El domingo me la pasé en el restaurante, pedí la jornada completa ya que no me apetecía estar en casa y no podía quedar con nadie. Cliente tras cliente se me pasó el tiempo volando, y cuando me di cuenta ya eran las nueve de la tarde y tenía que plegar.
Recogí mis cosas y me marché con direccion a mi casa. Estaba llegando en el metro y sentí mi móvil vibrar, le eché un vistazo y vi que era Tarashi, la secretaria de Trey.
— Señorita Cooper -Decia el mensaje- mañana día lunes hay una junta en la agencia y se solicita su servicio para estar presente en ella. Mañana le daré más información.
No tenia ni idea del por qué me necesitarían en una de esas reuniones, pero mira. No pensaba rechistar.Después de guardar el móvil en mi bolsillo, salí del metro para llegar a casa. La caminata desde la boca del metro hasta ahí era largo, habían muchos "moros" como lo llamábamos, que eran tiendas de comestibles, y alguna que otra tienda de ropa la cual marca nadie conoce y una o dos peluquerías.
De rrepente me puse a pensar en lo que me había dicho Trey la noche anterior.
"-Deberías planteártelo..."
Llevaba toda la vida viviendo en esos barrios bajos, en días festivos como por ejemplo navidad, mucha gente salía con el típico gorro rojo de Papá Noel y se ponían a cantar. Estos lugares podían ser a la vez de acogedores, peligrosos; nunca sabias con qué pandilla te podías topar y tenias que cerrar la puerta con doble candado por si entraban por la noche. Pensar que podría cambiar de casa y dejar esto, me entristecía a la vez que me alegraba, me entristecía porque esto me recuerda a los pocos momentos felices de mi vida, me alegraba porque también me recordaba a los malos momentos y podría dejarlos atrás.
Pérdida en mis pensamientos llegué a la puerta de mi casa, tenia la fachada de un color amarillo sucio con la parte de abajo color ladrillo. Entré y miré la sala, una bastante pequeña, el suelo de baldosas blancas y las paredes verdes, un sofá pequeño de color rojo con una tele pequeña en frente. Pasé directa hacia mi cuarto, la casa estaba vacía como era normal así que puse manos a la obra y lo limpié todo.No me di cuenta del tiempo que había pasado hasta que vi el reloj, eran las once y media, mi madre todavía no llegaba y yo tenía hambre. Hice un guiso de pollo, mi plato favorito, hecho con la receta que me dio mi abuela antes de fallecer por un ataque cardiaco.
"-A todo el mundo se le conquista por el estómago calabaza." Me decía ella siempre ¡Y que razón tenia!.
Siempre en San Juan, como a ninguna de las dos nos gustaban los petardos, nos encerrábamos en casa y ella preparaba este plato. Todavía recuerdo su cálida sonrrisa y esa manera tan tierna que tenía de mirarme.Terminé de hacer el guiso y me puse a comer mientras en la tele miraba "Los Simpsons". Estaba tan distraída con la comida delante y la tele de fondo hasta que escuche que alguien movía la puerta con brusquedad. Me quede en silencio por si volvían a hacer lo mismo y como pensaba, volvió a ocurrir. Me puse como loca, apagué la tele y me encerré en mi cuarto. Volvió a pasar lo mismo unas seis veces, la puerta se movía con brusquedad, como si alguien intentase derribarla. Yo estaba escondida en mi cuarto con un bate viejo que tenía desde hace años, oía como volvía a moverse la puerta, cada vez más rapido hasta que de un momento a otro paró. Me quedé una media hora esperando a que vuelva a suceder pero no se oyó nada, así que decidí salir con bate en mano.
Me asomé a la ventana que había al lado de la puerta principal y me encontré con una nota que contenía una flecha que señalaba a la puerta. Abrí la puerta sacando el bate primero y miré delante; había una cajita de color rojo, con un lazo dorado, lo cogí y miré a ambos lados pero no había nadie.Con el corazón echo un puño, entré en casa y abrí la cajita; dentro habían la foto de una calabaza y una palabra escrita detrás "ubaba". No tenía ni idea de que era, ni que significaba, pero prefería no sacar ideas. Lo que más me impresionó del contenido, fue la foto, la de una calabaza. Tenían por costumbre llamarme así por aqui porque un día de Halloween estaban vaciando una, y yo sin querer tropecé y metí la cabeza dentro. Isa al venir una tarde se enteró y lo esparció por todo el instituto, desde ahí mucha gente me llama "calabaza".
Guardé las cosas dentro de mi armario y me acosté, me quedé pensando un momento por la foto, por esa palabra tan rara que ponía escrita, "Algún gracioso." pensé, "Una broma de mal gusto" me dije. Otravez, decir que estaba equivocada, es quedarse corto.
ESTÁS LEYENDO
Tras nuestra supuesta verdad
Teen FictionEva Cooper, hija única de una familia de tres, junto a un pasado confuso incluso para ella misma. A la temprana edad de los trece años tiene que buscarse la vida, dado a ello tiene que ponerse a trabajar con la ayuda de carnets de identidad falsos...