A medida que la mañana se filtraba a través de las pequeñas grietas en la puerta, perezosamente abrí los ojos. Gerard no estaba ahí. Todavía podía sentirlo -sentía como si acabara de levantarse, la forma en que su cuerpo seguía grabado a las sábanas, y su calor en mí. Mi cuerpo estaba pegajoso y sucio, que es lo que sentía la mayoría de las mañanas cuando despertaba con Gerard. Había algunas veces que teníamos numerosas duchas durante todo el día; el sudor y la pintura reinaba en nuestra tenue piel. Mi piel no estaba tan húmeda como de costumbre, probablemente porque me había despertado sin su cuerpo presionando el mío. No era algo muy a menudo porque siempre al menos uno de nosotros se entretenía tocando el cuerpo del contrario, buscando algo más. Apreté mis ojos cargados de sueño y mi cara contra la almohada, su olor flotó hacia mí. Era un olor distinto, entre a cigarrillos, y un fuerte olor astringente de acrílico u alguna otra pintura. Dependiendo de cuánto tiempo estuviera consumiendo vino, o de cuanto tiempo estuviéramos consumiéndonos el uno al otro, había diferentes olores de él. Olía tan bien, a pesar de la invasión de cada olor en algunos días. Estaba bastante seguro de que sólo me gustaba el olor porque me recordaba a él. Ese olor era Gerard, y en el momento en que golpeaba mis fosas nasales, me traía de vuelta a él. El olor desencadena recuerdos, había oído, y era muy cierto, incluso si los recuerdos que se desencadenaban eran de años. No tenía ni idea de qué era lo que olía. No podía decirlo, y realmente, no debía hacerlo.
Ahora que estaba completamente despierto, esos temas frívolos desaparecieron de mi mente, empecé a pensar en exceso sobre la situación. Entré en pánico. Había estado acostumbrado a despertar entre sus brazos para este punto de nuestra relación. De repente, su olor no desencadenó buenos recuerdos de la primera vez que había fumado delante de mí, pero si de la primera mañana después de que tuvimos sexo. ¿Gerard me había abandonado? ¿dónde estaba? No pudo haber ido a comprar provisiones; No necesitábamos más. Tampoco salió a comprar comida; siempre tenía pan y queso fresco en su casa, y las botellas de vino aún llenaban los estantes. Y aun así, en caso de que se hubiera quedado sin comida, habría esperado a que me despertara para decírmelo. O al menos eso creo. No lo sabía con seguridad; La cuestión nunca había surgido. El sentimiento de déjà vu me estremeció, pero no había forma de que me abandonara de nuevo. No después de la noche que tuvimos. Me había contado casi todo sobre sí mismo, y sobre sus antiguos amantes. Incluso hablamos de amor, o de consumo, como él mismo dijo. Fuera lo que fuera, habíamos hablado de ello.
¿Eso fue lo que lo asustó? Me pregunté, pero todavía no tenía una pista de la respuesta. Mis pensamientos impetuosos e irracionales se quesaron agusto en unos momentos cuando oí la llave del agua corriendo. Pude respirar de nuevo. Seguía aquí, y las cosas seguían igual de bien. Mis recuerdos se pusieron a gusto, aunque mi cuerpo se sentía entumecido y rígido por nuestra falta de movimientos repentinos de empujones de placer durante la noche, y por la forma en la que había dormido. Con cuidado extendí mi brazo detrás de mi cabeza, con una idea formándose en el fondo de mi mente. Quité las sábanas de mí con prisa, mis miembros se repusieron súbitamente, y corrí lo más tranquilo que pude a la cocina.
Gerard siempre comía en cuanto se levantaba de la cama. Ya que constantemente se quedaba sin comer durante mucho tiempo, por estar completamente absorto en su arte o en mí, que cuando se iba a la cama, su hambre seguía ahí. Siempre era tan pertinente que por la mañana, antes de que nada le distrajera, necesitaba llenar ese vacío. Sus desayunos eran siempre enormes, involucrando taza tras taza de café, algunas frutas frescas, el pan francés grueso que comíamos y queso y a veces mantequilla. A veces también tenía leche, pero nunca cereales. Eran demasiado comerciales para él, me dijo. Demasiada azúcar. Yo había comprado en algunas ocasiones alguna caja de Frosted Flakes cuando me cansaba de pan francés todo el tiempo, pero nunca me hartaba. No estaba aquí para comer; estaba aquí para consumirlo.
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1. the dove keeper (frerard) *traducción*
FanfictionFrank es un muchacho de diecisiete años de edad que no quiere crecer y tiene pequeñas aspiraciones para cualquier cosa más allá de estar parado afuera de la tienda de licores local y emborracharse. Pero cuando conoce a Gerard, el viejo y conocido ar...