a f e r r a d o - p a r t e u n o : a u n a v i d a - p r i m e r a p a r t e

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No pude dormir esa noche, y realmente, ni siquiera me sentía cansado. Era extraño cómo mi cuerpo podía liberar endorfinas en tal oleada que dejaba mi mente completamente despierta, pero mis miembros y mi torso pesaban. Era como si hubiera consumido éxtasis (una droga que conocía un poco, pero que en realidad nunca había consumido), pero mientras drenaba el líquido espinal, lo reemplazaba con plomo. Me sentía pesado, indolente y letárgico, aunque no podía quedarme dormido. Era como estar en coma, escuchar y ser parte de todo lo que te rodea, pero sin tener voz ni voto en nada. Estaba en silencio; atrapado. Todo estaba en manos de mis padres ahora. Yo sólo era un espectador.

Ni siquiera estaba seguro de poder decir más sobre los padres; ¿O debería decir sólo madre? Después de todo, mi padre había renunciado a sus derechos parentales en mi crianza, al menos por esta noche. Incluso si era algo temporal de su parte, estaba bastante seguro de que mi destrucción de su legado eliminó todas las dudas de nuestras mentes. Estaba Anthony, y luego estaba mi madre. Dos entidades separadas y dos listas separadas, pero todavía estaban trabajando juntas. Anthony siempre había sido Anthony para mi madre, por lo que no veía ninguna razón para separarse de él. A través de las finas paredes de papel de mi casa, que sólo se hacían más fuertes con capas de pintura, podía escuchar a mis padres hablar y discutir en su habitación hasta altas horas de la noche. El arresto y la pelea parecieron durar años de mi vida, pero cuando agarré mi reloj de la mesita de noche, vi que aún no era ni temprano en la mañana. Eran aproximadamente las tres de la mañana, demasiado tarde para no estar en la cama, pero también era demasiado temprano como para estar despierto y deambulando.

Con oídos ansiosos, capté pequeños fragmentos de su conversación. Escuché a Anthony decirle a mi madre, exigirle, en realidad, que nunca más volviera a ver a ese artista. Sus palabras dolían, pero no podía esperar nada más de él en este momento de mi vida. El incidente que hizo doler aun más mis heridas abiertas y filtradas fue que mi madre dijo que sí en respuesta. No hubo dudas, no hubo confrontaciones. Fue solamente un simple sí. No sabía lo que esperaba de ella, pero quería que me defendiera en cierto sentido. ¿No seguía siendo mi madre? ¿Aún no era esa mamá de la que me había hecho amigo incluso después de llegar a casa tan tarde por la noche? Ni siquiera podía recordar su nombre en la parte superior de mi cabeza. Ella no podía ser sólo una persona para mí, tenía que ser mi defensora. Mi madre.

Empecé a revisar nuestra relación en mi cabeza, y me di cuenta de que lo había sido. Me había permitido salir ignorando el toque de queda todas esas noches, llegar tarde y decidir no contárselo a mi padre. Siempre había sido una madre, una mamá. ¿Pero yo había sido el hijo adecuado con ella?

La respuesta era clara en mi cabeza, y mi interior se me cayó de las manos cuando tracé la palabra simple y sólida. No. No, no había sido un buen hijo para ella. Llegar a casa tarde era algo que se espera de mí. Soy un adolescente. Pero le había mentido, profusamente, continuamente. Justo como ella me lo dijo en el auto. No necesitaba saber todo sobre mi vida, pero estaba harta de mis mentiras. Inclusive yo estaba harto de mis mentiras, pero fue lo único que me mantuvo con vida. Ahora, estaban cayendo, y me sentía muerto.

Mi madre no denunciaba sus roles parentales, pero los estaba cambiando. Se estaba haciendo más fuerte, más militante, como lo había sido mi padre. No se rebelaría contra la brutalidad de ninguna manera, pero tenía que dejar de ser tan pasiva. Necesitaba dar un paso al frente y asegurarse de que su hijo estuviera a salvo, en lugar de feliz. Sabía la verdadera razón, o lo que la gente le decía que era la verdadera, del por qué me había ido todas esas noches. Ella pensaba que estaba sufriendo, que estaba siendo lastimado, y sabía que se culpaba a sí misma por eso. Se culpaba a sí misma por no ver y detener a su pequeño niño de ser abusado por un pedófilo que vivía en la calle. Se culpaba a sí misma por mi ira y mi despecho, e incluso la violencia de su propia pareja. Mi madre quería hacer felices a todos, pero sólo se sentía insatisfecha y agotada. Ella me había dejado deslizar entre sus dedos; no iba a volver a suceder.

1. the dove keeper (frerard) *traducción*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora