Cap 62

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El día siguiente me sentí extraña, me había mal acostumbrado a ver el coche de Trey en frente de mi casa o a despertar en la suya, tanto que al despertarme en mi cama me sentí fuera de lugar y al salir y no ver su famoso Audi negro me sentí extraña. Por supuesto no falto el mensajito de: Buenos días princesa.
Ese día me iba lo más normal posible, ya ignoré todos los susurros que escuchaba por los pasillos, los comentarios a mis espaldas e incluso pase por completo de Ruth, y nisiquiera le di ninguna nota, tan solo salí del instituto como cada día para ir al trabajo.

Una vez llegue allí, todo fue dentro de lo que cabía normal también. Laura me preguntó si ya estaba de mejor humor, lo cual le respondí afirmativa, Marc se había pasado un par de veces a por café y conversar con nosotras, acompañado de Kathy claro, y después el momento de entregar el café a nuestro jefe.
-Puedo ir yo hoy. -Le dije a Laura cuando vi que estaba por marcharse con el pedido.
-Pero ya lo has preparado tu.
-Tranquila, voy. -Dije adueñándome del la bandeja.
Así mismo, me encamine hacia su despacho, y ahí me lo encontré, con los cristales transparentes y sentado tras su gran meson, todo un empresario. Creo que me vio llegar, porque justo al segundo que estaba un poco cerca opacó los cristales y entre sin picar.
-Su café señor Duarte. -Le dije lo más profesional posible.
-Señorita Cooper, tendría que llamar a la puerta. -Dijo con mi mismo tono.- No sea tan mal educada.
Deje la bandeja en la mesa y incline un poco la cabeza.
-Discuple señor Duarte.
-Me acabo de fijar señorita Cooper, de que tiene un culo increible.
Me puse roja al instante.
-Trey! -Dije alzando un poco la voz.
-Como te atreves a levantarle la voz a tu superior Cooper?
No sabía de que iba todo eso, pero voy a admitir que me gustaba.
-He de ser castigada? -Le dije apoyándome en su mesa y con un intento de voz sensual.
-Joder Eva, si vuelves a poner esa voz te aseguro que no sales de aquí sin caminar coja.
Me partí a risa, no me podía creer que me estuviera diciendo eso, y mucho menos él saber que yo le estaba siguiendo todo el juego.
-Usted empezó señor Duarte, yo solamente le estoy siguiendo el juego. -Le dije con la misma voz que antes.
Se mordió los labios y miro durante un segundo acia el otro lado, para después clavar sus ojos en los mios.
-Me va a volver loco señorita Cooper.
-Que casualidad, a mi también usted señor Duarte.
Rodeo la mesa y me acorralo en ella, estampando después sus labion en los míos, habriendo se caminó con la lengua. Un hormigeo ya casi familiar se apoderó de mi entrepierna y apreté fuerte las piernas.
-Esto no es lo que quería decir cuando dije "Deberiamos distanciarnos", ¿lo sabes verdad? -Me dijo agarrándome de la nuca.
-Creo que es un poco difícil. -Le dije sincera.
-Vuelve antes de que haga mia aquí mismo.
-No sería mala idea. -Le dije del todo sincera.
Y es que hasta hora yo no entiendo que era lo que me hacía ese chico, que me sacaba el lado más pervertido de mi.
-Joder... -Dijo repitiendo los mismos gestos que antes.- Cuando termine tu turno no te vayas y espérame en la barra.
Y es que no me lo creía, no sabía si lo que me decía era en serio o no pero simplemente le respondí lo primero que me vino a la cabeza.
-Ok, le estaré esperando señor Duarte.
Y dicho esto abandone el lugar con paso largo pero lento.

Pasaron horas, que para mi parecían siglos. Pero por fin era la hora de cerrar, ya no había un alma en el edificio y solo estábamos Laura y yo acomodando los últimos retoques de la barra.
-Te parece ir a tomar algo? -Me preguntó de repente.
-No puedo, ve tu si quieres. -Dije intentándome inventar algo para que se fuera.- Si quieres déjame terminar esto y ve ya.
-Que va tia, te espero y vamos juntas hasta el metro, ¿o es que viene tu adinerado amante?
-Laura... -Le dije con tono amenazante.
-Vale, vale. -Dijo alzando un poco las manos.- Pues me voy entonces.
No pude evitar sonreír al ver como se alejaba y me dejaba sola en el lugar.

Me quede unos minutos terminando las tareas hasta que escuché la voz de el.
-Viene conmigo señorita Cooper? -Dijo desde la barra.
-Si no hay de otra, señor Duarte...

Tras nuestra supuesta verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora