Llegó la mañana, en realidad me desperté a una hora bastante decente. Había estado durmiendo hasta mediodía todo este tiempo, saboreando la noche por cualquier intento de creatividad. Jasmine a veces se quedaba hasta tarde los viernes y los sábados, pero ayer había sido una noche con una atmósfera completamente diferente. No supe en que momento comencé a ser creativo, especialemente desde ayer que de la nada empecé a lanzar y crear medios. Debí haberme quedado dormido antes de mi estándar de las tres de la mañana porque cuando desperté, los números de mi reloj despertador decían que aún no eran las nueve de la mañana. Mi cuerpo se sentía relajado y cálido envuelto en mi edredón, aun así arrojé las sábanas hacia un lado y decidí enfrentar el día.
Cuando entré a la cocina, me sorprendió encontrar a mi madre de pie en el mostrador. No fue su presencia lo que me sobresaltó al principio, sino cómo se comportaba ella misma, con miradas y gestos. Llevaba puesta su falda de verano color malva, muy larga y ondulada, y una blusa blanca cremosa con botones. Estaba bebiendo café y mirando hacia el espacio cuando entré, y no pareció notarme en mis bóxers y camiseta sin mangas hasta que abrí la nevera.
-"Buenos días"-, dijo con el mismo tono de voz que siempre. Aunque había mejorado un poco al creer lo que sucedía a su alrededor, los supuestos actos que Gerard había cometido la irritaban. Me sorprendía que incluso se levantara de la cama tan temprano, y se vistiera de esa forma.
-"Buenos días"-, dije de regreso, y luego vocalicé mis pensamientos. -"¿Por qué estás tan elegante?"
-"Siempre me visto bien este día."-, explicó, quitando los ojos del suelo y mirándome mientras tomaba mi cereal. Le di una mirada vacía; ¿Qué día era hoy? No tenía ningún concepto de tiempo menos ahora que me estaba salteando la escuela a derecha e izquierda.
-"Iglesia, Frank"-, me explicó severamente. -"Solo porque no la has sido desde los trece años no significa que la olvides por completo, ¿o sí?"-
-"No"-, respondí rápidamente,
sorprendido de lo defensivo que había estado. El aire se instaló entre nosotros, tapé la leche y la volví a meter a la nevera. Levanté un taburete, me senté en el mostrador de la isla en nuestra cocina, viendo cómo mi leche devoraba los copos helados que tenía enfrente.-"Ven conmigo"-, mi madre habló de repente. No me estaba mirando mientras decía las palabras, miraba analiticamente el piso. Sus ojos no necesitaban los míos para saber que hablaba en serio. Sus palabras se clavaron en mí, y tragué la masa en mi lengua incluso antes de intentar decir algo.
-"No lo sé..."- Comencé a alejarme, moviendo mi cuchara mientras hablaba.
No había ido a la iglesia desde que tenía trece años, y no había tenido ganas de ir mucho desde entonces. Parecía una perdida de tiempo y energía en mi mente; Prefiero estar tomando fotos, o cualquier cosa realmente.
-"Esa no es una opción, Frank. Ven conmigo"-. Ella entrecerró los ojos, sorprendiéndome. Mi madre nunca solía exigir nada de mí, incluso cuando era pequeño. Ese había sido el trabajo de mi padre. Miré alrededor de la cocina de repente, preguntándome dónde había desaparecido su presencia.
Ella pareció leer mis pensamientos y se despertó rápidamente. -"No habrá nadie más en la casa que te vigile. Tu padre está con sus amigos, hoy se está encargando de algo para el trabajo"-.
-"Espera, ¿él no irá a la iglesia?"- Pregunté, ignorando el hecho de que ella pensaba que necesitaba una puta niñera.
Si hubiera algo de lo que pudiera contar mi padre, sería de su perseverancia para sentarse dentro de ese viejo y mohoso edificio religioso. La iglesia era una necesidad, una compulsión y casi una verdadera obsesión para él. Él siempre iba. No era un gran fanático religioso ni nada por el estilo, pero era algo primordial en su mente. Iba todos los domingos porque eso era lo que se suponía que debías hacer y, joder, todo estaría maldito si mi padre no seguía siempre seguía las reglas. Nunca hablaba de Dios o de la iglesia fuera del edificio estrecho, y como lo recuerdo, no se veía tan feliz cuando adornaba el interior, pero aún así iba. Probablemente era un condicionamiento de rutina dentro de su mente que su vieja madre católica había puesto dentro de él desde que era niño. Incluso mientras envejecía, en cierta devoción por ella, obedecía sus órdenes.
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1. the dove keeper (frerard) *traducción*
FanficFrank es un muchacho de diecisiete años de edad que no quiere crecer y tiene pequeñas aspiraciones para cualquier cosa más allá de estar parado afuera de la tienda de licores local y emborracharse. Pero cuando conoce a Gerard, el viejo y conocido ar...