Mía
—¿Pero qué hora , estáis locos?—cuestiono tapándome con la sábana.—Dejadme dormir , que mañana es la final.—pido a la vez que Sam y Gerard se ríen a más no poder de mí.
—Que tenemos un problema.—escucho decir a Sam y rápidamente me destapo.
—Dime que no has roto la pared o algo de eso.—pido.
—¿Cómo voy a romper una pared , Mía?
—No es por nada , seguid hablando , pero son las seis de la mañana y a media tenemos que recoger a Anne , a las siete a Rafa y así puedo seguir.—al principio ignoro las palabras de Gerard pensando que es una tontería , pero cuando escucho lo demás los ojos casi se me sale de la cara.
—¿Cómo? Pero si venían a la noche.
—¡Sorpresa!—chilla Sam riendo.
—¿Eso significa que en media hora voy a ver a Anne?—cuestiono poniéndome en pie.
—Hombre , si no te vistes y te das prisa lo dudo , pero...
—¡Voy a ver a Anne Lukin!
—No sé si ha sido buena idea esto.—le dice Sam a Gerard al ver que me levanto con rapidez a abrir el armario.—Nos va a explotar la cabeza con esas dos juntas.
—¿Solo con ellas dos? Somos un trío.—corrige Gerard.
—Sí , pero un trio en el que tú te has metido porque has querido , porque nadie te invitó.—le digo a él y hace que bufa.
—Detalles sin importancia.
(...)
—Necesitaba tocar tus ricitos como el aire para respirar.—murmuro en el oído de mi amiga.—Que guapa estás , no es justo.
—Te quejarás tú , estás más rubia , más morena...
—¿Morena? ¡Pero si he estado encerrada desde principio de año!
—Anda , como que yo he salido un poco.—responde la morena sonriente.—¡Ahhh!—un nervio se apodera de ella y vuelve a abrazarme con fuerza.—Te tengo que contar tantas cosas y tú a mí , esta noche hay noche de chicas.
—¿Reunión de amiguis?—por primera vez Anne parece ver la presencia de Gerard , Sam y Bruno y , obviamente , se tira a los brazos del rubio.
—Ya me he quedado sola.—me quejo haciendo un puchero.
—¿Y yo que soy? ¿Un fantasma?—abro los ojos , el acento de Córdoba al que estoy acostumbrada no se parece mucho a ese , pero aún así suena increíble.
—¡Rafa!—chillo y corro hacia él que está detrás de mí subiéndo mis piernas a su cadera.—Te he echado de menos , de verdad , que guapo estás.
—Pero si ni siquiera me has mirado.—se queja riendo a la vez que yo río también en su hombro.—¿Cómo va ese tatuaje?
—¡Mira! No te pego por respeto , ¿cómo se te ocurre enviar a mi casa una máquina de tatuajes?—cuestiono bajando de encima de él.—¿Sabes lo que me dolió?
—¿Y tú sabes lo que yo reí?—doy un golpe en su hombro de forma graciosa y río de nuevo.—Que guapa estás , estás más rubia.
—Y tú más gordo.—me meto con él porque en el confinamiento me dijo que cuando me viera le advirtiera de que parece una bola , aunque no es así.