Capitulo 25: Por un café

99 14 48
                                    

2nd Diciembre
7:34 P.M.

Karkat 

Cualquier rana que hubiera visto tenía los ojos mejor orbitados que los de Egbert.

–No es Helen –Dijo con ese tono risueño que sonaba más incómodo que divertido–. Vaya.

No estaba seguro del todo si se estaba haciendo tonto por amabilidad, por falta de tiempo para asimilarlo o porque lo era. Votaba por la tercera. Pero para mí era claramente la segunda opción.

No sé sentía bien sacarlo, no como quisiera. No me sentía cómodo conmigo mismo por tal vez forzar a Helen a negarme o por tener a su novio aterrado por tener que soltarle la sopa a él antes que nadie. No lo había planeado así, para ser honestos.

–Sí, no es Helen –Saqué las uñas de mi boca.

Se sentía la tensión en el aire y no la quería agarrar.

–Está bien –Suspiró–. Sino es Helen, entonces está bien para mí –Realmente se estaba esforzando al hablar–. Podrías... Tú sabes ¿Ya no besarla?

–Claro, si –Tomé aire–. Perdón por eso.

Su mirada aturdida no cambiaba y ya me estaba empezando a cansar emocionalmente de todo el drama en el aura de la mesa.

– ¿Estás bien? –Se sentó un poco más cerca y alzaba la mano como si dudará en acercarla.

–Sólo te traje para pedirte perdón, anda –Le hice señas de que ya podía irse–. Y ya estamos bien así que anda ya.

–No luces bien –Finalmente decidió poner la mano sobre mi cabeza–. Yo ni sé del tema, pero sé que tú y yo somos amigos.

Vaya que cuando dije eso no le salió por la oreja izquierda.

–Los amigos se apoyan –Intento abrazarme pero me hice para atrás, aunque no le impidió hacerlo–. Tú lo harías lo mismo por mí.

–Si te gusta pensarlo así –Di palmadas en su brazo, como mi correspondencia a su abrazo–. No te quitaré esa fantasía.

Durante mucho tiempo e incluso hace no mucho, culpaba por mucho a Makara por haber cambiado el lugar de reunión para almorzar, bajo el contexto que podía ver por la ventana el estacionamiento y así no se preocuparía porque algún idiota se llevará la motocicleta, la cual normalmente traía de accesorio la llave pegada, lista para que alguien la llevará a pasear.

Para alguien tan poco maternal, se había llevado un niño a la bolsa por un café. Quién sabe qué fue lo que al final la había hecho enfocarse en alguien como John, pero lo hizo y mis sentimientos de ese entonces se sintieron ofendidos por ello, pero los que tengo ahora la culparon por haberse alejado de mí y provocar lo que provocó.

Al final, había visto suficientes películas románticas para saber que ella no tenía la culpa de lo que sintiera o no.

Dentro de lo jodida que era mi vida, no pensé que le soltaría esa bomba a John antes que a Helen, a Terezi, o... Ahg, Pyrope.

–Puedo sentir tu sonrisa –Giré ligeramente la cabeza sobre el rabillo del hombro.

No sé ni quería averiguar dónde estaba, pero ví como se estiró en el suelo, envuelta en risas y dándole un segundo pre-infarto a John.

–Coño, que ya era hora –Dijo entre risas mientras se ponía de pie–. Tú eras él único que no lo sabía.

– ¿Yo? –Preguntó John, señalándose.

Who You Wanna Be | John Egbert [Homestuck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora