87: Infierno

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Pisadas fuertes se escuchaban en las catacumbas de la vieja catedral, no te acerques tanto a ese viejo lugar abandonado, ahí un pelicenizo deambula con una linterna en busca de su amado.

Domingo de misa, él lo sabía, él daría la charla, eso se suponía, su devoción hacía el señor seguía intacta como desde hace años, pero desde un tiempo su única razón era ver a un joven doncel de cabello peliverde, sonrisa radiante y una gabardina color marrón, era el hijo del panadero, siempre después de dejar el pan en las casas de los habitantes del pueblo iba a misa a agradecer por un día más de vida.

-Joven, no le gustaría unirse al coro de la misa?

Pregunta de repente con las manos cruzadas detrás de su túnica y su aspecto imponente, se para a su lado notando como este acariciaba las rosas del jardín sagrado.

-No soy bueno cantando mi señor, pero si soy bueno cuidando de las flores, si pudiera cuidar de este jardín sería muy feliz.

Responde con una sonrisa, de esas que a pesar de ser sencilla, con el semblante calmante podían llegar a enamorarte.

-No se diga más, de este jardín cuidarás y el señor te lo agradecerá.

En las noches se podía oír un llanto de lamento en aquel pueblo, un pelicenizo caminaba con el cabello desordenado, una linterna de farol en mano y su corazón hecho pedazos.

Oh pobre alma en pena, paso de ser caritativo a pagar una condena.

Un beso era lo que esperaba al ver los labios de aquel pecoso, ya sea inmoral o no, anhelaba besarlo y abrazarlo con todas sus fuerzas, valla forma de demostrar un amor carnal, era una tortura amar a alguien que solo te hacía mal.

-Mi señor esto no esta bien...

Susurro el joven con el cuerpo temblando pero sus brazos se seguían aferrando, la lluvia lo había ganado mientras arreglaba el jardín y ya era muy tarde para a casa ir.

-Por que no esta bien? A pesar de mi cargo yo también tengo derecho a amar, soy un humano que de ti se fue a enamorar.

Ambos sellaron su amor secreto con besos, ambos gritaron su amor en silencio, ellos dos solos estaban cometiendo un error, enamorarse de quien no debían, meterse con lo que no conocían.

-Bakugou...

Susurro el peliverde que se hallaba acurrucado al lado del pelicenizo frente a la chimenea, le acariciaba la mano con uno de sus anillos de castidad, valla blasfemia habían cometido horas atrás.

-Que pasa querido? Hay algo que pueda hacer por ti?

-Prometes que si yo muero, serás feliz?

No, una simple respuesta para una larga discusión, discusión que a ambos les rompió el corazón, gritaron, lloraron, palabras hirientes salieron de sus bocas que al final se quedaron cortas, un peliverde fue corriendo aunque no llego muy lejos, el asma y la lluvia lo habían alcanzado, pobre desgraciado.

-Mi señor que bueno que llego, pase por favor... es hora de decirle a nuestro hijo Izuku Midoriya un último adiós.

La madre del peliverde lloraba abrazando aquel ataúd, su padre trataba de formar un semblante serio pero las lagrimas no ayudaban, en el discurso su voz estaba entrecortada, después de todo no pierdes un hijo todos los días.

Esa noche, donde la lluvia amenazaba aquella casa, todos los del pueblo estaban en la misa de aquel peliverde que siempre llevaba una sonrisa en la cara, esa misma noche todos presenciaron algo que no se veía seguido, pues a pesar de que aquel pelicenizo era el único cura que atendía a las personas de aquel pueblo con las misas, bodas y funerales, esa noche mientras bendecía el ataúd fue la primera vez que vieron sus manos erizarse, lo vieron arrodillarse de impotencia, el semblante de seriedad y dedicación a su trabajo se había marchado, solo quedo un cura cabizbajo llorando por la muerte de su amado.

Ellos tenían una relación de maestro y discípulo, decían en el pueblo, nadie sabía que ellos solían amarse a escondidas, nadie sabía que ellos planeaban amarse para toda la vida.

Pisadas rápidas, la lluvia lo mojaba, el cabello empapado en su cara le molestaba pero no quería parar de correr, se negaba a vivir sin su amado, se negaba a quedarse solitario, sabía que en toda su vida no podría llegar a amar a alguien más que no sea Izuku Midoriya.

A la mañana siguiente el pueblo se escandalizó, la lluvia dejo charcos por todos lados e inundó un ataúd vació donde se suponía debía estar el cuerpo del recién fallecido.

Después de tanto pedirle al señor nadie lo escucho, fue en una noche de lluvia que el diablo le hablo.

Se le veía feliz caminaba por las calles, iba a la misa, compraba pan y flores todas las mañanas diciendo que eran para la misa del domingo.

-Oh cariño, ya llegue, te traje algo de comer.

-Vete a la mierda

Dijo el peliverde que se hallaba encadenado en una habitación escondida en las catacumbas de la vieja catedral.

-A donde se fue mi hermoso amor que era demasiado puro para este punto?

-Al infierno por un hijo de puta.

El pelicenizo ya no podía más, él ya no era el joven que conoció, desde que regreso de la muerte era extraño, tenía alas en la espalda y cuernos en la cabeza, colmillos en la dentadura y un cuerpo lleno de cicatrices y algunas quemaduras, cuando intento tocarlo le dio un manotazo, cuando intento escapar tuvo que encadenarlo.

-Cuando se los dirás?

Pregunto el peliverde mientras comía un poco de pan.

-Decirles que a quien?

Preguntaba el pelicenizo leyendo de aquel libro, el peliverde seguía encadenado y tuvo que cortarle las alas con cuidado, al final se veía un poco más humano.

-Tu lo sabes, por tu culpa no tengo mi descanso eterno, es tu culpa por no dejarme ir al cielo...

-Por que quieres ir a ese lugar? Tienes todo aquí, me tienes a mi.

-Este lugar se siente como el maldito infierno.

Un pelicenizo corría, con linterna en mano buscando a su amado, se había escapado.

Gritos se oían de aquel pueblo, cadáveres con sangre y órganos faltantes, un demonio se había liberado y su sed de sangre había comenzado.

-Izuku por favor! Vuelve conmigo! Te necesito!

-Me destruiste la muerte, es tu culpa si estoy aquí! Es tu culpa que yo no pueda volar con los ángeles, recuerdas lo que decías en la misa? Recuerdas todas esas melodías? Descanso eterno decías... estaba en tus planes hacerme pasar por este infierno?

El peliverde tenía razón, era su culpa y nada más que su culpa, su ángel se había vuelto un demonio al cual no podía matar, simplemente lo dejo ir, arrazo con todo a su paso, no dejo a ni un ser con vida, solo a aquel pelicenizo que en el fondo aunque lo odiara todavía lo amaba.

Entre escombros de aquel pueblo, si vas a aquella catedral abandonada, podrás escuchar sollozos y llanto de arrepentimiento cuando antes se escuchaban risas de amor y devoción.

Dos jóvenes amantes cometieron un error, uno confió y el otro con el diablo se metió, un precio caro pago, sometió a la humanidad a la sed de sangre de un demonio con un cabello de verde color.

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Por que soy perra y me desaparezco -insertar bomba de humo-

Perdón a todxs, ya se que soy una mierda por irme sin avisar pero hey! A algo se tenían que acostumbrar verdad?

De verdad gracias por el apoyo, perdón si ya no respondo comentarios es que son muchos, sobre el concurso de la funa si me dan tiempo lo terminaré antes de julio y sobre los One-Shot puede que vuelva pero... es que yo solía escribir todo de noche y ahora tengo a alguien que esta para mi cuando me desvelo y me divierte en las noches que no tengo sueño.

Conseguí a esa persona que me hace feliz a pesar de todo, siento que conocí a mi soulmathe, por más caminos que tome la vida siempre nos volvemos a encontrar, cambiamos juntos y nos ayudamos el uno al otro, me enamoré vale? Lo siento tanto.

Gracias por leer, votar y comentar, espero verlos una vez más~

La conversión del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora