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—No se va a acordar.

—¿Estás seguro?

—Sí.

USA bebía su batido por el popote, haciendo ruiditos y relajándose en su asiento. Fingía que no estaba en pánico, pero Canadá lo conocía bien y por eso se estaba riendo.

—No estoy nervioso.

—Lo que digas, Ame.

—Sí se hubiese acordado, ya me hubiese dicho algo.

—Sí tú lo reconociste a pesar de que cambió tanto, puede que él también.

—No creo.

En el fondo, USA estaba rogando porque tuviera razón.

Pero no.

Y lo supo cuando alguien le tomó del brazo con un poquito de fuerza y le miró a los ojos, ocultos por sus lentes de sol, mientras sonreía.

Al menos esa sonrisa no cambió. Gentil, dulce y sincera.

—Señor América, ¿se acuerda de mí?

USA sintió pánico, pero también un cosquilleo avergonzado por sus recuerdos sobre aquella promesa dada a un niño inocente entre tanto caos.

—No —se mordió la mejilla interna—. Dime, señor tierras frías, ¿quién eres?

—Sé que mientes —rio bajito—, cuando lo haces... empuñas tu mano derecha —señaló.

—Oh shit —carraspeó—. Bien. Bien. Sí me acuerdo de ti, Rusky.

—¿No tienes algo que decir?

—¿Dónde quedaron tus mejillas regordetas? ¿Y tu rodilla raspada? ¿Y tus dientes de leche? —no pudo evitar suspirar por el recuerdo—. Tenías un huequito adorable porque se te cayó uno y...

Sus palabras murieron cuando aquella mano sostuvo su quijada y lo obligaron a mirar hacia arriba. Reconoció el gris brillante de esos ojos, esa emoción infantil que no concordaba con la apariencia del Country adulto que tenía enfrente.

—Soy más alto que tú.

—No te burles o te nalgueo, niño.

Escuchó la suave risa de aquel eslavo y sintió un escalofrío.

Ya no era una risita aguda e infantil, ahora era grave y profunda.

—Vas a cumplir la promesa.

—Eras sólo un niño, le hice la promesa al niño que me veía como un ídolo o algo así. Cómo crees que...

Sus palabras se detuvieron cuando ese rostro se acercó al suyo y sus labios fueron presionados por los ajenos. Se quedó en shock.

—La oferta es la misma —Rusia mostró una galleta y una sonrisa.

—¿Qué?

—¿Quieres ser mi novio?

USA estaba seguro de que escuchó tres jadeos, la risa de su hermano y su "yo" interno gritando en su cabeza.

Porque... ¡oh, mierda!

¿Y ahora qué?

Estaba su orgullo... Y su sentido común.

Porque era un hombre de palabra, pero tampoco era estúpido y apenas volvía a conocer a Rusia. Ya no era el niño que conoció y cuidó, ya no era ese pequeñín que le daba ternura. Frente a él tenía a un Country adulto y heredero de... ¡Oh, mierda!

—Sí.

¡Oh mierda! Al parecer su palabra ganó. Y ni siquiera estuvo consciente de su respuesta... Ni del lugar.

—¡Qué vivan los jotos! Ajúa —México era de los pocos testigos de esa época y se estaba muriendo de la risa.

—¿Qué está pasando aquí?

—¿Por qué la gordis aceptó al nuevo así? ¿Ni un cafecito le pidió?

—¿Hermano?

—Wey... Yo quisiera que me aceptaran así de fácil.

Todos alborotados y después estaba USA, quien golpeaba su cabeza contra la pared mientras repetía que era un estúpido por andar prometiendo cosas así a cualquiera sin pensar las consecuencias.

Y estaba Rusia, quien sonreía abiertamente, porque su anhelado sueño se cumplió.

Y al final estaba ONU que no entendía cómo iba a enfrentar ese asunto ahora... Y no entendía como esos dos hicieron aquello al final de una junta y no en un lugar privado.

Y... estaba Canadá, quien le susurró a Ucrania que el reencuentro salió mejor de lo que esperaban.

Destellos [USA x Rusia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora