a l g o - p r i m e r a p a r t e

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No supe por cuánto tiempo estuve tomando fotos camino a casa, pero ya había entrado la tarde cuando bajaba la calle. Parecía que una vez decifré lo que llenaba el vacío en mis manos, no podía evitar usarlo. Me sentía como un pájaro que había estado enjaulado toda su vida, y cuando finalmente se le daba libertad, se volvió loco. Tomaba fotos de todo lo que veía, y aunque parecía frívolo, trivial, y como si solo estuviera perdiendo rollo, no lo era. Esta cámara era una preciosa fuerza de vida en mis manos, recién nacida, esperando explorar el mundo. Y yo era su padre, comenzando a ver el mundo desde nuevos ojos. Todo era hermoso. Había hablado antes sobre ese concepto con Jasmine, pero solo había estado regurgitando las palabras de Gerard, y me forcé a mirarlo a través de sus ojos. Sus ojos de pintor. Sabía que él tenía razón, y veía algo de belleza en todo, pero nunca pude entender por qué debía volar sin parar durante horas sobre una pequeña cosa, cuando la veía, la observaba y la dejaba pasar.

Ahora sabía por qué. Había estado mirando todo a través de la mentalidad equivocada. Por supuesto, no podía ver a través de sus ojos de pintor -yo no era un pintor. No sabía cómo llamarme a mí mismo en este momento; Todavía estaba demasiado fresco, demasiado nuevo como para tener un nombre. Solo estaba tomando fotos, y esta era la lente a través de la cual se suponía que debía ver. Y vi todo.

Era como si hubiera sido ciego antes, y al poner mi ojo detrás de la lente gruesa y presionar el botón, todo el mundo se volvía más claro para mí. Todo volvía a tener sentido, incluso si aún había dudas aleatorias sobre Gerard, mis padres y las acusaciones que se me imputaban, yo seguía fascinado fotografiando la basura esparcida que se cruzaba frente a mí en mi camino. No era solo basura para mí. Joder, significaba algo. Las envolturas de barra de caramelo estaban bloqueando mi camino, bloqueando mi paso, y haciendo que no quisiera pisarlas, como las grietas en la acera. Me preguntaba qué hueso rompería en el cuerpo de mi madre si pisaba la línea de basura en lugar de una grieta en la acera, y tomé una foto de mis reflexiones. Tomé fotografías de la basura, antes y después, a veces mi pie sobresalía en la imagen. Los pensamientos venían a toda velocidad, chocando entre ellos al interior de mi cráneo. No podía creer en mi mente. Nunca había pensado de esa manera. Nunca antes había sido así. Quería correr y gritar a todo volumen -pero de felicidad, o algo así. Tenía esa fuerza dentro de mí, ese impulso carcomiendome de antes, sólo que más fuerte ahora -muy fuerte. Ese impulso ya no arañaba como lo había echo antes cuando no tenía voz. Tenía un vicio del cual hablar ahora, y había estado en silencio durante casi dieciocho años. Estaba aprendiendo el idioma a través de los negativos de forma rápida, y tenía una -muchas- palabras por decir. Me sentía como Travis cuando estaba en uno de sus frenesíes al azar inducidos por las drogas, solo que esto era mucho mejor. Esto no se trataba de una sustancia de la que había abusando. Era algo puro y completo que podía sostener en mis manos, -y encajaba jodidamente bien en mis manos-. Tendría algo tangible; después tendría algo que mostrar, de que hablar, que me dé una loca reacción de histeria, no solo una resaca o un bolsillo vacío donde solía haber dinero.

Aunque tomaba fotos y pensaba como un genio, estaba lejos de dominar mi habilidad en la cámara. Podría tomar fotografías, pero aún no sabía exactamente cómo sacarlas de la cámara. Era un modelo muy antiguo, fotografiaba bien, pero no es lo que sueles dejar en una tienda local y regresar por ella en una hora para conseguirla. Era algo para lo que necesitaría una habitación oscura, y eso era algo que solo había visto en la televisión. No sabía dónde aprendería sobre revelar las fotografias de esta caja infernal, pero tenía tiempo para descubrirlo. Encontraría una habitación oscura, compraría más rollo, haría que todo sucediera. Mi objetivo principal solo era tomar fotos. Podría preocuparme por los detalles menores después.

Había comprado los seis rollos de película que habían estado al lado de la cámara en el aparador, mi anticipación se estaba gestando dentro de mí. El cajero, un viejo hombre de mediana edad prácticamente sin cabello en su cabeza brillante, me había dado una extraña mirada cuando me llamó mientras yo prácticamente bailaba de puntillas. Pudo haberme dado tantas miradas raras como quisiera. No me importaba; Estaba jodidamente emocionado. No podía esperar para mostrarselo a alguien.

1. the dove keeper (frerard) *traducción*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora