El día siguiente por la mañana, transcurrió con normalidad. Alek seguía sin dirigirme la palabra, yo estaba todo el día con Isavella y ella nunca volvió a sacar el tema.
— ¿Que haras hoy Calabaza? -Me preguntó ella mientras estábamos comiendo.
— Trabajar. Saldré de aqui después de la siguiente clase. -Respondí.
— ¿Después?
— ¿Irme a casa, por? -Me miro y sonrió.
— Me tienes olvidada, últimamente no hablamos como antes. -dijo con un tono triste.
— Perdón..., últimamente estoy ida... -dije dudando.
— ¿Que tal en tu trabajo? -cambió de tema.
— Bien... -No sabía si contarle lo de Trey, pero de cierta forma sentía la necesidad de contárselo.- Hay un chico...
Le brillaron los ojos y sonrió de oreja a oreja.
— ¡Ya era hora! -casi gritó, levantándose de la silla.- ¿Como es? ¿Es un empresario de estos con maletín y todo? -preguntó ilusionada y pícara.
— Se llama Trey... -suspiré y sonreí.- Digamos que... más o menos, si es un empresario.
— ¿Con maletín?
— Si Isavella, tiene maletín. -Le dije conteniendo una carcajada.
— Y... cuantos años tiene? -Me pregunto acercándose a mi.
— Veintinueve.
— Es un madurito Eva!
— ¡No lo llames así! -Dije un poco avergonzada.
— ¡Te saca unos doce años!
— Si... bueno. -Conteste agachando un poco la mirada.
— ¿Y... -miró de un lado al otro.- Como es en la cama Eva?
Alcé la vista insofacto y me puse roja como un tomate. ¡¿Como me puede preguntar eso?!
— Me tomaré eso como un, muy bien.
— ¡No hemos hecho nada! -alcé la voz un poco.- Nisiquiera somos "algo" todavía. Quiere ir despacio.
— Lo de "Ir despacio" a los hombres no les funciona Calabaza. -removió su batido.- En menos de un mes ya estaréis en la cama.
— No. -dije autoritaria.
— Antes de que cumplas los diecisiete Ev, te lo aseguro. -me apuntó com un dedo.
— Te aseguró yo que no. -contesté levantándome para irnos ya a clases.No me volvió a sacar el tema hasta que terminaron las clases, me había pedido de ir a recojerme el día siguiente al trabajo para ir a tomar algo, yo por supuesto no pude negarme.
Salí del instituto para marcharme hacia el trabajo, salí del metro y me encamine hasta el edificio y una vez dentro, me fui hasta el vestuario para cambiarme. Cuando salí vi a Laura ya cambiada con el uniforme y limpiando unas tazas.
— ¿Que tal Eva? -preguntó borde.
— Bien, -respondí animada.- ¿y tu?
— ¿Que tal el otro día con el señor Duarte?
Eso si que no me lo esperaba...
— Pues... bien, supongo -sonreí.
Demasiado bien...
— ¿Voy a darle yo su café hoy también, te parece? -Me dijo sirviendo cosas en una bandeja.- A ver si acepta venir hoy conmigo a cenar.
"No va a cenar contigo porque ya va a cenar conmigo." Pensé en un segundo con una sonrrisa.
— Ok... -Me limité a responder.Pasaba el rato haciendo mi trabajo correspondido. Perdía la noción del tiempo en ello, y cada vez que miraba el reloj ansiosa por que terminase mi turno me entraba un cosquilleo extraño en el estómago. Había terminado mi hora y yo ya esperaba cambiada y lista para salir, llegar a casa, cambiarme y ir a la "cita" con Trey.
— ¡Me voy! -Le dije a Laura despidiéndome con la mano.
— Chao. -Me respondió ella llendose por el mismo camino.
Me fui al metro y llegue a casa media hora después. Cuando entré, no habia nadie en la sala, solo estaba la misma luz tenue debajo del cuarto de mi madre lo que indicaba que ella si estaba en casa. Me duché y me cambié, me puse un vestido que me llegaba por encima de las rodillas de color azul marino con la falda de vuelo y la parte de arriba de tirantes y encaje. Me llegó un mensaje, era de Trey.- Te espero en la esquina de siempre en cinco minutos.
Me puse mi mochila pequeña de color negra para tener un lugar donde guardar mis cosas y salí de mi cuarto.
— ¿Donde vas a si vestida? -oí preguntar a mi madre.
La miré. Estaba en la penumbra, observándome con los brazos cruzados.
— A cenar... -dije cohibida.
— ¿Con quien?
— Con... -miré al frente y decidí mentirle.- con una amiga mamá...
— Ya claro... -Me dijo encendiendo un cigarro.- vete.
Asentí con una sonrrisa y salí de casa.
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Tras nuestra supuesta verdad
Teen FictionEva Cooper, hija única de una familia de tres, junto a un pasado confuso incluso para ella misma. A la temprana edad de los trece años tiene que buscarse la vida, dado a ello tiene que ponerse a trabajar con la ayuda de carnets de identidad falsos...