r e s p u e s t a s - s e g u n d a p a r t e

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-"¿Hubo alguien más con quien no cogieras?"- Pregunté después del abrazo, mi curiosa naturaleza salió de nuevo. Casi me hubiera gustado no haber hecho la pregunta, debido a la sombría naturaleza que Gerard soltó mientras susurraba un débil, 'sí'.

Su nombre era Raymond y como todos los demás amantes hasta ahora, Gerard lo conoció a través de su arte. Él era recepcionista del museo al que Gerard frecuentaba para encontrar inspiración. El hombre de cabello esponjado siempre estaba sentado detrás de su escritorio, mientras Gerard paseaba todos los sábados por la mañana; era una de las primeras personas que miraba a través de la puerta. Gerard pasaba todo su día ahí, sentado en un área diferente durante más de una hora, dibujando lo que veía (personas, nunca los cuadros) o simplemente mirando las pinturas. Algunas personas que caminaban a su alrededor y lo miraban sentado en la esquina, le hacían preguntas y Gerard los escuchaba y respondía, dándole detalles y descripciones sobre los cuadros de cada artista. Los clientes empezaron a pensar que trabajaba ahí, y a lo largo de la semana, le pedían a Raymond al "guía de cabello oscuro que siempre trae un libro de bocetos" para que diera el tour. Raymond finalmente le ofreció trabajo, cuando su último trabajador de tiempo completo renunció. No había querido contratar a Gerard, principalmente porque eso significaría otra persona a la cual pagarle, y si Gerard quería compartir su conocimiento de forma gratuita (como ya lo hacía), entonces no estaría dispuesto a gastar dinero por ello. También estaba un poco celoso de Gerard, aunque no lo admitiera todavía.

-"¿Qué le dijiste?"- Le pregunté, hablando sobre la propuesta de trabajo.

-"¡Que no, por supuesto!"- contestó Gerard, con la cara llena de malicia.

Me explicó que además no quería trabajar en el museo de arte, aunque amaba el arte y prácticamente lo hacía ya. No quería convertirse en Raymond, abandonando la vieja escuela de arte, viviendo detrás de los sueños de otras persona, de las pinturas de otras persona y odiando cada minuto de su vida. Raymond había querido convertirse en un artista, cuando era más joven (era sólo tres años mayor que Gerard), pero tuvo que renunciar a ello. No pudo soportar ser pobre y estar hambriento todo el tiempo, y estar recibiendo presión por sus amigos y familiares para obtener un trabajo "normal". De modo que había sucumbido desde el principio, abandonando durante su primer año y avanzando por la cadena alimentaria en el sistema de galerías de arte. Había sido sorprendentemente fácil, con la cantidad de museos abiertos, su sólida ética de trabajo, y su año de arte a medio terminar. Raymond había conseguido un trabajo de nueve a cinco que odiaba, pintando en secreto durante su tiempo libre, pero nada de lo que hiciera podría igualar su sueño. Nunca le mostró a nadie sus pinturas, pero Gerard había encontrado uno de sus cuadros durante su paseo un sábado.

Se había cansado de los cuadros de siempre; La galería debía cambiar sus exposiciones de arte al menos una vez al mes, pero el personal de Raymond se la llevaba comiendo moscas y no les importaba nada de las funciones del New Artist Gallery, así que Gerard salió a buscar algo que no haya visto antes. Se fue husmeando por el sótano y se encontró con una versión algo infantil de una chimenea con dos niños sentados alrededor. A pesar de la rugosidad de los bordes y la desigualdad de la pintura, le encantó. Representaba la infancia; La estructura descuidada con el uso cliché de colores, rematado por los niños. Gerard lo interpretó como si uno de los niños que miraban la chimenea lo hubiera dibujado, proyectando esa inocencia que no había visto en mucho tiempo, viviendo en Nueva York y todo. Gerard pensó que era perfecto, y cuando vio el nombre firmado en el fondo, pensó que era aún más perfecto. Sonrió para sí mismo al darse cuenta de que el trabajador solitario que se sentaba detrás del mostrador era realmente un artista en ciernes, escondido bajo tantas capas de estrés que no podía ser visto por lo que realmente era.

Gerard volvió a colocar el cuadro en su sitio en el sótano, pero no lo olvidó. Le sonreía a Raymond cada vez que entraba a la galería, pero no dijo palabra sobre la pieza que encontró hasta mucho, mucho después. En cambio, el día en que rechazó el trabajo y Raymond le preguntó por qué, Gerard sólo le dijo algo sobre encontrar la reliquia perdida, directamente diciéndole a Raymond que no quería convertirse en él. Listó los defectos de Ray, justo en su cara, hablándole en una voz sólida y uniforme, sin detenerse hasta terminar. No estaba tratando de insultar al recepcionista solitario; Sólo estaba tratando de enseñarle. Gerard era un maestro natural, incluso en la escuela de arte, siempre se enseñaba a sí mismo las lecciones antes de ir a clases, y decírselas a todo mundo. Así era como Gerard estaba programado. Y era fantástico en eso.

1. the dove keeper (frerard) *traducción*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora