Destellos [USA x Rusia]

28.

Cuando dejaron la palabra "cita" como prohibida, todo mejoró. USA pareció más dispuesto a convivir y hasta entre los dos eligieron una película y hasta prepararon snacks y pidieron pizza.

—¿Por qué Mulán?

—No te hagas, comunista, que es obvio que también te gusta.

—Sí, pero quiero saber tus razones.

—Esa niña me agrada —sonrió mientras masticaba las palomitas combinadas con su pedazo de pizza—. Tiene mucho valor.

—Enfrentar una posible guerra no lo hace cualquiera.

—Lo sé.

—¿Cuándo lo hiciste, no tuviste miedo?

—El miedo es relativo cuando algo más grande está en juego.

No hablaron más de eso, ninguno tenía buenos recuerdos de eso, así que se quedaron callados el resto de la película. Concentrados. Al menos USA, porque Rusia se pasó la mayor parte del tiempo apreciando el brillar de esos ojos expuestos por la falta de esas molestas gafas de sol.

Apreció incluso cuando el americano se quedó dormido poco a poco a su lado.

—Eres un desastre.

Susurró antes de limpiar suavemente la mancha de salsa del labio superior de USA.

Recogió los sobrantes, limpió un poco y se quedó mirando ese rostro dormido.

—Me gustas mucho, aunque eres un estúpido.

Le acarició la mejilla con sutileza, usando tan solo la punta de sus dedos. Y quiso besarlo como en las películas.

Estaba consciente de que no tendría otra oportunidad tan cercana... Y se inclinó.

Fue un beso de segundos, apenas un roce sobre los labios del americano, pero lo sintió especial, como un recuerdo dorado que atesoraría siempre.

—Te dije que lo haría.

—Creí que no se atrevería.

Rusia maldijo entre dientes antes de levantar la mirada y hallarse con su hermano y Canadá. Ambos tomados de las manos, como era usual, el uno enternecido, el otro enfadado.

—Lo hiciste —sonrió Ucrania.

—¿Por qué lo hiciste? —Canadá estaba enojado—. Él no te lo permitió. Te aprovechas de que está dormido —susurró.

—Lo siento.

—No lo vuelvas a hacer —dictó antes de soltar a Ucrania e ir a revisar a USA—. ¡Y no hiciste que se cepillara los dientes!

Ucrania río bajito. Siempre creyó que Canadá a veces era como la madre de USA y le parecía tierno en parte.

—Te ayudo a...

Pero Rusia se quedó callado al ver que Canadá fácilmente cargó a un dormido USA para llevárselo a la habitación.

—Deberás disculparte.

—Es mejor que no lo sepa.

—Pero yo lo sabré —susurró al pasar junto a Rusia—. Y seguiré enfadado contigo.

—Cany, no te enojes.

—Lo miró siento, Ucry... Pero eso no se puede.

Ucrania y Rusia abandonaron esa casa entre un suspiro entre satisfecho y algo desanimado. Pero valió la pena.

—¿Te gusta mucho USA?

—Sí.

—Puedo ayudar un poco, pero tienes que poner de tu parte, hermano.

—Gracias, Ucrania.