Destellos [USA x Rusia]

106.

Rusia sabía que USA mentía, y eso solo hizo a su curiosidad aumentar.

Porque significaba que estaba ocultando información, y que debía ser algo bastante importante, grave, o discutible.

Y por eso insistió, hasta que colmó la paciencia del americano.

En realidad, sí se estaba comportando como un niño..., pero ese era otro asunto.

—¿Por qué quieres saber?

—Entonces sí lo recuerdas.

—Bien ¡ya! —bufó exasperado—. Sí me acuerdo —se frotó el rostro—. Y cómo no hacerlo si involucraba a un chiquillo que creía que su padre era lo máximo —lo miró con pena—. Pobrecito, ¿tuviste un trauma?

—Sólo dime... —Rusia ignoró la posible burla—. Quiero entender.

—Tu padre y yo no nos llevábamos totalmente bien. Eso debería bastar como explicación.

—No basta.

El americano maldijo a URSS por engendrar a ese niño curioso.

—Esa vez —USA suspiró— yo lo critiqué por cómo criaba a todas sus colonias. Le dije muchas cosas —rio bajito—, le dolieron las verdades —negó—. Pero tal vez sí me pasé en un tema delicado.

—¿En qué?

—Le dije a URSS... Que, si pudiera venderte para ganar la guerra, lo haría —hizo una mueca—. Y puse un precio.

—Tú ¿qué?

—Quise comprarte y le dije que era un mal padre, simplón y... No sé —bufó—. Le dije muchas cosas, ya ni recuerdo cuántas fueron —se rascó la mejilla—. Pero yo estaba enojado, él estaba estresado, y bueno... Las cosas se salieron de las manos.

—¡Casi te mata!

—Sí —USA río divertido—. Casi no la cuento, pero fue divertido.

—¿Era solo eso?

—Y que rechacé su pedido de compromiso. Pero creo que eso fue secundario.

—¿Qué?

—Era un padre estresado y desesperado —se encogió de hombros—. Quiso que yo fuera la niñera de sus crías, pero...

—No creo que haya sido solo eso.

—Yo no iba a ser la niñera de nadie —bufó—. Me caían bien de chiquitos, pero no para ser su... niñera.

—No creo que...

—Después llegó México, y la presión bajó. Así que, si nos viste intentando matarnos después de eso, tal vez fue porque dije algo estúpido de nuevo.

—Espera, creo que no lo procesé bien.

—Mala suerte, niño —sonrió—. No volveré a tocar el tema de nuevo —se acomodó las gafas oscuras—. Chao, baby.

Notas finales.

No pregunten, no recuerdo ni qué quería hacer cuando escribí esto.