Integrantes vienen, Integrantes van

14 4 2
                                    

Galbam y Ludwig, Hevnaraz...

Ludwig le recomendó a Galbam la ayuda de un mercenario que conocía desde hace ya mucho tiempo, un exsoldado llamado Andrew Luho. Según Ludwig, Andrew podría ser encontrado en el mercado de la ciudad o en una taberna.

—En el pasado fuimos desde Bosque de Galen a Páramo Desolado—Comentó Ludwig mientras entraban en el mercado de la ciudad.

—¿Es ese?—Preguntó Galbam señalando a una persona muy alta y fuerte armado con un hacha de mithril y que poseía una armadura de oro.

—No, es el de atrás—Respondió Ludwig señalando a otra persona más baja y flaca armada con una espada de acero y ataviado con una armadura de acero.

—Oh—Respondió Galbam un tanto decepcionado.

Andrew estaba comprando un kilo de Bayas Plateadas (Un tipo muy común en la zona) cuando vió a Ludwig y a Galbam acercandose.

—¡Ludwig! ¡Cuanto tiempo!—Saludó Andrew con un apretón de manos—¿Lograste encontrar el Anillo Chispeante del Rey Durauk? ¿Quién es tu amigo?

—Mucho gusto señor Andrew, mi nombre es Galbam—Se presentó mientras extendía la mano—Necesito de sus habilidades en un viaje a el Más Allá.

—¿¡A DÓNDE DICES!?—Preguntó Andrew asombrado.

—Dejame hablar a mi—Recomendó Ludwig antes de dirigirse a Andrew—Lo que quiere decir es que conoce una supuesta entrada al Más Allá, esta se encuentra en Páramo Desolado y el quiere que lo llevemos hasta ella.

—Ludwig, no se...—Respondió Andrew.

—Habrá un tesoro—Mintió Galbam.

—A mi me interesa el viaje, no las ganancias—Respondió Andrew—Sin embargo, necesito dinero para abrir mi restaurante.

—¿Quieres abrir un restaurante?—Dudó Galbam.

—Si, se llamará "El Aventurero Errante"—Respondió Andrew—¿Te gustaría probar mi tarta gélida de bayas plateadas?

—Siempre me gusta probar tus delicateses—Finalizó Ludwig mientras le guiñaba el ojo a Galbam—Ya lo tenemos—Le susurró a Galbam.

Andrew los guió a su casa, era de madera y piedra, con una chimenea, dos pisos, un ático y un sotano. Pasadas tres horas finalizó la tarta y le dió tres porciones a cada uno de los invitados. Al terminar de comersela felicitaron a Andrew y al día siguiente partieron hacia Kwell.

María y Luis, Camino hacia Machina...

Cuatro días habían pasado desde la muerte de Vag, y Luis y María iban camino a Machina, según lo que se les había dicho del camino, debían tener cuidado de las Mantícoras que rondaban la zona.

El camino se encontraba rodeado por un bosque a ambos lados y el camino era tierra sin hierbas marcado por caballos, carretas y personas que lo habían usado.

—¿Tu crees que sean ciertos los rumores de que en Machina hay cientos y hasta miles de autómatas?—Preguntó Luis.

—Creo que si, pero dudo que hayan más de dos mil—Respondió María.

—He oido incluso de que la ciudad se puede mover—Dijo Luis mientras los ojos le brillaban de emoción.

—Dudó que eso sea posible—Respondió María.

Un rugido se oyo en la lejanía.

—¡Hacia los árboles! ¡Rápido!—Ordenó María.

La mantícora que profirió el grito aterrizó muy cerca de ellos y comenzó a olfatear la zona y el caballo de María relinchó asustado, revelando su posición.

—¡Diablos!—Se quejaron ambos mientras huían en direcciones opuestas.

La mantícora expulsó un veneno ácido de su cola, derritiendo los árboles que tocó. Luego, vió a Luis corriendo bosque adentro y arremetió contra el destrozando los árboles que se atravesaban en su camino de unos zarpazos.

Luis saltó de su caballo mientras daba una vuelta en el aire, aterrizando sobre la mantícora y desgarrando una de sus alas de murcielago.

La mantícora se lo sacó de encima mientras gritaba de dolor y no pudo seguir atacando debido a que María lanzó uno de sus kunais justó a el estómago de la mantícora, perforando la glándula productora del veneno.

El veneno corría por la herida de la mantícora, corroyendo los tejidos; sin embargo, se lanzó sobre María, pero Luis la remató atravesandole el cuello con ambas espadas gancho.

—Sigamos con el viaje—Pidió María como si nada hubiera pasado después de recoger el veneno de la mantícora.

—Espera—Respondió Luis mientras arrancaba un diente como trofeo.

Ramen, Diego, Ferol, Garvir y Durmir, Camino a Vitall...

Vitall se podía ver si te trepabas a la copa de un árbol, Ramen estaba delirando y avanzaban lo más rápido que podían.

Pasados veinte minutos llegaron y un guardia élfo los detuvo.

—¿Guats le gazon do votre visité a mai Vitall?—Preguntó el guardia.

—Nus was attaque pur une Naga—Respondió Durmir.

—¿Ile Sapiens dansir?—Preguntó el mismo guardia, cuyo nombre era Darix.

—Naga vinus—Respondió Garvir.

El guardia los dejó pasar y Ramen fue llevado a una "Casa de Curación", lugar donde fue atendido por una elfa llamada Mairexil, esta usaba medicamentos naturales.

Ferol, Garvir y Durmir se despidieron y regresaron por donde habían venido, dejando a Ramen y a Diego solos en Vitall.

LexodiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora