a r t e y e d a d - s e g u n d a p a r t e

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Nos secamos juntos usando una grande, anaranjada y suave toalla de Gerard. A pesar del hecho de que odiaba hacer tareas sin sentido, sus toallas olían bien y eran tan suaves, casi podía jurar que las lavaba todos los días. O tal vez Vivian lo hacía; parecía más bien una madre que una amiga del artista, constantemente le llevaba comida y, probablemente, también lavaba su ropa. Gerard, obviamente, no tenía una lavadora en su apartamento, y dudaba, que con el estado de súper mantenimiento del edificio, tuvieran una lavadora (que funcionara) en el sótano.

Me parecía un poco gracioso que un hombre adulto aún tuviera personas que cuidaran de él, ya que eran forzados lujos de poca complicación que él no necesitaba. Nunca le pedía a Vivían que le llevara comida; de hecho, él siempre rodaba los ojos cuando su mejor amiga llegaba con tuppers llenos de sobras. No pedía ser ayudado porque estaba contento consigo mismo, incluso si sus toallas olían como arroyo de montaña o que no tuviera ni siquiera una lata de atún para comer. Pero al contrario, si la gente estaba dispuesto a ayudarlo, él estaba más que dispuesto a dejarlos.

Sacudí mi cabeza para eliminar la humedad de mi cabello, mientras que Gerard se secaba delicadamente. Se enrolló la toalla a lo largo de su espalda, tapando sus muslos y cadera antes de volver su atención a mí. Insistió en secarme, enrollando la toalla alrededor de mi cabeza, me envolvió como a un niño. Se sintió raro al principio, pero, al igual que Gerard que dejaba que otras personas se ocuparan de él, deje que él se ocupara de mí. Era tan delicado, secaba mi cuerpo suavemente con la toalla, casi sin tocarme, sólo lo suficiente para conseguir absorber el agua fría y secarla de mi cuerpo, enviando escalofríos por todos mis nervios.

Empezó con mi cabeza, sacudiendo mi cabello con sus manos, y terminó en los dedos de mis pies, poniéndose de nuevo de rodillas frente a mí, mirando hacia arriba con los ojos bien abiertos mientras secaba mis pies. Le sonreí, apreciando el acto, sin nada de intención sexual. Todo era sobre la atención, me di cuenta de que la atención llevaba mucho más tiempo y esfuerzo que el sexo que acabábamos de practicas hace unos momentos. Tal vez hasta horas, incluso.

Cuando por fin salimos de cuarto de baño y entramos a la sala de Gerard, el aire menos denso y frío se apodero de mí, junto con una enorme ola de cansancio. El calor y en vapor de la ducha, junto con el sexo que tuvimos en todo el día me golpeó como una tonelada de ladrillos, rompiendo mis rodillas, así que apenas podía soportarme. Sin embargo, Gerard estaba a mi lado y al verme tropezar, rápidamente envolvió sus manos alrededor de mí. Sus cejas se levantaron con preocupación mientras miraba hacía mí, con mi cara de sorpresa y cansancio. Había cerrado fuertemente mis ojos cuando me tropecé, y me sorprendí cuando no llegué a tocar el suelo. Cuando los abrí y miré la expresión de Gerard, traté de darle una sonrisa, para mostrarle que estaba bien, solo un poco agotado. Mi sonrisa demostró debilidad, y si no hizo, lo demostraron los tropezones que di cuando comenzábamos a caminar. Estaba jodidamente cansado y tal vez se debía a estar despierto a altas horas de la madrugada. El agarre de Gerard se apretó alrededor de mi cintura, de pura preocupación esta vez, en lugar de urgencia, como hace unos momentos, ladeó su cabeza y rodó los ojos, mientras reía un poco ante mi obvio (y fallido) intento por seguir de pie.

-"Vamos a la cama"- susurró en voz baja en mi oído mientras me conducía hacía la izquierda, directo a la puerta negra de su habitación. No puse ninguna objeción, así que como no tenía ninguna fuerza para ir por mí mismo, me dejé llevar.

Su habitación estaba a oscuras, sin ninguna luz, a excepción de los pequeños rayos que venían de la puerta principal del apartamento, y se iluminaban en su cama como pequeños círculos anaranjados. Su mano estaba en la parte baja de mi espalda mientras me dejaba en las sábanas, se sentían tan suaves como la piel de alguna fruta, las levantó y me puso debajo de ellas, después me arropó con ellas. Dejó la puerta entreabierta por lo que todavía había luz en la habitación, lo que permitía que pudiéramos observarnos.

1. the dove keeper (frerard) *traducción*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora