Aquella fue la última vez que vi a Matteo. Desperté en una sala de hospital custodiado por un soldado. Dentro de lo que podría haber sido, podía considerarme afortunado. A la hora de juzgarme por apuntar a un oficial, los médicos alegaron que no estaba actuando con todas mis facultades mentales debido al golpe y finalmente resolvieron enviarme inmediatamente de vuelta a Nueva York sin más castigo que retirarme la medalla. Me pareció dolorosamente irónico que fuese a mí a quien sometiesen a ese proceso y no a aquel que había cometido un crimen de guerra.
Durante la mayor parte del trayecto en barco, pensé en cómo le diría a mi madre que Matteo había sido asesinado, pero poco a poco la emoción por regresar a casa hizo que tuviese pensamientos más positivos. Recordé aquella pregunta que nos había hecho Jesse en Roma acerca de lo primero que haríamos al regresar a nuestros hogares. Quería llegar a casa y abrazar a mi familia. También quitarme aquel maldito uniforme y dormir en mi cómoda cama. Me imaginé como sería reunirme de nuevo con mis amigos y conocer al hijo de Jacob, Luke. También recordé mis conversaciones con David y con Turner sobre como superaríamos todo el horror. Todavía no había encontrado la respuesta, pero supuse que estaba a punto de averiguarlo.
Un día, escuché muchos gritos de júbilo y el ruido de pasos subiendo a toda prisa las escaleras hacia la cubierta. Seguí a la gente y me encontré con la primera imagen que mis abuelos y mi madre tuvieron de nuestro país: la Estatua de la Libertad. Sonreí inevitablemente. Estábamos en Nueva York, en casa.
Cuando el barco atracó y nosotros descendimos, emprendí el regreso a mi hogar, aquel pequeño apartamento de la calle Mott. Recorrí las calles de mi ciudad bajo la suave luz del atardecer. Por el camino, me crucé con unos niños que estaban jugando a la pelota. Su madre los llamó y entraron a sus casas para prepararse para cenar. Fue tranquilizante saborear un pedacito de normalidad. Estaba pensando en cómo sería mi bienvenida y volver a la rutina cuando escuché una voz llamarme a mis espaldas.
—¿Luca?
Me giré y vi a Tosca. Llevaba un cesto lleno de naranjas que dejó caer al suelo. Sonrió y echó a correr hacia mí con lágrimas en los ojos, y cuando me alcanzó, nos abrazamos con fuerza. La había echado muchísimo de menos. Volver a ver a mi hermana era una de las cosas que me habían hecho esforzarme por regresar a casa. De repente, me sentí a salvo y feliz por primera vez en mucho tiempo.
—¿Estás bien? ¿Estás bien? —preguntó nerviosamente al terminar nuestro abrazo.
—Sí, lo estoy, tranquila.
Ella estiró su mano para acariciar la venda que me cubría la cabeza. En realidad, la herida ya estaba casi curada. La llevaba cubierta para protegerla de la suciedad.
—Estoy bien —repetí para tranquilizarla.
Ella me abrazó de nuevo, esta vez por menos tiempo, y me fijé en que ya no llevaba su lazo amarillo. Cuando nos miramos a los ojos, quise contarle lo de Matteo.
—Tosca, hay algo que...
—Antes de que entres en casa, debes saber una cosa —me interrumpió—. Anthony ha vuelto.
Sus palabras me dejaron estupefacto, tanto, que dudé de que fueran reales. Al percibirlo, ella asintió para confirmarme que había escuchado bien. Mi amigo estaba vivo. Había vuelto a casa.
—¿Anthony está aquí?
Tosca asintió una vez más, pero antes de que pudiese hacerme ilusiones, me agarró del brazo y me explicó la situación.
—Luca, escucha, el Anthony que ha vuelto, no es el mismo que tú conocías. —Fruncí el ceño, sin comprender lo que me estaba diciendo—. Anthony... —Pensó como expresar lo que tenía que decirme—. Está distinto. No sé qué es lo que le ocurrió en la guerra pero... —Suspiró—. Un día, hace varias semanas, escuché como llamaban a la puerta, y cuando la abrí, era él. Estaba famélico y se abrazó a mí llorando. Eso es todo lo que sé. Apenas habla, grita en sueños y tiene la mirada perdida casi todo el día. Le asustan mucho los ruidos fuertes y eso que creo que se ha quedado sordo del oído izquierdo. Cada noche tiene pesadillas y repite las mismas palabras incomprensibles una y otra vez, especialmente «mizu» y otra que ni siquiera logro distinguir. Le he preguntado por ellas mil veces, pero siempre guarda silencio. Solo he logrado que diga mi nombre y un par de palabras más. Estoy muy preocupada, Luca.
ESTÁS LEYENDO
Little Italy
Historical Fiction🏅NOVELA GANADORA DE LOS WATTYS 2020 EN LA CATEGORÍA DE FICCIÓN HISTÓRICA «Me crié en Little Italy, en un pequeño apartamento de la calle Mott». Luca era un niño de tan solo siete años cuando su padre fue asesinado por un mafioso en 1929. Además de...