió mal la jugada, ya que los cuatro que hipnotizaste en toda tu arrogancia y dejaste para morir de hambre y sed están vivos y ese error te lo costará todo!—Amenazó Agarer, pero Gil-Garald lo ignoró.

Estaban resistiendo con pocas bajas hasta que llegó el.

Windeol...

El se materializó sobre ellos y con una muestra de su poder los levantó a todos a seis metros del suelo y los dejo caer sobre las lanzas de los elfos allí muchos encontraron la muerte, una lanza atravesó la armadura de Beol, desgarrando su arteria carótida; otra lanza se incrustó en el cerebro de Duran.

Después, Windeol hizo una burbuja de vacío en la que estaban los que habían sobrevivido para asfixiarlos, menos Galelor, Ramen y Diego, los cuales habían caído más lejos.

Diego le hizo una señal a Galelor y este comenzó a tensar la cuerda de su arco tras colocar muchas flechas elementales capaz de atravesar hasta a un fantasma .

—¡Hey! ¡El feo!—Gritó Diego para que Windeol se volteara.

—Traga esto imbécil—Dijo Galelor antes de disparar su arco.

Una lluvia de flechas bañadas en magia elemental se ensartó en Windeol, haciéndolo caer.

—No...—Gimió Windeol con su voz etérea antes de morir.

Al morir liberó una onda expansiva que sacudió hasta a la misma montaña e hizo caer a todos.

Pero a Galelor no le dio tiempo de disfrutar su victoria, porque fue atravesado por catorce estacas de piedra, obra de Terramereon, antigua deidad de la tierra.

—¡¡¡NOOOOOO!!!—Gritó Agarer con más furia y dolor de la que es posible—¡¡¡MORIRÁS MALDITO!!!

Con su espada decapitó y mutiló a todo aquel que se interpusiera entre el y Terramereon; Ramen con un conjuro atrapó a Terramereon en su forma humana y Agarer lo apuñalo setenta y seis veces antes de que este lo atravesara con otra estaca. Pero Agarer le partió la cabeza y el pecho antes de morir junto a su hermano.

Frédek decapitó de un tajo a un elfo corrompido y luego atravesó a otro, una lanza le desgarró la armadura a la altura de la cintura y otra se le clavó en el húmero, pero Frédek siguió luchando.

Malrog llegó volando en una nube de fuego lanzando proyectiles ígneos. Los que les alcanzaban morían calcinados a los pocos segundos, Baldor entre ellos.

Mierl sintió más ira cuando vio morir a aquel que consideraba su hermano que en sus novecientos años de existencia.

Tomo la sangre de un elfo caído y se transformó como lo había hecho antes de morir Anglicabix y dreno toda la sangre de los elfos corrompidos cercanos y la lanzó hacia Malrog y otros elfos en forma de miles de cuchillos diminutos que se ensartaron a lo largo de todo su cuerpo.

Tanto esfuerzo dejo a Mierl muy débil, así que cayo desmayado en el suelo.

Mientras todo esto Gil-Garald estaba en la cima de la montaña haciendo alguna especie de ritual mágico con las espadas.

No importaba cuanto lucharan, parecía que habían aún más elfos corrompidos que antes, habían sufrido demasiadas bajas; iban a morir si nada pasaba.

Galelor, Agarer, Baldor, Beol y Duran habían muerto, pero al menos Terramereon, Windeol y Malrog también.

Había una leve bruma en el ambiente y se escuchaban olas golpeando con ímpetu.

Al otro lado de la costa de la Montaña de la Desesperación, en Viento Cortamte, Sesmar, Alerión, Miriam, Valentina y setenta y cinco mil hombres se preparaban para cruzar el agua, algunos a nado y otros en pequeños botes. Desde ahí se escuchaban los ruidos de una batalla. Alerión conjuró una bruma para pasar desapercibidos.

Cuando estaban por la mitad del camino el agua se empezó a agitar como en una tormenta.

—Esto no me está gustando—Le comentó Sesmar a Alerión—Hay algo extraño aquí, te lo aseguro.

—El agua parece estar viva—Le respondió Alerión intrigado.

—Tenés mucha razón—El agua formó una silueta humana, Aquirion—¡Ahora mueran!

Aquirion formó una gigantesca ola que sumergió los botes y los que iban a nado también, el impacto asesino a unos cuantos, pero otros murieron ahogados.

Todos habrían perecido de no haber sido por Naileth, que con un gran esfuerzo subió a la superficie y le dijo a Alerión.

—¡Hielo y electricidad!—Gritó ella mientras se ahogaba—¡Usa Hielo y Electricidad!

—¿Cómo no se me había ocurrido?—Dijo Alerión para si mismo

Con un hechizo congelante enfrió la superficie del agua hasta los cero grados, congelándola toda, excepto por un pequeño espacio para que los que siguieran vivos bajo el agua pudieran salir.

Luego lanzó un rayo hacia el agua gigantesco y fulminante que iluminó todo el cielo. Aquirion murió al instante.

Luego caminaron por la superficie congelada del agua hasta llegar al otro lado.

De los setenta y cinco mil que habían partido solo habían llegado treinta y nueve mil. Esos más los doscientos que quedaban vivos en la batalla eran los que matarían a Gil-Garald.

Sesmar corrió hacia la batalla dirigiendo a los que quedaban vivos contra los elfos corrompidos. Gil-Garald interrumpió el ritual un breve instante para gritar a sus soldados.

—¡¡¡LA ESPADA ESTÁ AQUÍ!!!—Retumbó su voz hacia los cuatro vientos—¡¡¡CONSIGANLA!!!

Las oportunidades de ganar son mínimas.

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