Capítulo 15

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Las finas y delicadas púas de la eriza rosada se desordenaban por sí solas debido a la alta velocidad que esta pedaleaba de su bicicleta por las ganas de llegar a su destino lo más antes posible. La joven Rose manejaba su bicicleta hacia la casa de Shadow mientras dibujaba una amplia sonrisa en su rostro, parecía la eriza más feliz del mundo ante los ojos de cualquiera, pues también cantaba la letra de una balada conocida en esos tiempos.

Anteriormente, después de tantas horas de elección, esta fue capaz de encontrar algo bonito para ir a casa de Shadow de forma presentable. Optó por llevar sus típicas booties blancas, y un vestido color celeste pastel junto a un collar de perlas que su madre le dejó como recuerdo, y obviamente llevaba la esclava que Shadow le obsequió. Esta también decidió pintar sus labios de rojo, cubrir sus pestañas con rímel para tenerlas más voluminosas, y un poco de rubor para sus mejillas; simple y sencilla, Rose se veía realmente hermosa, parecía una joven de dieciocho.

Ya había pasado Amy manejando algo de veinte minutos, y finalmente pudo llegar a casa de Shadow. Esta entró por una puerta de metal junto a su bicicleta, y lo tiró en el verde y cuidado césped del jardín delantero de Shadow.

- Espero la carta no se me haya olvidado. -se dijo Amy para sí misma buscando en un bolsillo de su vestido.

De tanto conversar y reír con Shadow cuando estaban en la habitación, Amy había olvidado entregarle a Shadow la carta de agradecimientos que realizó junto a Cream. Por suerte, cuando esta se colocaba su vestido, recordó la carta el cual estaba visible ante sus ojos, pues estaba en el velador del lado derecho de su cama.

"Aquí está"; dijo Rose encontrando la carta, y analizando si se encontraba dañada, pero la hoja no se encontraba arrugada. Rose suspiró alegre, y se acercó a la puerta principal de la casa de Shadow. Entonces, los pasos y regaños de un erizo negro conocido para Amy se hicieron presentes, haciendo que Rose emite una risita, pues Shadow al parecer estaba renegando al pequeño Silver.

De pronto, Shadow, quien estaba vestido con su uniforme de trabajo, abrió la puerta, y se quedó avergonzado por haber renegado estando Amy en la puerta de su casa. Rose le sonrió tiernamente, y se acercó a él para besarle en la mejilla.

- Hola, gruñón. -saludó Amy entrando a la casa del erizo.

- Lo siento por mis gritos, es que parece que hay una fiesta infantil en mi casa. -dijo Shadow señalando a Silver jugando con Mina y Honey.

- ¡Oh, vaya! Qué divertido, también quiero unirme a la fiesta, chicos. -comentó Amy acercándose a los niños.

Entonces, Silver, al ver a la joven Rose en su casa, se puso de pie rápidamente, y fue a abrazar a la eriza rosada, quien lo esperaba con los brazos abiertos. "¡Emmy, Emmy!"; exclamaba el pequeño plateado como siempre ya que aún no sabía pronunciar el nombre de la amiga de su padre.

- Hola, señorita Amy. -saludaron las niñas Mina y Honey.

- Hola, chicas, ¿Cómo están? Vinieron a cuidar a Silver, ¿No? -supuso Amy bajando al pequeño de sus brazos.

- Sí. -respondieron ambas.

- ¡Pues qué bien! Porque yo también he venido a hacer lo mismo. -comentó Amy regresando al lado de Shadow, quien la miraba con una sonrisa de lado.

Estando ya la joven al lado del erizo, se quedaron mirando entre sí, y se sonrieron; a Shadow le encantaba cómo la eriza se había vestido, la hacía ver una chica muy formal, a pesar de que Amy escogió ropa normal.

- Te ves preciosa, Rose. -comentó este sonrojado- Quiero decir, te ves muy bien. -cambió Shadow de inmediato sus palabras, haciendo reír a Rose.

- Gracias. Tú también te ves bien, Shad. -dijo Amy.

Destino Inesperado [Shadamy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora