a l a s a r t í s t i c a s

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El tiempo pasó como si se tratara de una mariposa, demasiado frágil y quebradizo como para moverse rápidamente contra el viento. Pasó volando lentamente, liberándose gradualmente de sus capullos mientras las manecillas del reloj se arqueaban. Pero me sentí como si estuviera atrapado en alquitrán, mis pies no querían moverse. Después de haber atravesado la barrera blanca de mi puerta y quedarme atrapado dentro de mi habitación, me enfrenté a muchas otras incertidumbres. Mis padres habían sido un obstáculo que enfrentar, y ahora, aunque nuestra relación aún estaba hecha pesazos, seguía teniendo una cadena de esperanza a la cual aferrarme. Mi madre iba a ir, a pesar de los malévolos recelos de mi padre. Él se quedaría atrapado en esa atmósfera tibia que había creado para sí mismo mientras que mi madre y yo tal vez incluso nos uníamos más allá de nuestros saludos. Esta vez fue diferente de cuando trató de arrastrarme a la iglesia. Ahora teníamos algo en común: la fotografía. Parecía extraño tener un interés similar con la mujer que idolatraba a Martha Stewart y creía que la palabra de Dios era la verdad, correcta y completa, pero no había ninguna razón para nada en ese momento. Un ladrillo podía terminar un edificio, mientras que los otros solo estaban ahí como soporte. Seguía siendo mi madre, incluso mi mamá, y aunque ahora teníamos algo en común, no podía ayudarme con mi próximo desafío.

No tenía nada que ponerme. De alguna manera, no pensé que mi variedad de camisetas negras de bandas y jeans resistirían demasiado bien en la función donde se suponía que el arte no solo cubría las paredes, sino también los cuerpos. Gerard tenía los conjuntos adecuados para un artista. Siempre usaba sus camisas de vestir negras con cuello, sus pantalones ajustados y, si se sentía con ganas, alguna especie de chaqueta. También poseía una sorprendente colección de bufandas y gafas de sol que había descubierto en una de las muchas ocasiones en las que me vi obligado a invadir su armario para mis propios fines. Sólo podía imaginarme cómo iban a vestirse él y Vivian esa noche. Me maldije por haber dejado su apartamento tan de prisa y no haber agarrar mi camiseta de arte favorita. Esa camiseta encarnaba toda la sensación de estar mientras estaba con Gerard. Me hacía sentir como si fuera artístico, creativo, como si fuera un artista 'real' en una escuela de arte 'real'. Me hacía sentir como si perteneciera y, sobre todo, me hacía pensar en Gerard. Me gustaba usar su ropa, aunque sólo fuera por estar más cerca de él. Podía oler su tono distintivo de loción para después de afeitar y cigarrillos, a veces fermentados con vapores de pintura y vino. El olor desencadena recuerdos de estar tumbado desnudo en su cama, pintando por el mero hecho de tener un pincel en mis manos y fumando cajetilla tras cajetilla. Me recordaba el sexo matutino, vespertino y nocturno seguido de una ducha con su champú europeo. Me encantaba usar su ropa porque sentía como si los recuerdos estuvieran alineando mi cuerpo, no la tela. Sin embargo, sabía que el hecho de aparecer con cualquier tipo de ropa que perteneciera al artista, dispararía alarmas dentro de las mentes enfermas y retorcidas de la gente. Considere la idea de asaltar el armario de mi padre, y buscar algo elegante que pudiera usar, pero la descarté tan rápido como apareció. Realmente me estaba desesperando. Ir desnudo parecía ser casi mejor que rebajarme a usar prendas que habían tocado la piel dura e implacable de mi padre.

Al menos desnudo, estaría mostrando otra forma de arte: el cuerpo humano. Aún así, esa opción fue un fracaso. Necesitaba ponerme algo, cualquier cosa, incluso si era otra camiseta de Black Flag.

Y luego, en medio de todo ese pensamiento caótico, tuve una idea bastante buena.

Me detuve a mitad de pensamiento y a mitad de camino entre las perchas de mi armario, volví a centrar mi atención en mi puerta. La abrí y miré la camiseta de Black Flag manchada de azul que había usado cuando conocí a Gerard. La camiseta en sí, desprovista de cualquier material acrílico, gritaba rebeldía. Black Flag era una banda de punk rock. Hablaban sobre depresión, alcohol y sobre estar completamente echados a perder porque era lo único que podían hacer con sus vidas. La camiseta en sí era una manifestación de todo lo que yo solía ser. Solía era la frase clave. Ya no era más ese chico punk. Ahora era un artista. Y la camiseta ya no era sólo una camiseta tampoco.

1. the dove keeper (frerard) *traducción*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora