Capitulo 49: Lapsus

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24th Enero
10:02 A.M.

Helen

Estar en cama más de una semana ya era una putada como para llegar al instituto con una visión terrible debido a la contusión que tuve (que iría en aumento al pasar de los días y podría ser decente al momento de la lectura), puede que la pirada sea yo, pero que me dieran apenas tres días para entregar los deberes acumulados, eso era una patada en el culo ¿Dónde tramito mi baja? Vaya universidad de mierda, ojalá atropellar a los cabrones que decidieron en junta que tres días eran más que suficientes, porque esa frase usaron: "más que suficientes". Ya verás tú.

– ¿Puedes ver a ésta distancia? –Escuchaba la voz de Eridan, conociendo que su intención era que alzará la mirada para satisfacer su aburrimiento. La mano no me paraba al andar transcribiendo los apuntes de Ampora, el tiempo estaba contado y no me daría la libertad de distraer–. Y si me caes caso, mejor. Te estoy hablando.

– ¿Puedes irte a la mierda a esa misma distancia? –Cedí suficiente atención con el comentario, en mi opinión.

–Eres una perra –Murmuró en un tono apagado antes de jalar la silla de madera junto a mí para sentarse a molestar más de cerca–. Una perra ciega.
 
–No, esa es Terezi.

–Para allá vas –Podía sentir cómo rodaba los ojos de una forma tan exagerada como la forma en cómo se sentaba, cruzando los pies debajo de la silla–. Ni siquiera pillándote recién recuperada puedes ser la mitad de amable que una persona normal.

–Ojo, eh –Un segundo me tomó mirarle de reojo antes de regresar al texto–. Me llamaste rara, cuidado.

–Que lo eres, Makara ¿Ya has visto tu sangre?

–Es igual que la tuya.

– ¡Que no!

Su presencia no era mi mayor agrado ni mucho menos, no le quería ni ver en pintura aún, puede que se me haya roto la videocasetera que guardaba las memorias del diciembre pasado, pero aún tenía una mala espina conmigo con respecto a Eridan. Muchas dudas y teorías formularía con su persona más tarde, cuando viera al 100% y el vientre no me doliera al reír, cuando John esté estable y cuando el tema de la desaparición se acabe o quizá cuando mis amigos vuelvan a ser los mismos; preguntar si me mantenía con vida cada día desde las siete de la mañana, era frustrante.

Parloteaba y parloteaba entre líneas que no escuchaba. Aprendí a estar sujeta a oídos sordos cuando estaba con él, perseverando mi línea de salud mental que temblaba cuando su acento malicioso se metía por mis tímpanos para ya no salir más. Si mi cabeza llegaba a doler de por sí cuando hablaba mucho, imaginarlo ahora era una hazaña que no quería ni intentar.

–Hazme caso –Golpeteo la mesa con un lapicero–. Que no es igual, te lo voy a demostrar.

– ¿Tú vas hacer mi tarea si lo hago?

–Sí, una poca.

Bajé el bolígrafo y le di un minuto cronometrado de mi atención.

–Se te ven lindas las ojeras –Un cumplido innecesario– ¿Pero ya viste tu nariz?

– ¿Ya viste la tuya, idiota?

–No, no –Sacó su teléfono para poner la cámara frontal y enseñármela como un espejo– ¿La ves? Esa punta morada.

–Pues sí –Le miré por el rabillo del ojo, arrugando la mirada– ¿Qué pasa con ello?

De tener el sonido de su teléfono, me la hubiera colado totalmente, pero era un imbécil y sonó al tomar la foto.

Who You Wanna Be | John Egbert [Homestuck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora