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Rusia veía a su hijo comer una funda de papitas y tuvo un mal presentimiento... Porque no era la hora de un bocadillo... Y porque él dejó a su Alexander con el americano.

—¿Quién te dio eso?

—¡Papá! —sonrió antes de comer otra papita.

—Alex... dime... ¿cuántas veces comiste hoy?

El pequeño de cinco años empezó a pensar y a mover sus deditos como contando hasta que sonrió.

—Treinta y uno.

Rusia enfureció, obviamente, porque Alex tenía un horario bien definido y una dieta acorde a su edad. Así que iba a golpear al americano idiota que arruinaba todo en un solo día.

—¡USA!

—¡Mi gruñón ha vuelto! —apareció por las escaleras y bajó entre sonrisas—. ¿Me trajiste algo, Rusky?

Un regaño doble, una aclaración de por qué el pequeño no podía comer tanta comida chatarra y una respuesta.

—Escribe las veces que comiste hoy, baby.

—Sí.

Entonces el pequeño trazó los números con rapidez y lo mostró contento a su papá Rusia. Porque le gustaba decir que sabía contar.

—Ya ves —USA infló las mejillas—. Solo eran trece.

—¡Son trece veces, USA! Le diste de comer trece veces y no es ni las tres de la tarde.

—Nuestro hijo tenía hambre.

—No puedes darle todo lo que pide.

—Oye. Tú eres el padre estricto, no puedo ser tú.

Rusia suspiró. No sabía si golpear a USA o pedir el divorcio.

Destellos [USA x Rusia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora