46.

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—Señor América —el pequeño llamaba la atención al picar suavemente el brazo de USA.

—Niño.

Actuaba seriamente, porque estaba rodeado de aliados rusos fortachones y oscos. Se acomodaba el fusil en la espalda y verificaba sus gafas bien puestas.

—¿Qué hacen en sus tierras?

—Pues... Muchas cosas que ustedes hacen aquí también.

—¿Me puede enseñar algo de lo que usted hace en su casa?

—¿Cómo qué?

—No sé. Usted enséñame.

Y a USA no se le ocurrió algo más fácil que preparar un sándwich. Por eso terminó en una cocina, olvidándose del entrenamiento -era genial escaparse-, y hablando de cualquier cosa con aquel chiquitín.

Pero a veces olvidaba que debía ser un adulto y no creerse un hermano mayor otra vez. Admitía que trataba al pequeño Rusia como a su baby Canadá porque era igual de lindo.

—¿Qué haces aquí?

—Oh, fuck —se tensó, pero terminó de hacer el sándwich.

—El señor América me está enseñando a cocinar.

Silencio incómodo, USA carraspeó antes de girarse hacia URSS y fingir demencia. Pero Rusia lo delató al ofrecer parte de su preparación a aquel eslavo de mirada fría.

—No creí que supieras cocinar.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí... tú —USA río nervioso porque casi se le sale un "baby" por error.

—Prueba uno, papá —sonrió el pequeño elevando el plato.

Dos mordidas después, USA empezaba a sentirse incómodo porque URSS no le quitaba la vista de encima. Puta. Se acordó que aún llevaba un delantal encima y se lo quitó.

—Serías buena esposa.

USA observó la sonrisa afilada y burlona de URSS. Se cabreó. Porque nadie se burlaba de él. ¿Quién se creía ese?

—No soy tu chiste —se cruzó de brazos.

—Lo digo en serio.

—¡No!

Ambos adultos miraron al pequeño que reclamó, y Rusia los enfrentó como solo uno de esos niños tercos haría.

—El señor América está casado con su soltería.

—Así es, Rusky —sonrió.

—Pero eso se puede cambiar —URSS continuó con su juego, sin dejar de intimidar al americano.

—No veo cómo.

—Puedo hacer que cambies de opinión —dio su última mordida.

—Ja —USA rió—. Atrévete a tocarme un pelo —chasqueó sus dedos y enfrentó al jitomate ese—. Te reto —siseó como afrenta.

—Eres divertido... Pero no creas que olvidé tu escape al entrenamiento.

—El señor América vino aquí porque yo se lo pedí —Rusia sujetó la manga del americano—, pero ya lo regreso.

USA prometió no volver a escaparse, porque no toleraba que URSS jugara con su estabilidad emocional y su porte de macho. Ja. Estaba harto de fingir que no se creía el rey del mundo mundial.

Pero al menos sabía que el pequeño Rusia podía salvarlo de esos raros momentos.

Destellos [USA x Rusia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora