Oscuridad, eso era lo único que veía. Estaba sola, no había nadie. Vi la silueta de Isavella alejarse, la silueta de Trey a su lado, junto a las siluetas de Zak y Alekai.
Se marchaban, lejos de mi, sin mirar atrás, y escuché su voz, otra vez, inundándome miedo y recuerdos dolorosos.
-Te dije que estabas sola. -Me dijo la voz de mi padre apareciendo con una botella rota delante mío.
De un movimiento rápido, alzó la botella y me dio en la cabeza con ella, pero no sentí nada, solo vi las gotas grandes de sangre caer por mi cabeza.-¡Eva! -Me decía Trey ahitándome un poco en la cama.
Estaba con la piel ardiendo y sudando como si hubiera hecho ejercicio, todavía seguía en mi cabeza lo que había escuchado en ese sueño extraño.
"-Te dije que estabas sola."
-¡¿Eva estas bien?! -Me volvió a preguntar Trey abrazándome con fuerza.
Me toque la frente con el antebrazo, todavía un poco adormilada.
-Si... una, pesadilla. -Le contesté en un hilo de voz suave.
-¿Otra vez? -Me dijo con voz suave, apoyándose en mi frente.
Asenti y cerré los ojos, intentando volver a descansar, cosa que me resultó imposible.
Mire la hora y ya tenía que alistarme para ir al instituto, así que intente levantarme.
-¿Donde vas? -Me preguntó Trey cojiendome suave del brazo.
-Tengo que ir al instituto. -Le respondí.
-Ven... -Dijo.
Me atrajo con suavidad hasta él y tocó mi frente con la mano dorsal.
-Tienes fiebre dulzura. -Me dijo con voz suave.- Quedate hoy.
Era verdad que no me sentía muy bien, pero ya había faltado mucho tanto a clases como al trabajo, y ya me daba verguenza seguir faltando.
-No puedo faltar Trey, ya e faltado mucho esta semana. -Contesté.
-Quédate. -Volvio a insistir.- Ademas, creo que tenemos que hablar.
Eso me preocupó. Un "Tenemos que hablar" siempre preocupa, pero que me lo haiga dicho el, me provoco no solo eso, sino un pinchazo en el pecho extraño.
Yo también sentía la necesidad de hablar con el.
-Me va a costar mucho recuperar materias profesor Duarte. -Le dije haciendo recuerdo a todo aquel mes que me estuvo enseñando.
Sonrió y se acostó otra vez en la cama abrazándome.
-Veras que no, eres buena alumna señorita Cooper. -Me dijo con cierta picardía.
Sonreí y me acosté con el, mirándolo fijamente a los ojos cansada.
-Descansa dulzura, se te ve mal. -Me dijo y se puso a acariciar mi pelo.
En ese momento, todavía no entendía como era que con un simple y tan pequeño acto de él, podía hacer que mi corazón se derritiera tan rapido, que mis sentimientos crecieran tanto y que mis emociones se hicieran más notables. Porque en el momento que se puso a acariciar mi pelo para dormirme, me sentí bien, incluso después de la noche que había tenido.Cuando volví a despertar, Trey no estaba a mi lado, lo que me hizo sentir rara, algo diferente, algo que jamas había sentido. Me levante y me fui hasta la cocina y ahí estaba el, haciendo café... dos, para ambos.
-Buenos días... -Le dije con una sonrisa.
-¿Como te encuentras? -Me preguntó y se acercó para pasarme la taza.
-Mejor. -Le contesté.- Gracias.
Me acaricio la mejilla y me dio un beso tierno en la frente, y como había dicho antes, ese simple y sencillo acto hizo que mi corazón se volviera a derretir cual cubito bajo el sol.
-¿Dijiste que teníamos que hablar, no? -Le pregunte siguiéndolo hasta la sala.
Se paró en seco de momento y me miro un poco triste.
-Si... -Me dijo el con un hilo de voz calmado.- Pero antes, métete a la cama, ahora voy yo.
Adoraba su manera mandona de preocuparse por mi.
Sonreí tiernamente y me metí en la cama justo como el me había dicho.
Volvió unos minutos después y se sentó a mi lado.
-Acércate un poco más hombre, que yo sepa no tengo la lepra ¿o si? -Le dije atrayéndolo hacia mi.
Sonrió y se recostó a mi lado conmigo.
-¿Que querías decirme? -Le pregunte y cambio de expresión al segundo.
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Tras nuestra supuesta verdad
Teen FictionEva Cooper, hija única de una familia de tres, junto a un pasado confuso incluso para ella misma. A la temprana edad de los trece años tiene que buscarse la vida, dado a ello tiene que ponerse a trabajar con la ayuda de carnets de identidad falsos...