Digamos que mis horas en la jornada de Eli estuvieron bien. La jornada era larga, desde que sali del insti que fueron las dos i media, hasta esa ahora que eran las once menos cuarto. Si eso era largo, esperaba que la paga me viniese bien.
Cliente tras cliente, sonrrisa falsa tras sonrrisa falsa, algunos clientes eran mas tocapelotas que otros pero no me molestaba, me las arreglaba con esos. Pero llego un cliente, no era como los demas. Me quede viendolo desde la barra, venia con un grupo mas bien grande. El era de pelo marron, marron oscuro, no me pude fijar en sus ojos. Alto, muy alto, guapo, es quedarse muy corto. Este tenia una esencia... rara, y sentí un ormigueo extraño en el cuerpo.
— Puedes ir a antender la mesa quince por favor? -Me dijo María mostrandome la mesa a la que acaba de llegar aquel tipo- Son bastantes llevate la cartilla.
— Pero esa mesa no era de Soph?
"No me jodas que tendre que tragarme lo de ella tambien!" Pensé.
— Ella esta ocupada con otras mesas -Me dijo con una gota de sudor en la cara, en ese momento si me dio un poco de pena la mujer- Ve Eva por favor.
— Ok.Llegando a la famosa mesa quince, me di cuenta que yo no era la unica que me fijava en aquel tipo. No me extrañaba, el hijo de puta estaba como un queso.
— Nos puede atenter usted señorita? -Me dijo uno de sus amigos trajeados, este tampoco estaba tan mal que digamos- Tenemos un poco de hambre que digamos.
— Si lo siento, que van a tomar? -Le contesté espavilandome un poco.
"Concentrate Eva, que aqui vienen muchos tipos como el" pense al instante.
Empezaron una gritaderia como si eso fuese un mercadillo, el unico callado era el tipo guapo, que miraba la carta como si fuera un enigma que tenía que descifrar...
— Tres bistec, una ensalada de quesos, una pizza de la casa, y tres guarniciones de patatas fritas.
— Ok -Dije murmurando todo lo que me había dictado el hombre en voz baja, de pronto observé al tipo guapo, seguia sin habrir la boca.
"¿En serio le voy a tener que preguntar?" Pensé un poco picada.
— ¿Usted señor, que va a pedir? -Le tuve que preguntar.
Se quedo como una eternidad en silencio mirando la carta. "No es como si te costara la vida en ello, pides, comes, pagas, y te vas". Pero esse tipo... seguia callado hasta que por fin habrio la boca
— Pongame lo que usted vea mejor.
De majo no tenia un pelo, y de listo por así decirlo, era completamente calvo.
— Ok señor -Le dije guardando todas mis hermosas obsenidades para un rincon de mi cabeza.
— ¿Que van a beber? -Dije esperando a que eso si se decidiera aquel tipo.
— Tres cervezas, un vino, y una cocacola. -Me dijo el que mejor me caia de todo ese séquito de trajeados con maletines- ¿Tu Trey? ¿Que vas a beber? -Le dijo a su amigo el callado.
"¿Así que Trey eh..?" Pensé.
— Lo que sea. -Le contestó este
"Pues vaya con el tio bueno..."
Y así, con las ordenes pedidas me dirigí a la barra para entregarselas al cocinero, un tio muy majo pero siempre con olor a ajo. Es algo asquerosillo si...
— ¡Ordenes! -Le grité desde la ventanilla poniendo el papelito en una perchita redonda- Voy sirviendo bebidas a la mesa...
— Si, Si Eva. Tu sigue con tu trabajo. -Me dijo el Jefe totoro interrumpiendome- Mientras antes lo hagas todo, mejor.
— Si señor...
Si os preguntais porqué Totoro, es porque tiene el cuerpo como el del dubujo animado, grande, gordo y hasta un punto peludo.
Me iba dirigiendo a la mesa quince, y digamos que sin querer escuche a alguien hablar:
— En este lugar tardan mucho en atender, es un bar de mala muerte. Os dije que no tendriamos que haber venido. -Decia el tal Trey a sus compañeros- Ademas... es muy pequeño, huele raro y ay mucho ruido, no me gusta.
"Pues vaya con el señorito, menos mal que escogí su plato al azar." pensé cabreada.
Por fin me acerqué, se quedaron todos un poco sorprendidos con mi llegada. Creo yo que seria por el comentaria de su amigo el amargado.
— Las bebidas. Ahora llegan los platos. -Dije con un tono de enfado
— Gracias. -Me dijo el mas majo, alto segun mi parecer, rubio y de unos ojos azules increibles. Con unas cuantas pecas, que mono. Tenía el pelo castaño, y unas gafas negras que le daban un aire maduro, me gustaba.
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Tras nuestra supuesta verdad
Teen FictionEva Cooper, hija única de una familia de tres, junto a un pasado confuso incluso para ella misma. A la temprana edad de los trece años tiene que buscarse la vida, dado a ello tiene que ponerse a trabajar con la ayuda de carnets de identidad falsos...