Un viernes por la mañana, obviamente un día en el que todo el mundo está feliz porque es el último día de la semana, que da paso al finde, dos días de relax y tranquilidad.
Pues ahí estaba yo, en la puerta de mi casa esperando a que Trey viniera a buscarme, y en unos exactos dos minutos ahí apareció, con su Audi negro en la puerta de mi casa.
Unos buenos días, un par de besos, un café que había hecho hacía unos escasos minutos en mi casa, y después, camino hacia el instituto.
Llegar al instituto y despedirnos, con un beso como siempre y empezar mis horas escolares.
Salir del instituto a hora punta para llegar al trabajo, Trey en la puerta de dicho lugar esperándome con traje y zapatos de piel, saludarnos con otro beso y ir hacia el trabajo. Lo normal de todos los dias.
Pero una vez llegar a la cafetería del edificio todo se desmadro, y de una manera tan sutil, tan... ¿como decirlo?, inpredecible e inesperado.
Estaba tras la barra junto a Laura, que habíamos vuelto a la normalidad hacia ya varios días, y entre sonrisas y comentarios agradables completábamos los días de trabajo.
Yo estaba secando algunos trastos, tazas, platillos... trastos, y divisé a lo lejos a aquel señor del otro dia, el que tenía yo las sospechas que fuera el padre de Trey, con traje negro, corbata del mismo color y manos en los bolsillos, un cuadro.
Se fue hacia la oficina de Trey hecho una furia, pisando fuerte y de paso acelerado.
Laura y yo lo seguimos con la mirada hasta desaparecer y después nos miramos confundidas.
-Lo conoces? -Me preguntó ella encojiendo los hombros.
Negué con la cabeza y volví a buscar a aquel señor con la mirada, pero por supuesto había desaparecido.
Pasó aproximadamente una hora, tal vez un poco menos, y ya era tiempo de llevar el díchoso café a Trey, y me puse a ello.
-Café con mucha leche y poco café... -Dije murmurando mientras lo hacia.- y sin azúcar.
-Haber si el señor Duarte no estará contigo por cómo le haces el café. -Me dijo Laura en tono de burla bromeando.
Sonreí y le saque la lengua, y me encamine hasta la oficina.
Llegué y los cristales estaban opacos, lo que me obligó a picar la puerta.
-El café... -Dije entrando al lugar y mire el panorama.
Trey demasiado cerca de aquel señor, el dicho señor con cara de ogro, ambos con cara de ogro, obviamente una discusión a toda regla.
Me percaté de que me había quedado demasiado rato mirándolos con ojos como platos y me moví hacia dentro para dejar el dichoso café en la mesa y sentí las miradas de ambos encima mío, lo que me provocó una incomodidad increíble.
Intente salir de aquel lugar, el cual tenía una tensión que se podria rajar con un cuchillo, pero aquel señor me lo impidió.
-Eva Cooper ¿verdad? -Me dijo con tono calmado cojiendome del hombro.
Lo mire con mucha comfusion y asenti con la cabeza.
-Soy Juan Duarte, -Dijo extendiéndome la mano.- me han dicho que tienes una relación muy íntima con mi hijo.
"¡ME CAGO EN LA REPUTISIMA MADRE!"
Me le quede mirando patidifusa, y me puse rígida de inmediato. Mire a Trey como un signo de "AYUDAME POR FAVOR!" pero por supuesto, él se había quedado igual que yo, con cierta perplejidad y podia ver que también estaba cabreado.
Volvi mi mirada hacia aquel señor, que esperaba mi respuesta, pero fui incapaz de hablar.
-Me tomaré eso como un si, creo yo. -Dijo y me miro con curiosidad.- Me gustaría conocerte más a fondo Eva, tienes libre esta tarde?
Volví a mirar a Trey, pero por supuesto se quedó boquiabierto y con los ojos como platos.
Mire a otra vez al señor, que por segunda vez se había quedado esperando mi respuesta, por supuesto yo no estaba lista para eso, y menos en un momento tan inesperado.
-Claro señor. -Le contesté con un intento de sonrrisa amable.
-Te apetecería venir a cenar esta noche conmigo y mi mujer? -Dijo enderezándose un poco.- Acompañada de mi hijo, claro.
-Claro, por supuesto, cuando diga. -Le dije intentando ocultar mis nervios.
-Excelente pues, -Dijo llendose hacia la puerta.- nos vemos hoy a las nueve y media, vengan arreglados.
Asenti un poco nerviosa y el señor se fue, y un segundo después de desaparecer por la puerta mire a Trey entre comfundida, dudosa y con miedo.
-No vamos a ir. -Me dijo rotundo.
"Oh no... no me vengas con esas..."
Me acerqué a él furiosa y me apoyé en su mesa.
-¡Por supuesto que vamos a ir Trey! -Le dije casi en grito.- Ya le he dicho que si.
-Pues asi de facil como has dicho que si, puedes decir que no. -Dijo mientras me copiaba el gesto de apoyarse.
-No. -Le dije cabreada.
-Asi, muy bien, ahora díselo a él. -Me contestó señalando hacia la puerta.
-Vamos a ir.
-Nisiquiera tienes que ponerte, y nisiquiera sabes como es ese hombre. -Dijo enderezándose y señalándome con ambas manos.
-Para eso te necesito ahí, para que me digas que ponerme, y para que me digas como es ese "hombre". -Le dije haciendo comillas con los dedos con un intento de voz sexi.
Si algo había aprendido ese mes con Trey, es que tenía cierta debilidad cuando ponía esa voz, y mucho más si me acercaba a urgarle la corbata, y por supuesto eso hice.
Me acerqué y me puse a tocar su corbata, el por acto de reflejo se alejó un poco de mi pero yo astuta le agarré de ese trapo colgado de su cuello.
-Vamos a ir... ¿verdad? -Le dije en puchero mirándole a los ojos.
-Joder Eva. -Dijo mirando un instante hacia un lado.
-Que sepas que a mi también me ha pillado por sorpresa. -Volvi a decir acariciandole la corbata, y mirándole a los ojos.
-Vale, joder. Vale. -Dijo mientras alzaba las manos al aire, singo de rendimiento.
-Gracias guapo. -Dije sonriendo complacida y alejándome de él.
Salí del despacho con mi último aliento, en muy pocos minutos había pasado mucho, y tan sólo necesitaba asimilarlo.
Llegue a la barra y Laura me esperaba con cara pícara, y en cuanto llegue se puso a aplaudir.
-Que tal? -Me preguntó revisándome entera con la mirada.- Que bien te vistes en tan poco tiempo.
La mire con fastidio, siempre insinuaba eso, aunque nunca pasara en realidad.
Si es verdad que Trey muchas veces lo intento pero, una cosa es en casa y otra muy diferente es en el trabajo, y a mi no me van esas cosas.
-No, Laura. No. -Le dije corta.
Puse mis manos a la obra y empecé a trabajar de nuevo, las horas como siempre pasaron volando, y en menos de lo que canta un gallo ya eran casi las nueve.Salí y entre del vestuario en segundos, y me encontré con Trey en el ascensor de la planta.
-Que cara más larga. -Le dije nada mas verlo.
Y el chico tenía una cara de cabreo que se notaba a metros de distancia.
No me dijo nada, bajamos en silencio hasta el coche y nos fuimos hasta su casa, cosa que no entendí porque todavía tenía que ducharme, vestirme...
-Trey vamos primero a mi casa, tengo que alistarme. -Le dije una vez me di cuenta del destino al que íbamos.
-Me dijiste que te ayudase en la ropa, ¿no es así? -Me contestó sin dejar de mirar hacia la carretera.
-Pues claro pero, genio, tengo la ropa en mi casa. -Le dije con un atisbo de cabreo.
-Seguro que los únicos vestidos que tienes son de florecitas y mierdas de esas. -Me dijo con una sonrisa.
Y me cabree, por supuesto que lo hice.
Odiaba cuando se metía con mi ropa, con mi simple manera de vestir, siempre soltaba un "Podrias mostrar un poco más de cuerpo" o un "Pareces una vieja" y si no era una "vieja" era una "cría".
Llegamos a su aparcamiento, y bajamos del coche, yo obligada por que si fuera por mi, me quedaba ahí adentro hasta llegar a mi casa, pero si hubiera sido tan tozuda, no llegaríamos a la cena, y ya era un récord que le hubiera convencido a él de ir.
Llegamos hasta su piso y él entró directo a su cuarto, después apareció con un vestido lila brillante embolsado.
-Póntelo. -Me ordenó.
Me le quede mirando con fastidio y furia, en una mueca que tal vez ni yo entendía y me acerqué a él.
-¡¿Que coño Trey?! -Dije señalando aquel vestido.
-¿Quieres ir, o no? -Dijo intentándomelo pasar.
Le mire mas cabreada todavía pero coji el puñetero vestido y me metí al baño con el.Salí de la ducha y me sequé, y pase a ponerme aquello, y por mucho que me fastidiase, ese vestido era increible.
Ceñido al cuerpo hasta por debajo del pecho y olgado por la parte de abajo, con una raja que llegaba hasta por encima del muslo.
Era increíble, me quedaba increible, combinaba increíblemente con mi pelo negro liso, y hacían resaltar mis ojos marrones.
Sali todavía sin calzar, porque claro, el muy listo no había pensado en el calzado. Pero no, ahí estaba la caja de zapatos, con unos tacones negros de tacón grueso.
Pero por supuesto, yo no tenía ni idea de ir en tacones.
Me puse todo y salí a la sala, me encontré a Trey ajustándose la corbata de su traje negro.
Se dio la vuelta y habrio los ojos como platos al verme, intenté dar un paso pero con esos tráilers como zapatos me caí al instante.
-Ah! -Grite mientras me caia.
-Mierda Eva! No sabes ir en tacones? -Me preguntó con impresión.
-No Trey, y por si te interesa, estoy bien. -Le dije levantándome del suelo e intentando caminar de nuevo.
Trey soltó una carcajada y después me miro de pies a cabeza.
-Estas... wow. -Dijo agarrandome de la mano, haciendo que me acercara.
Por supuesto yo no estaba en mi momento de mas amabilidad.
-Ya, ok. Dejame practicar con estas... cosas.- Conteste separándome de él y intentando caminar decentemente.
-No te vas a maquillar? -Me dijo señalándome al baño.
Le mire con fastidio y abrí los brazos.
-Me has disfrazado, me has puesto unos zapatos de dos metros y ¿ahora quieres que me maquille?
Me miro perplejo y se quedó en su sitio tieso como una piedra y yo coji mi mochila con mi ropa que llevaba.
-Vamos? -Le pregunte una vez llegue al ascensor.
Cogió su movil y las llaves del coche, se acercó a mi y entró en el ascensor conmigo.
Bajamos en silencio, y llegamos hasta el coche.
-Estas segura? -Me dijo habriendo la puerta del copiloto.
Le mire con fastidio y resoplé.
-Deja que guarde un poco de mal humor para ti después, ¿quieres?
-Despues dulzura, tu y yo subiremos a mi piso, y te quitaré ese vestido nada más entrar. -Dijo acercándose a mi.
Sonreí entre divertida y avergonzada y me metí al coche.
-Eres la primera mujer que conozco, que no lleva ni un poco de pintura en la cara, ¿Sabias? -Dijo el mientras ponía en marcha el coche.
-Nunca me han gustado mucho esas cosas, y tampoco había usado antes tacones. -Dije mirandome a los pies.
Sonrió y nos encaminamos hacia afuera del parking.
Nada más dejar el edificio me inundó el nerviosismo en el cuerpo, no solo por conocer oficialmente a los padres de Trey, sino por algo extraño, que ni yo, en ese momento entendía ni sabia que era
ESTÁS LEYENDO
Tras nuestra supuesta verdad
Teen FictionEva Cooper, hija única de una familia de tres, junto a un pasado confuso incluso para ella misma. A la temprana edad de los trece años tiene que buscarse la vida, dado a ello tiene que ponerse a trabajar con la ayuda de carnets de identidad falsos...