70.

952 128 6
                                    


—Dijiste que me ofrecías galletas —agitó su regalo— Plural... Y sólo me diste una.

—Me comí la otra.

—¡Oye! ... Era mi galleta.

—Puedo comprarte más.

—Rusky... Puede ser que te acepté la propuesta —a USA le dio escalofríos—, pero que mantenga esta relación dependerá de cuantas galletas me vayas a dar.

Rusia soltó una risita, porque de pronto, volvió a ver ante sí al americano bromista que a veces platicaba con él cuando era pequeño.

—Es en serio, Rusia —mordió la galleta—. Uh, está rica... ¿De qué marca es?

—Las hice yo.

—Entonces creo que vamos a funcionar.

—¿Sólo por la galleta?

—Eso nos va a unir por ahora —lo miró—, el resto depende de ti, Rusky.

—Ya no soy el niño que conociste.

—Qué pena —suspiró—. Pero ahora enamórame con toda —lo señaló entero— tu entera existencia.

—Puedo empezar con algo.

—¿Con...?

Entonces fue besado de nuevo, sin aviso o permiso. Se sonrojó tanto que sintió su cuello caliente y después sólo escuchó la risita del eslavo.

—¡Qué carajo!

—No sabía que eras tan vergonzoso.

—¡Deja de hacer eso sin aviso! —golpeó el brazo de Rusia—. No... No puedo con tanto —se sostuvo el pecho.

—Siempre quise hacer eso... Y ahora no voy a detenerme.

—No eras así de aprovechado.

—Te dije, América... Ya no soy ese niño.

—Lo sé.

—Pero aún puedo darte amor, besos y galletas.

USA se avergonzó por la sinceridad de esa mirada, y tuvo que volver a caminar.

Evitaría mirar directamente al ruso hasta hacerse a la idea.

Aunque le iba a costar.

Destellos [USA x Rusia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora