52: Momo

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Era un tres de diciembre cuando todo sucedió, Izuku Midoriya, su interés romántico y sus amigos estaban de vacaciones en un hotel de las montañas, estaba nevando por lo que hacía un clima perfecto para poder practicar snowboarding, todos se encontraban subiendo en aquellos telesillas, Izuku se hallaba en la misma telesilla que su mejor amigo de la infancia e interés romántico, Katsuki Bakugo, se encontraban mirando la nieve bajo sus pies mientras oían como atrás de ellos una castaña se quejaba por el mareo y las náuseas que sentía debido a la altura.

-Mira Kacchan, desde aquí se puede ver todas las...- Dijo el peliverde, pero un estornudo no lo dejo terminar.

-Oye nerd, ¿no te había dicho que te pusieras otra casaca? Hace mucho frio aquí, te enfermaras fácilmente idiota.

-Lo siento Kacchan, pero con las prisas y la emoción no me di cuenta del frio hasta llegar aquí-

-Valla que eres idiota...- Dijo sacándose la casaca que llevaba, y luego el suéter que le entrego al pecoso dejándoselo en la cabeza –Póntelo, no quiero que te enfermes y luego oírte estornudar todo el camino, o peor, contagiarme-

-Pero Kacchan ¡tú también te resfriaras- Comento mientras veía como el pelicenizo se colocaba de nuevo la casaca y la cerraba.

-Valla que eres un fastidio, ¿no puedes dejarme hacer mi buena acción del día Deku? Además, te queda mejor a ti- Ataco guiñándole un ojo y revolviéndole sus cabellos verdosos –Te veo abajo, y no te demores, no tengo ganas de subir de nuevo a buscarte-

Izuku se quedó en silencio ante tal acto de parte de su amigo de la infancia, sus mejillas y nariz estaban rojas, ya sea por la vergüenza o por el frio, se colocó aquel suéter color blanco que el pelicenizo le ofreció; huele a él; fue lo que pensó y el rubor del inicio se transformó en un intenso color rojo vivo, un tomate sería humillado debido a tal color que se presentaba.

Su amiga paso a su lado y le llamo.

-Cambia de color que se dará cuenta que te tiene babeando- Se burló la castaña mientras sonreía y le daba palmaditas en el hombro, mientras que el peliverde simplemente pensaba; tal vez si quiero que se dé cuenta; sonrió y simplemente lo dejo pasar, se dirigió junto a ella al lugar para bajar, coloco sus pies en las correas de la tabla y dio un suspiro, la montaña era alta, demasiado alta para su gusto, comenzó a descender lentamente, como podía, después de todo no era un experto como su amigo, después de todo cuando eran niños el pequeño arbusto siempre se quedaba sentando jugando con la nieve mientras que el puerco espín se iba con los adultos a correr los riesgos de la vida.

Iba bajando mientras sonreía, lo estaba haciendo bien, pero fue en ese momento que su mirada busco la del pelicenizo, pero no la encontró, la mirada de su amado se encontraba concentrada en una joven pelinegra que sonreía mientras jugaba con un pequeño niño con el cabello del mismo color, no se dio cuenta pero perdió el control y termino cayendo, fue debido al grito que soltaron sus amigos por el temor de que pudiera haberse lastimado que el pelicenizo con mirada rubí se fijó en su amigo de la infancia, quien yacía casi enterrado en la nieve, con algunas hojas camufladas en su cabello y hombros.

Todos sus amigos se acercaron a preguntarle cómo estaba y si se había hecho daño, fue una suerte que la altura por la que cayo haya sido baja y solo hubiera rodado unos cuantos segundos, porque si no le podría haber costado un brazo o una pierna.

Izuku dejo el asunto olvidado, no debía tomarle mucha importancia después de todo, se encontraba armando un muñeco de nieve con su amigo cuando ella volvió a pasar.

-Oye Kacchan¡ mira¡ con estas ramas se parece a All Migth- Comento de forma graciosa pero cuando vio a su amigo la mirada de este se hallaba perdida en aquella chica de coleta y cabellera negra, él no podía verla nada en particular pero la mirada de su amigo reflejaba asombro, como si estuviera hipnotizado por la sonrisa de aquella dama, Izuku retrocedió un poco pero luego a sus oídos llegaron palabras que hubiera preferido que nunca salieran de la boca del ojiescarlata con la mirada más brillante que tuviera, le sorprendía eso, ni con All Might su mirada se iluminaba tanto como así.

La conversión del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora