Capítulo 21: Kismesis-no-Kismesis

102 14 39
                                    

27th Noviembre
3:10 P.M.

Eridan

– ¿Estás bien? –Pregunté, preocupado y asustado.

Había escuchado decenas de golpes al mobiliario del auditorio que actualmente estaba vacío, me asomé a revisar por miedo, no por curioso, ya que estaba casi completamente seguro que Aradia había dado el ancho como para ser capaz de invocar alguna mierda de fantasma dentro del instituto.

No era un fantasma, era una Makara enojada golpeando sillas del auditorio.

– ¡Vete! –Gruñó con tanta fuerza que logró modificar su voz. No hacía falta la presencia de un fantasma porque posiblemente ya había uno dentro de ella.

–No –Me abrí paso, cerrando la puerta detrás de mí– Ni yo ni las sillas tienen culpa de tu enfado.

Parece que su enfado (el cuál desconozco) que cargaba encima era mayor que cualquier molestia que tuviera conmigo ya que me ignoró por completo y siguió repartiendo golpes.

–Traes la mierda en la cabeza, muy duro –Caminé lentamente, bajando las escaleras con cuidado que la madera no rechinará y se alterará con los ruidos, como los perros–. Tienes serios problemas.

Dio una patada tan fuerte que hizo que se hiciera para atrás y cayera sentada. Hizo una rabieta que ni un bebé se atrevería.

– ¡¿Y a ti tengo a ti qué te importa?! –Se desquició con el grito que pegó– ¡¿Qué mierda quieres?! ¡¿Por qué sigues aquí, imbécil?!

Iba a contestar de la misma forma tan grosera que había utilizado en mí, hasta que dentro de su desesperación y enojo, comenzó a llorar.

Cayó al piso, con las muñecas en los ojos, limpiándose las lágrimas y mordiéndose el labio para no emitir ruido. Se soltó, pataleaba como un infante. Si de adulto era así, no quiero conocer su versión infantil.

–Mierda –Me acerqué un poco más apresurado a dónde ella– ¿Qué tienes? –La sostuve del brazo para intentaré levantarla y se soltó de una manera tan brusca que conectó su codo en mi mejilla–. Eres una puta niña de mierda.

– ¡Tercera vez! ¡Vete! –intentaba verse más calmada–. No tienes por qué estar aquí.

–Quiero saber qué te pasa –Me incliné ante ella–. Ya sé lo de tu dedo.

–Ya me lo dijiste, Ampora –Volteó a verme, pude ver cómo su rostro tenía un tono de morado pálido en la nariz y contorno de los ojos. No era la primera vez que se echaba a llorar– Ya sé que lo sabes –Hubo una pausa–. Pero a nadie le importa.

– ¿A nadie le importa que te hayan cortado el dedo? –Me agaché hasta sentarme a su lado, iba a ser la primera y última vez que me rebajaba a hacer esto por ella... Con ella, no por ella–. No te creo.

–No lo hagas –Volvió a la indignación habitual–. Cuarta vez, hazme el favor de largarte.

–Intento ser amable y preocuparme.

– ¿Y tú qué mierda vas a saber de preocupación y amabilidad? –Me sostuvo la mirada con rabia serena, de la que dolía, de la que parecía de una madre decepcionada–. No te importa, sólo te importa enterarte qué pasa con todos.

–No me conoces –Fruncí el celo ante su comentario.

–No quiero hacerlo –Habló la seriedad entre lágrimas.

Hubo un silencio que colgaba en una cuerda como ropa después de lavar. Bajé la mirada para buscar la mano donde le había reconectado el dedo, la tomé a pesar de la resistencia que puso y empecé a retirar la venda.

Who You Wanna Be | John Egbert [Homestuck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora