Los Dioses de Darruzal

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Shâr se mostró frente a todos muy preocupado.

—¡Tienen que detener a los otros cinco seres oscuros mientras los dioses nos ocupamos de Shravúk!

—¿Qué van a hacer contra un monstruo tan poderoso?

—¡Vamos a unirnos en uno solo para hacerle frente! —Al finalizar estas palabras Shâr se fue.

El gigante Nauklasonir, levantó su espada y la clavó en el suelo para luego utilizarla para arrastrarse con facilidad. Cada vez que lo hacía todo temblaba.

Todos los otros monstruos se quedaban junto a el pero sin detener su avance.

—Yo pensaba que la batalla contra Gil-Garald ya había sido con todo en contra —Comentó Frédek, ocasionando la risa de todos.

—¡Si ya nos ganamos nuestros asientos en Lexodia ahora hay que protegerlos! —Exclamó Agarer antes de lanzarse a la batalla.

Todos siguieron a Agarer gritando y la carga inicial contra los monstruos fue arrolladora.

Los ruidos de la pelea entre los dioses y Shravúk eran tan aterradores que nadie se atrevía a voltearse para saber quien estaba ganando.

Galelor disparó una flecha que dió en el ala buena de Kyulian, haciéndola caer al suelo. Amel le clavó su espada antes de que pudiera levantarse pero ella igual lo hizo. Ramen utilizó sus conocimientos en magia y la paralizó.

Anglicabix hizo que las raíces de los árboles de Darruzal aprisionaran a Nauklasonir, evitando que se moviera. Las raíces no resistirían por mucho tiempo.

Yiovenni, Galaiz, Alerión y otros hechiceros crearon una barrera entre ellos y los monstruos con diferentes hechizos elementales.

—¿Eso los detendrá? —Preguntó Andrew, que había muerto cuando la muralla se derrumbó sobre el.

—¡Al menos por un par de minutos! —Avisó Yiovenni.

Valderón atravesó la barrera como si nada y pisó a algunos de los espíritus.

—¿¡De qué está hecho esa ahyû!? —Exclamó Ambarea al verlo.

Valderón atacaba, empujaba y pisaba a todos los que podía mientras los héroes atacaban sus patas y se montaban en su espalda para enterrar sus armas sobre el.

Distraídos por Valderón, los héroes descuidaron la barrera elemental y monstruos grandea como cíclopes y gólems al igual que los que eran capaces de volar aprovecharon para cruzarla y atacar.

Los monstruos lograron diezmar a los héroes con relativa facilidad. Si las hordas de Shravúk lograban su cometido el fin de Darruzal y de todas las regiones estaban ssegurados.

—¡Los arqueros y todos los que estén cerca de la barrera contra los monstruos! —Empezó Sesmar a gritar órdenes—. ¡Los magos y hechiceros asegúrense de que nada pase la barrera! ¡Usen todos esos hechizos que no podían usar cuando estaban vivos por lo peligrosos que son! ¡El resto contra Valderón!

La estrategia de Sesmar rindió frutos y el contraataque funcionó de maravilla. El único problema era que Valderón no moría y los monstruos seguían llegando por montones.

—¡Alerión! —Llamó Ludwig —¡Tengo una idea para que no lleguen más enemigos!

—¿¡Y cuál es!?—Preguntó Alerión tras fulminar a un vampiro malvado con un rayo.

—¡Me teleportas a Bern y quítamos una espada para cerrar el pasaje!

—¡Pero podrías quedar fuera de Darruzal y de Lexodia Ludwig!

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