MíaSi alguien me preguntara que es común en mí podría decir que nada. Ahora mismo nada es común. Puedo llevarme dos días levantándome a las siete de la mañana y dos meses a la siete de la tarde.
Desde que salí de la academia no ha sido nada fácil tomar una rutina y llevarla a cabo. A parte de eso, nada ha sido fácil.
Separarme de todos ellos de sopetón no había sido tan sencillo como parecía, me importaban más de lo que quizás estaba preparada para admitir. Además, mi separación de Hugo me había hecho estar en la mierda y aún más enterándome de que lo habíamos hecho por una mentira y un estúpido rumor.
Lo cierto es que me siento algo rota por dentro, por de una forma u otra sigo buscando y extrañando algo que ya no va a volver, y que sólo yo busco, pues todo el mundo parece haber superado todo, menos yo.
Salgo a la terraza de mi pequeño apartamento, finalmente había venido a vivir sola, supongo que es la mejor decisión, tengo que aprender a estarlo.
Enciendo el cigarrillo de mi mano, sí, he empezado a fumar. Una fiesta con traumas junto con Sam como para hacerlo, demasiados llantos, demasiadas risas, demasiadas cosas que aguantar.Me odio un poco por hacerlo, pero es la única forma de sacar todo, porque ahora mismo ni la música es capaz de ayudarme, ni una sola letra para escribir tengo. Estoy algo vacía.
Echo todo el humo de una por la boca, ese que ayer me hacía toser hoy me hace vivir, como todo en la vida, pero al revés. Todo lo que antes te hacia bien ahora quizás no, el problema está cuando lo sigues buscando a pesar de que te va a joder, como yo.
Tras fumarme el cigarro decido ir al sofá, y tumbarme un rato, últimamente lo hago siempre. Miro al techo, terriblemente blanco y vacío, me ayuda a pensar.
Nunca he estado tan rara, tan sin más, tan vacía, y eso me asusta. Siempre he sentido algo, rabia, tristeza, miedo, amor, curiosidad, muchos sentimientos encontrados, pero ahora no tengo nada de eso, solo una tristeza arrasadora que ni siquiera sé de dónde viene, no lo puedo encontrar, solo puedo llorar y esperar.
El tiempo es la clave y aunque sea una tontería lo cura todo, hasta aquello que tú no puedes ver.
Me consuela saber que no estoy sola a parte del tiempo, saber que tengo a Anne, a Gerard, a Flavio, a Sam, incluso a Hugo, a mi mamá o mi perrito, la verdad que me consuela demasiado. También lo hace escuchar "Mía", es como ponerme una tirita y por tres minutos sentirme tan fuerte y querida como en esos momentos.
Igual ahora no soy totalmente mía, igual ahora estoy un poco rota, saliendo del cascarón, igual ahora no me quiero tanto, no soy tan mi amiga, pero eso también está bien. Está bien evolucionar, cambiar. Pero siempre quererse, porque yo, incluso ahora con pintas que dan asco y oliendo a tabaco lo hago, aunque sea un poco, no me puedo dejar comer por nadie y menos por mí misma sino quiero acabar rota.
El caso es que sí, soy Mía, pero a veces no soy tan mía y eso no es nada malo. Tampoco es nada malo sentirse triste sin razón. O cambiar de rutinas, vidas, amigos, compañeros. Todo es bueno, significa que avanzas y que, de una forma u otra, te haces más fuerte. Eso es bonito.
Soy parte de la generación de cristal, igual por eso digo todas esas tonterías, pero lo cierto es que sí, soy de cristal, pero al menos puedo llorar y expresar, al menos puedo sacar todo.
Si algún día escucháis "Mía" y no le encontráis el sentido lo entiendo, ahora mismo yo tampoco lo hago, ahora mismo yo tampoco sé qué soy. Pero no pasa nada, cerrad los ojos, sentid todo la pena, rabia, todo lo que tengáis, incluso si no tenéis nada. Y pronto sanará.
No sé en qué me estoy convirtiendo, pero sé que sea lo que sea será mío. Eso me gusta.