Capitulo 10: Conspiracy Kids

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Rose

Cuando abrí la puerta del baño encontré a Terezi cargando a la razón del creciente estrés de John y junto a ella estaba parada la razón de las muertes de las neuronas también de John. Un dúo dinámico para hacerlo quedar en estado vegetativo o con un IQ muy bajo, más bajo.

–Ahí estabas –Me acerqué a Pyrope–. Gracias por cuidarla, pero tengo que tomarla antes de que haya una muerte por infarto en el establecimiento.

–No sabía que era tuya, es linda –De una forma muy amable me entregó a Casey.

La había estado cargando como si fuera un cachorro y aunque Casey claramente no lo era ni de lejos, había sido criada prácticamente como eso, un cachorro, por lo que el que la trataran como tal no era nada nuevo para ella.

–No es mía, pero es linda –Le sonreí, pero podía sentir como Makara no dejaba de observar en silencio de una forma groseramente poco discreta.

–¿Quién se va morir? ¿Y qué es eso? –Señaló a la mascota de John, pero ya estaba encaminada a la puerta. Los minutos de muerte por infarto de John estaban en cuenta regresiva e iban muy rápido. Si quería hablar iba a tener que caminar.

Era como un repartidor de volantes: lo suficientemente insistente para seguirte el paso al menos en un rango de 10 a 15 metros. En cualquier otra situación, hubiera respondido para no dejarla con la duda, pero actualmente la salud mental de Egbert lo estaba dejando deteriorado.

–Se llama Casey, no eso –Abrí la puerta de espaldas para no dejar de sostenerla, pero era de las puertas que se regresaba así que iba aprovecharme un poco de la incertidumbre de Helen– ¿Podrías sostenerme la puerta un segundo?

Ella lo hizo y después también salió del baño, seguido de ella salió Terezi, pero ella se regresó a su mesa y Helen me siguió a mí a la mía. Repartidora de volantes.

–¿Casey? –Preguntaba como si fuera el nombre más largo del mundo, pero apostaba que dentro de la facultad había más de una chica con ese nombre o incluso tal vez dentro de su clase.

–¿Casey? –Repitió John dándose vuelta para que le entregará a su mascota, la recibió en brazos como si fuera un bebé.

–¿Dónde estaba? –Me preguntó Kanaya mientras ponía el collar de Casey en la mesa frente a John.

–En el baño, con Makara y Pyrope –Señalé a Helen antes de irme a sentar–. Y no muerde, Helen. Puedes dejar de verla como si fuera un tigre blanco.

–No lo hacía –Pero siguió observándola así.

–Helen –Una neurona murió en John al sonreírle–. Creo que ahora tengo dos cosas que agradecerte.

No realmente. La bebida había sido cortesía ella, pero se ve de lejos que ni siquiera es capaz de estar cerca de Casey y mucho menos tocarla, incluso mantenía distancia de Pyrope cuando la tenía en brazos. Puede que sea por fobia o por asco, pero de cualquier forma ella no fue quien la trajo. No necesitaba un reconocimiento, pero tampoco ella, mucho menos ella.

–Lalonde la trajo –Me miró con cierto agradecimiento por no tener que traerla ella–. Lo de la bebida –Tomó el envase–. Te lo dije, tienes unos gustos de mierda.

Concordaba con el mal gusto de Egbert, le gustabas tú.

En parte tanto yo como Dave agradecemos en el fondo saber que Helen era una chica, no importaba cómo fuera, era una chica. Rompimos con la teoría conspirativa de que quizá y sólo tal vez John había sido un homo reprimido por mucho tiempo; la otra opción que nos jodía la teoría era la privacidad que tenía con esos temas a menos que se los sacaran a flote, pero Makara fue quién totalmente quebranto años de investigación y un pasatiempo entre amigos.

Who You Wanna Be | John Egbert [Homestuck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora