Tomar fotografías en lugar de tocar musica era algo bueno, porque no perdía completamente la audición después de hacerlo. Nada podía penetrar mis tímpanos, excepto el ruido blanco y sordo de constantes murmullos que estremecían mi sistema. Me recordó a las alas de las mariposas, aleteando constantemente, tratando de escapar del peligro, pero sólo logrando chocar juntas, arruinando su intento de escape. Sentí como si mis propias alas de mariposa, o lo que sea que hubiera tenido momentos antes, hubieran sido arrancadas y mis propios dedos manchados. Ni siquiera era yo quien necesitaba escapar del peligro. Para la persona que lo hizo, ya era demasiado tarde.
Puede que estuviera sordo, pero aun así conservé mi vista, sin importar cuán deteriorada estuviera. Todo a mi alrededor era una masa de colores y formas, moviéndose sin ningún orden en particular. Fue una infracción caótica que brillaba dentro de mi mente, sólo impulsada más cuando aparecieron las luces parpadeantes azules y rojas de la ambulancia. Además de ser sordo, también era tonto. Ni siquiera las luces rojas intermitentes de la larga camioneta blanca, la camilla, la cara preocupada de Vivian y Jasmine sosteniendome de las mangas me dieron una idea de lo que estaba pasando. Me costó ver el rostro del hombre que amaba y apenas reconocía cuando todo se hundió, demasiado profundo, como una aguja para tatuajes que grababa todas las cicatrices prohibidas con tinta para que el mundo pudiera verlas. El mundo estaba reunido afuera de la pequeña galería de arte, buscando un buen espectáculo de sábado por la noche. Este no era un buen espectáculo, era un espectáculo horrible, y quería que toda la gente se fuera. No podía oírlos, pero podía gritar.
Fue el lamento ensordecedor de terror lo que me devolvió a la realidad, al horrible destino que tenía enfrente. Me di cuenta de que había sido mi propio lamento todo el tiempo, mi lamento de terror que ni siquiera reconocí. Habían atacado a Gerard. Lo metieron al pequeño vehículo blanco tan rápido que ni siquiera pude hacer algo al respecto. Sólo pude ver su cabello negro coronado por piel blanca y sangre, oh Dios. Había sangre. No había tanta, pero Gerard iba vestido de negro. Siempre vestía de negro. Eso no permitía que las manchas de sangre se vieran. Eso no permitía que se viera cuánto dolor sentía, cuántos huesos se le habían roto o cuántos puntos necesitaría. Traté de correr hacia las puertas de la ambulancia, gritando hasta que mi voz se volvió ronca y desapareció, pero me las cerraron en la cara. Vi cabello rojo detrás de Gerard, y aunque sabía que estaría a salvo con Vivian, no sabía qué más hacer. Quería perseguir a la ambulancia, pero otra fuerza, más fuerte y más poderosa que cualquier otra que hubiera experimentado, me estaba jalando hacia atrás. Joder, me arrastró lejos de la ambulancia y me tiró al asiento trasero de un coche. Tenía las piernas extendidas sobre el asiento, el coche se puso en marcha antes de que los cinturones de seguridad pudieran ser puestos. Maldije, grité e incluso le escupí al extraño que me había arrastrado ahí hasta que escuché el leve, casi lejano gemido de mi madre.
Ella estaba en el asiento del pasajero, con las manos en la cara, aferrandose a sus pendientes colgantes y deseando volverse sorda. No era un destino tan agradable, pensé con amargura. Ser sordo no distinguía el hecho de que el extraño que me había secuestrado seguía siendo un extraño, pero con un rostro que conocía. Mi padre me miró por el espejo retrovisor y luego apartó la mirada justo cuando doblaba una curva cerrada. No quería prestarme atención en ese momento, diciéndome que me callara y cerrara la boca hasta que llegáramos a casa. No lo escuché. Iba a gritar todo el camino.
Mi voz finalmente cedió cuando rodeamos la acera hacia nuestra casa. Mi padre estacionó el auto de golpe antes de salir disparado como alma que lleva el diablo. Sin embargo, fui mucho más rápido que él, sintiéndome ligero en mis pies por no tener el cinturón de seguridad puesto. Corrí tras él, mi madre tomó un breve pensamiento en mi mente. No tuve tiempo de sentirme culpable ni de sentir lástima por ella. Solo necesitaba arrinconar a mi papá y hacer... algo. Ni siquiera sabía lo que iba a hacer. Mi cerebro no se había puesto al día con mi cuerpo, y estaba adentro todavía gritando antes de que mi mente pudiera adaptarse.
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1. the dove keeper (frerard) *traducción*
FanfictionFrank es un muchacho de diecisiete años de edad que no quiere crecer y tiene pequeñas aspiraciones para cualquier cosa más allá de estar parado afuera de la tienda de licores local y emborracharse. Pero cuando conoce a Gerard, el viejo y conocido ar...