Templos, Soldados y Nuevas Tierras

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Galaiz, Ludwig, Andrew y Alerión, Ciudad de Aiz...

Los cuatro ya estaban saliendo de la ciudad de los elfos gélidos tras recargar sus provisiones cuando una elfa los detuvo, era la que medio hablaba el idioma.

Galaiz y ella intercambiaron unas palabras en su extraño idioma y luego Galaiz se dirijió a el resto.

—Dice que quiere venir con nosotros—Explicó Galaiz—

—Está bien—Respondió Alerión—

—¿Cuál es su nombre?—Preguntó Andrew—

Galaiz le dijo a la elfa lo que Andrew preguntó.

—Ambareafryokjizdervaztykjovich—Respondió la elfa gélida—

—Creo que te llamaré Ambarea—Comentó Ludwig antes de que estallaran en carcajadas—

Galaiz le explicó a Ambarea porque se reían, luego ella comenzó a reírse también.

Luego de salir de Aiz se dirijieron hacia el lugar donde se encontraron con los élfos gélidos por primera vez.

Durante las noches nadie quería acercarcele a Ambarea, ya que todo a su alrededor se enfriaba, sin embargo, su compañía era reconfortante y siempre quería hablar, aunque se dificultaba un poco porque a Galaiz ya se le estaba pasando el efecto del brebaje.

En siete días llegaron al lugar donde se encontraron por primera vez y retomaron el curso hacia Páramo Desolado, específicamente hacia Kwell.

Iban a caballo, pero en ocasiones bajaban y caminaban para que los caballos descansaran y solo cargaran la comida y el agua.

—Ambarea—Llamó Ludwig mientras caminaban hacia Kwell—

—¿Hmm?—Respondió Ambarea—

—¿Cómo empezaste a aprender el idioma?—Preguntó Ludwig—

—Viajeros perdidos—Respondió ella—Yo ayudé ¿Por qué?—

—Curiosidad—Contestó Ludwig—

—Aprendo rápid—Comentó ella—Aunque avèd, perdón, con ustedes mejoro—

—Es importante que continues mejorando—Añadió Alerión—Vamos camino a la capital del Imperio Varione—

—Será peligroso—Advirtió Galaiz—No sabemos si la guerra se desató—

—¿Jeïsha? Perdón, ¿Guerra?—Preguntó Ambarea tras corregir—

Entre todos pusieron a Ambarea al tanto de la situación con mucha dificultad.

—¿No pueden separarse sin Jeïsha? Guerra, lo siento—Dudó Ambarea—

—No lo creo, el Imperio perdería casi un tercio de su tamaño—Explicó Andrew—

Siguieron conversando hasta que llegaron a Kwell; las murallas de la ciudad se levantaban varios metros del suelo cubiertas por nieve, de las casas salían varios hilos de humo, las calles hechas con adoquines estaban rebosantes de personas y el palacio de la Reina Lilith se alzaba imponente.

Al entrar, Ambarea se colocó toda su armadura, para que nadie se fijara en que no era una elfa común.

Varios soldados con armaduras de acero se encotraban en las calles portando banderas, pero no era la bandera con el alce azul que era el escudo de la ciudad, sino las banderas amarillas con las dos V reflejadas que eran propias del Imperio Varione.

—¡Hey ustedes!—Llamó uno de los soldados—

—¿Si?—Respondió Andrew mientras todos volteaban—

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