i n t i m i d a d - s e g u n d a p a r t e

126 15 0
                                    

Con manos temblorosas, empecé mi exploración. El beso que compartimos se fue profundizando, nuestras lenguas se envolvían alrededor de la boca del otro, la saliva de ambos y los sonidos de succión salían de nuestras bocas, podía oírlas y sentirlas mientras me movía hacia abajo. Succioné y lamí su cuello con cautela, subiendo en veces para atacar el lóbulo de su oreja. Soplaba ligeramente en su oído a medida que asomaba mi lengua por los bordes, con la esperanza de que se sintiera tan bien como cuando él lo hacia para mí. Cuando jadeó, inclusive antes de que pusiera mi lengua ahí, y presionó sus manos en mi carnosa espalda, me di cuenta de que estaba haciendo un buen trabajo.

Mis manos estaban apoyadas en sus hombros y de vez en cuando le nada un ligero apretón, pero cuando empecé a moverme hacia abajo, las use para ahuecar su pecho y frotar sus pezones con la punta de mis dedos. Mi lengua colgaba de mi mandíbula, dejando un rastro húmedo desde su cuello hasta si clavícula, donde empecé a succionar de nuevo su carne con sorprendente facilidad.

No estaba tan nervioso con esto; Ya lo había hecho antes, pero había un momento de pasión en donde mi cabeza no podía pensar correctamente y me jodía. No podía sentir miedo si pasaba, era sólo Gerard. No era tan difícil. Besarse y tocarse eran necesidades humanas, y emocionales, era lo mismo para cualquier género. Sin embargo, ahora sentía el miedo y nerviosismo correr por mis venas. Había besado a chicas antes, aunque no a muchas, y siempre bajo influencia del alcohol, pero nunca fuimos más allá de besos. Nunca había hecho nada con un chico. No sé como se suponía que debería sentirse o que tenía que hacer, porque siempre era él quien hacía todo. Aún así, sólo sacudí mis manos y dejé ir mi mente, de alguna manera, sabía que podía manejar la situación. Estaba pensando en Gerard. Podía sentirlo, -a todo él- junto el miedo y la ansiedad. Lo estaba saboreándolo, su esencia y su carne irradiaban en mi mente y luego bajaban a mi pene. Se había puesto un poco más blando, ya que nos habíamos puesto a discutir su problema, pero ahora que habíamos empezado el contacto físico, una vez más, estaba listo.

Sin embargo, Gerard aún no.

Pude sentirlo debajo de mí y nada había cambiado aún, excepto el ligero movimiento de sus caderas contra mí. Sabía lo que tenía que hacer, pero eso me asustaba aún más. Iba a tener que tocarlo. Quería hacerlo -Dios, había querido hacerlo desde hace mucho tiempo. Pero Gerard ya había experimentado con muchas más personas que yo, y ya muchas manos lo habían tocado. Era treinta años mayor que yo, y aunque no sabía sobre sus aventuras pasadas, podía apostar que habían sido muchas. Tenía mucho contra qué competir, y no tenía muchas experiencias previas a las cuales poder recurrir en caso de ayuda.

¿Que pasa si hacia algo mal? ¿Y si lo lastimaba? Me preguntaba frenéticamente en mi cabeza. No tenía nada que me indicara si estaba haciendo bien las cosas; Gerard no podía lograr una erección para demostrarmelo, y cualquiera podía fingir un gemido.

Empecé a recorrer un camino hacia abajo, centrándome en besar su piel una y otra vez. En veces eran picotazos rápidos, con mis labios frotando su piel muy ligeramente, pero las demás veces eran besos profundos, chupaba lento, succionando su piel y todo lo que pudiera con mi boca, ya podía sentir el calor de su cuerpo. Mis dedos, que antes habian estado frotando sus pezones, ahora estaban sobre sus caderas, lo que provocó que se deslizara un poco más hacia abajo, conmigo aún a horcajadas sobre él. Cuando llegué a sus pezones color escarlata, metí uno a mi boca, girando mi lengua alrededor de la zona y respirando pesado. Mi cabeza estaba por debajo de su pecho y podía alcanzar a oír el bombeo de su sangre, los latidos de su corazón y los latidos resonando dentro de su piel. Succioné más fuerte en respuesta, sabiendo que no se podían fingir latidos como los que su corazón hacía. Incluso, mordisqueé un poco, rozando mis dientes contra la tersa piel, lo que provocó que diera una brusca sacudida. Me moví al otro pezón al poco tiempo, tomando poco a poco mi ritmo, ya estaba empezando a ganar un poco más de confianza. Las caderas de Gerard embistieron contra mí y sus manos, que habían estado frotando mi espalda de arriba hacia abajo ahora estaban sobre mis 'manijas del amor' a los costados. Estaba a horcajadas sobre sus muslos, dejando un espacio por el que nuestras entrepiernas se dejaban ver. Se movió y tomo mi mano con un fuerte agarre, guiándola por debajo de su cintura, pero sin colocarla precisamente ahí. Puso mi mano cerca para hacerme saber lo que quería, pero no de forma tan directa. Casi deseé que hubiera puesto mi mano sobre su pene desde un principio, así no habría perdido tanto tiempo pensando y debatiendo mis movimientos.

1. the dove keeper (frerard) *traducción*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora