Por supuesto me sentía neutral. Me cabreaba saber que esa me quitaría mi puesto de trabajo, pero era algo de lo que yo no tendría que decir nada porque de no haber sido que le hubiera robado la entrevista, no hubiera pasado nada. Y cuando digo nada, es nada con Trey, nada conmigo, nada con el trabajo..., nada.
Ese simple pero triste pensamiento hacia que me cabrease aún más, pero otra vez, no tenía derecho a rechistar.
Le pedí a Trey que me llevara a mi casa, y que me dejara sola un rato. Quería apartarme de todo un rato, tanto de él como del mundo entero. Quería estar, sola.
Por supuesto me fue increíblemente difícil, él muy idiota no me quería dejar sola, se empeñaba a quedarse conmigo, pero de verdad que en ese momento no me apeteció, así que no se como, pero me las apañe para que me dejara.Cuando por fin estuve sola, ya en pijama, sentada en el sofá mirando la tele, sentí otra vez ese estruendo en la puerta, alguien golpeando demasiado fuerte haciendo que el sonido retumbara la casa y que la puerta se moviera.
Se me heló la sangre, pero eso no me impidió que fuera rápido a mi cuarto y cogiera aquel bate para poder defenderme por si acaso. Puse el pestillo a la puerta de mi habitación, rezando a que nadie entrase y que no pasara nada, arrepintiéndome mucho en el fondo de no haber dejado a Trey conmigo, de haberlo hachado y de haberme quedado sola.
Escuché como la puerta de la entrada se abría bruscamente, dejando paso a alguien de paso fuerte y respiración honda y lenta.
Me puse a temblar, no tenía ni idea de que hacer, y me atemorizaba tener que llamar a la policía.
-Calabazita... -Dijo una voz, muy bien conocida, áspera y grave, con millones de recuerdos dolorosos.- ¿Dime, en donde te esconde? Hace tiempo que quería verte, no hagas que pierda la paciencia.
De mis ojos brotaron lágrimas, de grandes gotas y descontrolables. Apreté fuerte el mango del bate y me levante para arrinconarme en el rincón de mi cuarto para esconderme.
Nunca creí que el de verdad estuviera, le vi en el aeropuerto pero quise obviar que fuese un espejismo, algo irreal, pero él estaba aquí, con intenciones que desconocía.
Habrio la puerta de mi cuarto de un golpe seco, de una patada. Llevaba puesto lo mismo que en el aeropuerto. El no había cambiado mucho de lo que yo recordaba que era, seguía teniendo aquella expresión facial que tanto miedo me daba, y ese caminar que tanto intimidaba.
-¿Porque te escondes calabazita? -Me dijo agachándose para hablarme a la cara.
Me hice una bola, tenía miedo, mucho miedo. No me funcionaba la voz, el corazón se me estaba saliendo del pecho, y mi respiración era cada vez más agitada y dolorosa.
-Ya me e encargado de tu madre Evita, ahora te toca a ti. No me olvido de lo que me hicisteis. -Dijo acercándose un poco más.
No le entendía, no entendía que quería decir cuando decía que se había encargado de mi madre, o no entendía, o no quería entenderlo.
-¿Por...que...? -Le dije con la voz temblorosa y apretando más le mango del bate.
-Porque intentó matarme, y tu la ayudaste. La niñita que tanto quería ayudó a mi estupida mujer a matarme y sacarme a la calle, pensando que estaba muerto.
Las lagrimas de mis ojos aumentaban, mojándome toda la cara, y haciendo que el miedo en mí creciera, más y más todavía.
-Yo no... -Yo no quería hacer nada de eso, tan solo tenía diez años.
Pues claro eso hubiera dicho, pero mi voz no me lo permitía.
-Sh... ¿primero tengo planes para ti, entendiste? -Me dijo mientras acariciaba mi pelo, haciendo que mis piel se pusiera de gallina.- Me a contado un pajarito que eres cercana a Trey Duarte. Quiero que te metas en su despacho y que cojas un par de cosas.
No entendía nada, no sabía que era lo que quería que coja, que sabía que era lo que haría con esas cosas, y yo por supuesto no estaba dispuesta a romper aquella confianza que me había dado Trey y colarme en su despacho para hacer tal cosa.
-No. -Dije con todo el miedo del mundo.
-¿No?
-No hare nada de lo que digas.
-¿No quieres que tu madre esté bien? -Dijo de repente.- Asi haces lo que digo, tal vez la deje en paz.
Mi garganta se hizo un nudo, no quería que le suceda nada a ella. Me daba igual que hubiera sido un desastre, que se haiga desocupado de mi y hubiera sido tan de preocupada. Era mi madre, y tendría que ayudarla.
-Vale... -Le dije en llanto con mi último suspiro.
-Esa es mi niña. -Dijo y puso una mano en la coronilla de mi cabeza.- Quiero que me traigas unos documentos que deben estar en una carpeta marrón de piel, dentro de esa carpeta tendría que haber unos documentos bancarios. Tráemelos.
Asentí por pura inercia, y cerré fuerte los ojos.
Cuando los habri, el ya no estaba, había desaparecido. Salí a la sala y la puerta estaba rota, la cerradura forzada y el marco dañado. No me importo mucho, me fui a mi cuarto de nuevo todavía con el bate en la mano y me acosté.
Por inercia, coji el movil y llame a Trey, que me contestó al segundo toque.
-¿Eva? -Me contestó rápido.
-Yo misma... -Le contesté.
No tenía ni idea de porque le estaba llamando, solo necesitaba escuchar su voz.
-¿Estas bien?
-He tenido una pesadilla... una demasiado, real.
-Voy ahora. -Dijo de inmediato.
-Estoy bien... -Le dije aunque si tenía ganas de estar con el.
-Nos vemos en diez minutos. -Dijo y colgó.
Me recosté en la cama, tenía un nudo en la garganta que no se disipaba, y todavía tenía el susto en el cuerpo por lo ocurrido antes.
Puntual como un reloj, Trey aparecio en la puerta de casa justo en diez minutos.
Corrí a abrazarlo, quería estar con el, sentir su tacto, y cuando lo hice, me sentí protegida. Ese nudo en mi garganta aumento y me saltaron las lagrimas.
Lo que me había pedido mi padre, si es que se le podría llamar así, no podía dárselo, y ya me daba igual lo que me podría pasar a mi.
No sabía si decirle o no a Trey lo que había sucedido. Si se lo decía estaba segura de que se pondría como una moto y avisaría a la policía, pero si no se lo decía, podría lidiar con ello ignorándolo y pasando de él.
También tenía duda y miedo de lo que sentía acerca de mi madre, una parte de mi decía que daba igual, que me había abandonado y no tendría yo porque ayudarla a ella, pero otra parte de mi, decia que la ayudase con mi vida.
-...bien? -Decia Trey, pero yo estaba absorta en mis pensamientos.
-¿Que? -Le pregunte recobrando el sentido.
-¿Estas bien? -Me volvió a preguntar, preocupado.
En verdad, en ese momento nisiquiera yo sabía como me sentía. Si destrozada, emfadada, con miedo o simplemente todo lo estaba llenando demasiado a extremos tontos.
-Estoy bien, fue una mala pesadilla, nada más. -Le dije apretujándole un poco más.
-¿Que pasaba en la pesadilla?
No sabía que decir, si una mentira, una verdad disfrazada o toda la verdad. Por primera vez, me decanté por toda la verdad.
-Aparecía mi padre, pidiéndome que te robara dinero de la empresa, cogiendo unos papeles de una carpeta marrón de piel, donde se encontraban unos documentos bancarios. -Le conté sin titubear.
-¿Tu padre? -Preguntó.
Asentí.
-¿Una carpeta marrón de piel, donde hay documentos bancarios?
Asentí de nuevo.
-Hay una carpeta así en mi oficina, con ese mismo contenido. -Me dijo.
Se me heló la piel un segundo y le mire a la cara con los ojos vidriosos como platos.
¿Tal vez habría metido la pata contándole tanto y tan detalladamente?
-¿Es casualidad que haigas soñado con esa carpeta?
-No lo se...
Pues claro que coicidencia no había sido, pero en el fondo me daba miedo decirle la verdad.
-¿Tranquila, si? Solo era un sueño. -Dijo y me abrazó con más fuerza.
Ya me gustaría a mi, que eso hubiera sido tan solo un sueño.
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Tras nuestra supuesta verdad
Teen FictionEva Cooper, hija única de una familia de tres, junto a un pasado confuso incluso para ella misma. A la temprana edad de los trece años tiene que buscarse la vida, dado a ello tiene que ponerse a trabajar con la ayuda de carnets de identidad falsos...