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Verlo dormir era como admirar a un niño, pacífico, haciendo muecas y murmurando.

Rusia gustaba ver dormir a USA porque al fin lo veía tranquilo y lindo de cierto modo.

Lástima que debía despertarlo.

Con un beso...

No. Muy cursi...

Con una mordida era mejor.

—Pero qué... —hizo una mueca de dolor—. ¡Rusia! ¡Qué te dije de...!

Un beso después, para callar esa boca escandalosa y fingir que no dejó marca en ese cuello intacto y que debería exhibirse todo el día.

Un beso largo y apasionado que robaba el aliento ajeno, que lo distraía y que era de goce para ambos.

—Baby... ¿Qué fue ese buen humor desde tan temprano?

Rusia sonrió antes de abrazarse a USA y rodar un poco hasta dejarlo sobre él. Risitas y coqueteos entre besos. Caricias y mimos antes del largo y cansado día.

—Feliz cumpleaños, América.

USA sonreía y tarareaba, se acurrucada sobre su ruso gruñón y festejaba. Adoraba la fecha, las fiestas, el caos, pero más adoró sentirse amado desde que abrió los ojitos.

—¿Y mi regalo?

—Está abajo.

—¿Qué es? ¿Qué es?

—Algo lleno de brillos y colores que puedes usar hoy.

—Mi Rusky aprendió a ser creativo —le dio un beso más—. Ahora... Si no te molesta... quiero ir a ver mis regalos.

Rusia lo dejaba ir. Resignado al exceso de energía del americano para ese día. Lo dejaba ser feliz. Porque era el día especial de USA.

Destellos [USA x Rusia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora