—¿Qué haces?
—Le escribo a Anthony.
Le quité el papel donde estaba escribiendo.
—¡Eh!
—No se lo merece —respondí.
Llevábamos más de medio año sin verlo, sin recibir una triste carta, sin tener noticias de él. Absolutamente nada. Tosca le había estado escribiendo una carta cada semana desde la fiesta de San Gennaro, sin recibir ninguna respuesta. Estábamos enfadados con él, aunque era un enfado extraño. Tosca deseaba dejar de escribirle, y sin embargo, no era capaz. Yo regañaba a mi hermana por preocuparse por él, y sin embargo, lo echaba muchísimo de menos y miraba todos los días el buzón después del trabajo por si Anthony al fin se había dignado a escribirnos. Pero nunca había ni una sola carta.
—No la leas.
—Está bien, pero tienes que prometerme que no le escribirás más. Esto —Dejé la carta sobre la mesa— no te pega nada. ¿Desde cuándo te arrastras por alguien que ni se molesta en responderte?
—Desde que conozco a Anthony.
—Argh —gruñí—. Es que me cabrea tanto... ¡Ni siquiera vino por Navidad!
—Estará ocupado.
—No hagas eso.
—¿El qué?
—Disculparlo. Está siendo un hijo de puta y lo sabes.
—¿Y qué quieres que haga? ¿Ir a buscarlo y tirarle de la oreja?
—Pues no es mala idea... Cálzate. Iremos a Princeton.
—No lo dices en serio. —Pero por su sonrisa supe que le encantaba mi plan.
—¡Claro que sí! Si él no viene, tendremos que ir nosotros.
Tosca se preparó enseguida y salimos a la calle. Cogimos el primer bus que iba a Princeton University. Como era sábado un poco después de la hora de comer, estaba casi vacío. Disfrutamos enormemente del camino. Estábamos emocionados por volver a ver a nuestro amigo y por visitar su universidad por primera vez. Pero entonces, Tosca se dio cuenta de una cosa:
—¡Luca! ¡No le hemos dicho a nadie que nos íbamos!
Al principio nos preocupamos, pero estábamos tan contentos que enseguida nos empezamos a reír de lo despistados que éramos. Nuestro abuelo nos iba a matar.
—Volveremos antes de la hora de cenar.
Tosca se quedó dormida sobre mi hombro. Tuve que despertarla cuando llegamos a nuestro destino. Bajamos las escaleras del vehículo y nos vimos envueltos por el ambiente universitario. Desentonábamos totalmente: estábamos rodeados de chicos que podían permitirse los estudios superiores, ropa cara y todos los caprichos que quisieran. En fin, gente como Anthony. Pero no nos desanimamos. Estábamos a un paso de volver a ver a nuestro amigo.
—¿Dónde está la residencia? —preguntó Tosca.
—No tengo ni idea —respondí—. Preguntemos. ¡Eh! ¡Disculpa! —Traté de llamar la atención de un chico que se cruzó por delante de nuestras narices.
No solo nos ignoró deliberadamente, sino que tres pasos más adelante escupió al suelo. Muy agradable, el cabrón. Probé de nuevo con uno que llevaba una chaqueta azul con un escudo bordado.
—Hola, perdona, ¿tienes un momento? —Él se detuvo y nos miró, lo que interpreté como una buena señal—. Mi hermana y yo estamos buscando la residencia.
—¿Cuál de ellas? —preguntó.
—No lo sé. ¿Cuántas hay?
El de la chaqueta suspiró y sonrió:
![](https://img.wattpad.com/cover/186264565-288-k143784.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Little Italy
Historical Fiction🏅NOVELA GANADORA DE LOS WATTYS 2020 EN LA CATEGORÍA DE FICCIÓN HISTÓRICA «Me crié en Little Italy, en un pequeño apartamento de la calle Mott». Luca era un niño de tan solo siete años cuando su padre fue asesinado por un mafioso en 1929. Además de...